MuÑecas

Capitulo 3

Después de hablar con la policía los ánimos seguían por los suelos, no podían darle ninguna respuesta, ni siquiera se habían acercado a la casa Ferrero, solo una pobre conversación telefónica, tampoco podían poner la denuncia por desaparición ya que supuestamente es muy normal que una adolescente se vaya de su casa, no importan los tiempos de violencia en que vivimos, ni los femicidios constantes, robos, entraderas, los incontables pedidos de mujeres por justicia…se ve que nada de eso importaba porque “seguro se fue con el novio, es normal, es una adolescente, esperen a mañana seguro va a volver…” ¿Qué clase de persona podría decirle eso a un padre desesperado?  Se supone que deben tomarte la denuncia de inmediato, Charlie y Pablo ya no podían aguantar esta situación, por lo que decidieron que el joven se quedaría en la casa cuidando de su madre y llamando a los hospitales de la zona para ver si conseguía algún tipo de información, solo esperaba que no; Charlie agarró sus llaves, salió a la calle y se subió al auto y manejo hasta la comisaría más cercana.

Al llegar entró vociferando pidiendo que por favor lo ayudasen, se trataba de su pequeña, su dulce y amada hija, ella jamás se habría escapado para estar con alguien a solas, ambos hijos tenían completa sinceridad con sus padres, no había secretos ni omisiones, todos tenían completa confianza para hablar de lo que quisieran, además ella aun no salía con nadie.

Luego de una hora de conversar con los oficiales y explicarles todo lo acontecido logró que se movilizaran hasta su hogar para poder investigar y hablar con los vecinos en busca de pistas.

 

 

-Al fin despertaste… pensé que no lo harías nunca- dijo una desconocida a Daniela que apenas comenzaba a abrir los ojos.

- ¿Dónde estoy, quién sos, cómo llegue a este lugar… -se intentó incorporar y no pudo, estaba atada a la cama con unos cinturones muy grandes- pero qué… por qué estoy atada así, quién me hizo esto?  –dijo rompiendo en llanto comprendiendo que estaba secuestrada.

-La verdad no tengo idea de donde estamos, mi nombre es Camila, llevo en este lugar creo que tres días, llegaste de la misma forma que yo, esa mujer te trajo, y te encerró acá conmigo…

- ¿mujer?

-sí, la persona que nos secuestro es una mujer, sí, es muy extraño; estas atada porque es el primer día y tiene que asegurarse que no vas a intentar escapar ni lastimarte, si te portas bien te soltara.

- ¿Por qué estás tan tranquila, no estas atada, por qué no intentas escapar? –dijo mirándola extrañada y llena de lágrimas y con furia en sus palabras.

-Porque por el momento no me ha lastimado ni nada, solo viene dos veces al día a traer comida y ropa limpia- dijo levantándose de su lado, sirvió un vaso con agua colocándole un sorbete y se lo acerco a Daniela lentamente- toma un poco, debes tener mucha sed, esa cosa con la que nos duerme da mucha sed.

-gracias…- atrapó el sorbete con los labios y tomo grandes tragos, de verdad estaba sedienta.

La puerta se abrió sin aviso haciéndolas sobresaltar, la mujer desconocida entraba con una fuente llena de comida para ambas chicas y unas bolsas.

-Veo que ya están despiertas.

Dejó la fuente sobre la mesa mientras ambas jóvenes la observaban en silencio, el arma al costado de su cadera les advertía que debían tener cuidado de lo que hicieran o las cosas no acabarían bien para nadie. A un lado de las camas había un pequeño frigo bar que abasteció con algunos bocadillos, frutas, jugos y otras cosas, luego de la una de las bolsas que traía sacó unas blusas y faldas que colocó en la mesa cerca de la comida.

-Ahora vamos a hacer lo siguiente ¿sí?

-Si –dijeron ambas a la vez.

-Yo voy a dejarles esta comida y esta ropa para ustedes, cuando yo me vaya pueden sentarse a comer y bañarse tranquilas, niña nueva ahí al costado está el baño con todo lo necesario para que se mantengan higienizadas –dijo señalando el lugar- cuando terminen colocaran la ropa sucia en el deposito que esta frente a la puerta y más tarde me lo llevare, ¿entendido?

- Si –respondieron.

-Si te portas bien, si ambas se portan bien, todo estará bien y no tendremos problemas, no se molesten en gritar ni intentar escapar porque nadie las escuchará, estamos solas aquí, ahora te voy a soltar solo si prometes no lastimarte ni intentar nada raro, ¿está bien?

-sí, está bien, lo prometo –dijo angustiada intentando contener las lágrimas.

-no llores, vas a arruinar tu lindo rostro y ya no me servirás… ¿comprendes? –dijo mientras le soltabas las amarras, se alejó y se dirigió a la puerta- Bienvenida a casa…

La mujer desconocida cerró la puerta y ambas jóvenes quedaron solas en la habitación.

 




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