-Quita enfermedad, y el destino cruel-
Hizo caso a esta señal, y miraba como su mano siendo sostenida, por las delicadas del Munzel, envuelta en ese cabello, dejaba de dolor de a poco.
No podía dar crédito a lo que miraba, el cabello enredado brillando con ese tono lila tan hermoso, lo estaba impresionando.
-Trae lo que perdí, volviendo a lo que fue…- Sus ojos cerrados, concentrándose en su labor.
Shakene, miro de nueva cuenta al corderito, que solo sonreía y asentía por lo que estaba pasando.
-A lo que… Fue…- Término de cantar, tomándose unos momentos antes de que su cabello dejara de iluminarse y levantar la vista al ladrón.
Parpadeo varias veces, antes de poner su mano al nivel de su cara, para descubrirla de esos cabellos lilas, y darse cuenta que aquella herida estaba completamente sanada ahora.
-Aaah…- Lanzo ese alarido débil, sus ojos azules estaban contraídos, en ese punto.
Movió su mano, mirándola por el dorso, de manera lenta. Estaba teniendo un choque emocional, no sabía que decir, ni hacer, solo miraba su mano y al doncel y repetía esto cada vez más seguido.
Quería lanzar un grito, al no poder procesar todo.
-¡¡¡NO ENTRES EN PÁNICO!!!- El pelilila, coloco sus manos delante en una señal de calma, también estando angustiado por la reacción del rubio.
Se quedó con la boca abierta, pues el grito había sido detenido, pero quería expresarle de alguna forma posible.
Miro de nuevo a Munzel, que le suplicaba que se calmara, estaban en una situación bastante incomoda.
-Aah… No, no hay pánico, no hay razón- Sonio nervioso, colocando su mano recién curada en su barbilla para apoyarse –Solo me intriga tu cabello, y las mágicas cualidades que posee- Seguía mirándose aquella extremidad, con cuidado, no sabía cómo acomodarse, sin sentirse extraño –Y ¿Hace cuánto puedes hacer todo esto?- Sonrió nervioso, cruzando sus brazos sobre su pecho, meciéndose en su propio asiento.
-Aaaaah- Aun viéndolo ansioso, pero que quería seguir una conversación tranquiló, le siguió la corriente –Pues siempre, creo…- Su semblante comenzó a cambiar a uno más triste y desolador, mirando hacia aquel fuego, pues estaba a punto de contarle su historia –Mi madre dice que cuando era bebe, muchos quisieron cortarlo. Todos anhelaban su poder- Movió un poco su cabello de la zona de la nuca, para dejar ver un mechón corto de color rubio –Pero cuando lo cortas, se torna amarillo y pierde su poder-
Shakene, miraba atento al joven, escuchando con atención la historia, mirando aquella parte de su cabellera, sentía como si todo esto fuera un cuento de hadas, muy raro.
-Un don como este, tiene que ser protegido- Miraba triste un mechón de su cabello, con el cual jugaban sus manos –Por eso mi madre nunca me…- Suspiro de manera melancólica, estaba pensando en cómo su vida había sido tan desolada, por el poder que se le otorgo –Por eso yo… Nunca había salido y…- Ya no podía continuar, un nudo en su garganta se formó, que le impedía hablar, dejando que sus sueños se escurrieran de sus manos en muchas ocasiones.
-Nunca abandonaste la torre- El rubio, lo miro atento… Incluso sus ojos parecían proyectar una leve tristeza por el estado en que Munzel se encontraba.
El doncel solo se giró levemente su rostro, para verlo, y de esta forma asentir a sus palabras.
-¿Y regresaras de todos modos?- Le cuestiono aquello, sabiendo ahora ya la verdad de que estuviera encerrado.
-¡¡¡NO!!!- Quería sonar seguro, pero no podría seguir así siempre, viéndose derrotado ante la única realidad que no puede negar –Si… Aaaaaah- Bajo su cara, hasta sostenerla con las manos, para no ser visto –Es complicado- Dijo esto apenas audible.
El corderito se acercó a sus pies, para darle confort, solo el pequeño sabía cómo había estado viviendo todos esos años, desde que se encontraron.
Ambos mirando al pelilila, que ocultaba su rostro, incluso podríamos atrevernos a decir, que deseaba dejar escapara lágrimas, por su cruel destino.
Pero no se dejaría vencer aun, pues debía cumplir su único sueño, antes de volver.
Descubrió un poco su rostro, mirando al ladrón, dándose el mismo valor, para acomodarse el cabello, para liberar un poco de tención, suspirando y colocando sus manos en sus hombros, sujetando la larga cabellera, prefería cambiar de tema de alguna manera.
-Así que… ¿Shakene Fitzherbert? ¿Ah?- Dedico una leve sonrisa forzada, haciendo lo mejor para que el ambiente mejorara, mirándolo con esos hermosos ojos verdes, que su brillo apenas era visible.
-Así… Bueno- Comprendió de inmediato que ya no deseaba ser el punto de atención de los allí presentes, pero también era un tema bastante complicado para el rubio. –No voy a contar las penas, del pobre huérfano Shakene Fitzherbert, eso me parece… Algo deprimente ¿Si?- Asintió un poco más en esa oración, pues su vida no había sido tampoco lo más maravilloso del mundo.
Pero Munzel quería escucharlo por completo, le prestaría toda su atención, estaba intrigado, acercándose lo más que podía al rubio, con una linda sonrisa y unos ojos vivos llenos de curiosidad, cruzando sus piernas y apoyando sus codos en estas y su cabeza en ellas.
Esto le dio bastante gracia al mayor, soltando un respingón, pero no podría negarse ahora.
Lo miro un poco tomando confianza y valor del doncel.
Su vista se fue al suelo, para iniciar su historia.
-Había un libro- Tenía la costumbre de hablar con las manos también –Siempre lo leía a los demás niños cada noche- Miraba de reojo al pelilila –Los cuentos de Flennegar Rider- Alzo la mano, como si estuviera mirando aquel título –Un aventurero errante, rico y poderos- Apoyaba las manos en sus piernas –Afortunado con los donceles de todo tipo- Se le acerco como si se lo digiera en secreto al pelilila.
Esto último, hizo reír un poco al más joven, colocando ahora las manos en sus rodillas, para acomodarse.
-Claro que no presumía sus virtudes- Llevando la mano izquierda a su barbilla, estando a punto de decir alguna otra cosa.
Editado: 06.09.2024