PV Will
Me encontraba en la puerta del colegio de mis hijos apoyado en mi amado SUV. Tenía la sensación desde que desperté esta mana, de que algo me tiraba con más fuerza que otros días a venir hasta este lugar. Estaba viendo como mis dos revoltosos corrían hasta la fila donde les esperaban sus amiguitos de clase, cuando el grito eufórico de una niña llamo mi atención.
Fije mis ojos en la propietaria de aquella voz tan melódica para mis oídos. La vi caminar lentamente detrás de la niña de cabello castaño que corría con una sonrisa tan radiante en su rostro infantil. Estaba seguro que había visto a esa pequeña antes, pero ahora mismo no conseguía saber de dónde. En ese momento un llanto conocido para mí se escuchó por todo el lugar haciendo que mis ojos se pusieran a buscar a la propietaria. Cuando encontré a mi pequeña Alexia tirada en el suelo con un golpe en la frente y a su hermano agarrando a otro niño por la camiseta listo para pegarle un puñetazo. Sin pensarlo dos veces me incorpore para ir hasta mi hija, pero algo hizo que me detuviera en seco. Mi alma en ese momento se encontraba embobada de ver la escena que mis ojos estaban grabando como un espejismo en mi mente.
De rodillas delante de mi pequeña llorosa, se encontraba mi diosa, la madre de mis hijos, la mujer que desde el primer día ha gobernado todo mi ser. Alex se encontraba prácticamente sentada encima de sus gemelos mientras que sus piernas estaban totalmente pegadas en el suelo. Alexi, se encontraba mirando fijamente a los ojos de la mujer que le dio la vida sin saber realmente que era su madre quien le había ayudado a levantarse. Una de las fantasías y sueños de mi pequeña, era que su madre estuviera con ella para ayudarla a levantarse del suelo al mismo tiempo que le decía palabras bonitas.
En estos momentos yo era un simple espectador, alimentándome de esa agradable conversación que estaba invadiendo mi pecho de algo tan cálido que no quería perderlo otra vez. Lo que no podía comprender era esa mirada de incredulidad que se plasmaban en los ojos del amor de mi vida. Era como si estuviese viviendo un sueño del que no quería despertar. Mis ojos siguieron todos sus movimientos al levantar su mano izquierda. Llevaba con ella aquel reloj que le regale antes de marcharme de su lado aquel día. Como podre perdonarme el haberla dejado sola cuando el peligro acechaba, cuando estaban buscando mi tendón de Aquiles.
Los ojos de Alexia me estaban haciendo sentir un grandísimo impulso por estrecharla entre mis brazos y no dejarla ir a nunca más. Sus ojos no brillaban como era lo normal, sus ojos estaban algo apagados y parecía que algo le faltaba a su alma para estar en paz.
Porque me ha confundido con mi hermano, vale que somos gemelos, vale que con esta chaqueta no podía ver el tatuaje que se encontraba en mi hombro izquierdo, pero ella nunca nos había confundido antes, ni si quiera cuando el tatuaje como en esta ocasión se encontraba tapado.