.*Victoria*.
Han pasado exactamente cuatro semanas desde que me besaron de esa manera tan arrebatadora, tan intensa y tan única que todavía sigo suspirando y anhelando ser besada por esa persona una vez.
Admito que al principio, su atrevimiento, me enfureció y tuve ganas de matarlo, pero ahora le agradezco enormemente por haberme besado, porque gracias a él las cosas entre Matteo y yo no pueden ir mejor. Esa noche pudimos hablar, como personas civilizadas, y todos nuestros malos entendidos se resolvieron.
*Flashback:
—¡Churri, Viki llegó! —exclamó Ian en lo que me vio entrar en la mansión.
Mi furia e indignación eran tan colosales que no me detuve a saludarlos, ya que se encontraban en la sala jugando videojuegos, sino que me apresuré a subir las escaleras, de dos en dos, para llegar lo más pronto posible a la habitación de mi primo y darle un escarmiento.
<<Juro por mi madre y por mis hermanos que le haré pagar con creces por atreverse a arruinar mi cita>> —pienso en lo que, de una sola patada, derribo la puerta.
En lo que ésta cae al suelo me deleito con el semblante de miedo y confusión que se encuentra estampado en su maldito y hermoso rostro.
—¡¿QUIÉN DEMONIOS TE CREES PARA INTERRUMPIR MI CITA?! —le espeto y él se incorpora de la cama.
Aún se encuentra un poco débil y lastimado por la pelea que tuvimos.
—¿Cita? ¿Cuál cita? —dice confundido.
—¡Tú no tienes derecho a estropear mis citas! —Él me sigue observando con esa estúpida cara de: "no entiendo lo que dices".
<<Se está haciendo el loco>> —me digo a mi misma.
—¡Y mucho menos tienes derecho de besarme! Tú y yo solo somos primos, nuestro único lazo es filial.
Por la presión de sus puños pude notar que mis palabras no le agradaron, pero a este punto me importa una camionada de mierda todo lo que tenga que ver con él.
—Victoria, no sé de qué hablas —aseguró con una expresión inescrutable, luego de acortar la distancia que nos separaba.
—Deberían darte el premio Oscar por tu excelente actuación —me rio sin humor. —Te juró que de no ser porque solo tú me has besado, de una forma parecida, en el pasado dudaría de tu culpabilidad —él cerró los ojos y tensó su mandíbula.
—¿Quién fue el hijo de puta que lo hizo? —cuando volvió abrir sus ojos estaban llenos de ira y eso me obligó a retroceder.
—No me quieras engañar, ambos sabemos que fuiste tú —digo sin mucha seguridad, porque su cabreo es injustificado de haber sido él el que me beso.
—Yo no he salido de mi habitación, hace poco desperté de la paliza que me diste, y si no me crees preguntarle a Tobías. —Se acercó peligrosamente a mí, pero antes de que me pudiera ponerme un dedo encima me escabullí por un costado.
<<Si no fue Matteo ¿quién me beso? —me pregunto.
'Tuvo que ser una persona muy importante para nosotras' —comenta con mucha emoción Kira.
<<No tengo idea quién pudo ser>>.
'Piensa un poco más' —Hago lo que me indica mi loba y mi primo aprovecha mi descuido para agarrarme por los brazos, evitando que siga huyendo de él.
—Ahora dime, ¿quién se atrevió a besarte? —aumentó la fuerza de su agarre.
Mis ojos enfocaron los suyos y a través de ellos pude notar lo enojado que estaba, cualquiera en mi lugar tendría mucho miedo, pero yo era una mujer loba, una de las más poderosas, y no me dejaría amedrentar por un idiota como él.
<<Regla número one>>> —me recuerdo.
—¡A ti que más te da, eres mi primo no mi novio! —pronuncio con altanería, mientras intento liberar mis brazos.
—Victoria, no agotes la poca paciencia que tengo —me advierte. —Dime quién fue, cómo era. —Exige.
—¿Por qué tendría que darte explicaciones? Yo no te importo —sigo intentando zafarme sin ningún éxito.
—¡Claro que me importa! —exclama aún más furioso. —¡Todo lo que tenga que ver contigo me importa!
<<Te has vuelto un mentiroso de primera categoría, como todos los hombres>> —me convenzo para no caer de nuevo en su red.
—Eso es mentira, a ti solo te importa Ximena —alego y su expresión se suavizó.
—¿Piensas eso por lo que dije en la arena? —no le respondo.
<<Regla número one>> —me vuelvo a recordar. Hago un intento más por liberarme y lo consigo.
—Victoria, nada de lo que demostré en la arena es verdad. Dije eso para ver tu reacción —sus palabras sonaron sinceras, pero me negaba a creerle.
<<Regla número one, regla número one, regla número one>> —repito mi mantra, una y otra vez, para darme el valor de continuar con esta conversación. Ya que poco a poco la melodiosa voz, el aroma que desprendía su cuerpo, la dulzura y la sinceridad de los ojos de Matteo estaban derribando mis defensas.
—Pues te felicito, porque sonaste muy convincente. —Digo con ironía.
—Victoria, me confundes demasiado con tu actitud —admitió con el ceño fruncido. —Cualquiera que te viera pensaría que estás celosa de Ximena, pero yo sé que eso no puede ser —incrementó el espacio que nos separaba. —Tú solo me ves como tu primo, lo acabas de decir, mientras yo… —guardó silencio y eso me llenó de ansiedad.
Deseaba y anhelaba con todas mis fuerzas que dijese que aún me quería y que su novia sólo era una distracción.
—¿Tú qué? —lo animo a continuar, pero él solo negó con la cabeza.
—No importa, olvídalo —me dio la espada y caminó a su cama, aumentando mi ansiedad e incertidumbre.
De un momento a otro las palabras salen de mi boca sin siquiera darme cuenta.
—¿Aún me amas, Matteo? ¿Aún sientes algo por mí? —pregunto con los nervios a flor de piel y la desesperación bien marcada en mi tono de voz.
Él me conoce, sabe que no me quedaré tranquila hasta que me responda, por lo que toma una gran bocanada de aire antes de hacerlo.