Por su expresión preferí callar mis quejas. Tenía la cara pálida, los ojos de una tonalidad roja y rosa y las pupilas achicadas.
-¿Problemas?- pude decir entre el bamboleo de su cuerpo
Bajo la mirada y me apretó quizá con demasiada fuerza.
-¿Que pasa?- quise saber.
Corría muy aprisa y veía pasillos tras pasillos, no bajaba las escaleras creo que las subía, en la plaza principal se escuchaban gritos y gemidos.
-Mi señor Eurus por este lado.
El niño que nos guió con la reina señalaba una puerta, Eurus traspaso airoso y entonces ¡Crash! La ventana en forma de arco estalló junto con la mitad de esa pared.
Grité y me abracé del secuestrador luego de que los escombros dejaran de llover lo solte.
Apresuradamente corrió a una pared vencida hacia adentro, esta aplastó la parte inferior del niño. La cargó como si solo pesara lo de una almohada tenía ambas manos en un tercio de pared sobre el muchacho quien no se movía , el no sabia que le quitaron el peso dejándolo desmayado o muerto. Fue inercia, me apresure a mover sus pies y alé para sacarlo . Pesaba mucho, el celestial soltó los escombros.
Volte al chico boca arriba. No abrió los ojos, toque su garganta.
-Esta muerto- dictamine con la voz temblorosa
-No, escucho su corazón, su pulso es débil por naturaleza. Déjalo, se recuperará en minutos ¡Vamos ven aquí !- me azuzó sobre de otro tronido de derrumbe. Me puse en pie y le agarre la mano extendida pero me la solto de inmediato rebuscando dentro de su gabardina, desgarró el aire con la espada. Rompieron las puertas dobles de acero por la que entramos fue un estallido inmenso alcance a ver la enorme arma de cañón largo que la explotó.
Ese cañón lo llevaba un tragaformas completamente transformado era muy alto superior a Eurus, le acompañaban tres seres identicos en expresion de haber encontrado a la gallina de huevos de oro. En sus manazas tenían armas de largo y corto alcance
-Señor lo tengo en la mira, trae al objetivo con él- uno de ellos se apretó la oreja para informarle a sus superiores.
-El capitán Ueda. Ira de inmediato- Sonó en altavoz.
Se acercaban despacio mirando fijamente a Eurus quien dudaba, le temblaba un poco la enorme espada en sus manos. Los atacantes parecían burlones seguros de su grandeza ellos pensaban seguramente que le tenía miedo en cambio yo sabía que su compasión evitaba sus muertes instantáneas.
En medio de ellos el niño se despertó alerta con los dientes expuestos por la amenaza.
-Retírate, se nos dio órdenes de no atacar Caminantes- dijo un tragaformas mirando con inmenso odio al chico.
El no lo pensó ni dos veces y saltó abajo desde la pared que se le había caído. Se arrojó muy seguro de si al vacio.
Los pasos se reducían entre ellos y nosotros mire alrededor en busca de lo que sea para mantenerme alejada de la refriega. Solo vi una enorme columna de concreto.
Alguien dio una orden invisible y comenzaron los disparos. Contuve de forma milagrosa todo mi miedo y retrocedí a la columna eficazmente gruesa para repeler balas directas.
Eurus evadia una rafaga tras otra, despues con gemidos atigrados los tragaformas heridos por el , se retorcian y quejaban.
-¡Alto al fuego! dañaran al objetivo - gritó una voz leonida.
Antes de acabar los disparos Eurus me encontró aplastada contra la columna.
Salí de ella y mire alrrededor ningún muerto pero si varios tasajeados y el tipo de la escopeta era el único en pie.
El sujeto recien llegado también estaba transformado de cabeza a los pies. No desperdicie tiempo en el.
Eurus tampoco y me dedicó una mirada de soslayo. Era complicado de explicar pero en ese momento adivine lo que quería que yo hiciese con solo mover sus ojos un poco, eran los mismos ojos del prado donde nos encontramos a estos monstruos en primer lugar, ya no tuvo que decirme corre. Ya lo sabia.
Salí despedida por un pasillo largo a nuestras espaldas, no existía otro sitio por el cual pasar pero era una torre y las escaleras solo tenían un sentido.
Arriba.
Los muros eran viejos y firmes no se pudo escuchar nada atrás, subía de dos en dos los peldaños las escaleras en forma del caracol estaba en el sexto paso cuando una risa aguda me hizo detenerme .
-¿Crees que puedes escapar así de nuevo?
La rubia estúpida y desagradable del laboratorio emergió enseñando sus irregulares dientes al sonreír. No estaba transformada ni un ápice y meneaba entre sus blanquecinas manos un puñal. Bajaba despacio.
-Ya funcionó una vez- dije en voz muy alta esperando que Eurus escuchara con ese fino oído que tenía.- ¿Por qué no dos?
-Por qué ahora el jefe de esta emboscada no es el capitán Uriel. Es la subalterna del supremo. Y se me permite dejarte al borde de la muerte- con que gusto dijo la última frase saboreandola.
Colocó firme su puñal y salto.
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Editado: 29.09.2020