Al día siguiente...
.*Victoria*.
En toda la noche no pude pegar un ojo y no fue producto de mis típicos insomnios, sino por culpa de dos idiotas:
El primero de ellos, el miserable de Vladimir Vostok, que con su sonrisa perfecta y sus dones de seducción, me había hecho cuestionar muchas cosas del pasado, que no encajaban según lo dicho por mi papá y mis tíos.
Y el segundo idiota era nada más y nada menos que la manzana de la discordia, Matteo Vukovic, ya que NO llegó a dormir, pero lo peor del caso no era ese sino que han pasado más de 24 horas, desde que se fue con la zorra de Ximena, y ni siquiera me ha enviado un mísero mensaje.
<<Seguramente se la está pasando fenomenal en su cama>> —ese pensamiento agrieta un poco mi corazón y la decepción aumenta considerablemente.
<<Eres un puto, Matteo ¿cómo vas hacerme esto a mí?>> —mis ojos comienzan a picar, advirtiéndome que pronto las lágrimas caerían, y eso despierta en mí el deseo de desfigurarle la cara a mi primo, para que así nadie lo pueda querer, ni siquiera mi tía Daniela.
<<Eres una idiota, idiota, idiota…>> —me repito una y otra vez porque me dejé engatusar con lo “maravillosa” que había sido nuestra relación este mes.
<<¿Cómo llegue a pensar que nuestro amor podría vencer los prejuicios de nuestros padres>> —me digo a mí misma porque ahora me doy cuenta que eso dista mucho de la realidad.
—Que fácil es soñar, pero es muy doloroso despertar —medito en voz alta.
'No te dejes derrumbar por un amor que no puede ser, mejor vamos por unas birras' —me aconsejó Kira.
<<Gracias por no decir la palabra con T>>.
'Ahorita no la digo porque te haría sentir peor, pero no dudes que la usaré más adelante'.
—Viki, podrías iluminar a este idiota —dice James cuando entra en mi habitación y deja la puerta abierta, para que Ian lo siga. —El menso este —señala a Ian. —Dice que la versión anterior de Dragon Ball FighterZ es mejor ¿Puedes creerlo? —dice irritado.
—Es que lo es —se defiende Ian.
—Esta versión tiene... —estaba oyendo que James estaba hablando, como un loro, pero la verdad, no estaba escuchando lo que decía.
—¿Viki, nos estás escuchando? —en medio de mi trance alcancé a oír la pregunta de Ian y eso fue porque pasó varias veces su mano por mis ojos.
—Lo siento, fotocopias. —Me disculpo. —Tengo la cabeza en otro lugar ¿qué decían?
—¿Te sientes bien? —pregunto James, al tocarme la frente, para saber si tenía fiebre.
—No.
—¿Quieres que llamemos al médico? —Propuso Ian.
—Sí.
—Ya le voy a decir a mamá que llame a Isidoro —me informa Ian cuando se encamina a la puerta.
—¿Por qué vas a llamar al médico de la manada? —pregunto.
—Tú me dijiste —me responde, algo confundido por mi actitud.
No lo culpo, es la primera vez que me ven actuar tan extraño.
—No... no es necesario llamar a nadie —digo, medio aturdida por la falta de sueño.
—Pero tú…
—Estoy bien de verdad —lo corté. —Es solo... —me quedé callada al no saber qué decirles, porque cómo les explicó a mis primos que estoy sufriendo por culpa de su hermano mayor.
—Si estás así de triste y preocupada por Tobías, te aseguro que él está bien, lo sacaron del país pero está sano y salvo —me informa James, mientras esboza una sonrisa de consuelo, que no hace más que empeorar mi estado de ánimo, ya que me había olvidado completamente de mi hermano.
—Y queremos que sepas que nosotros no te juzgamos por enamorarte de Tobías, él es un gran chico —toma la palabra Ian.
—Además de que ustedes cuenta con nuestra aprobación y con todo nuestro apoyo, ya que sabemos que ambos se harán muy felices y eso es lo que queremos para ustedes. —Acota James y algunas lágrimas escaparon de mis ojos.
No merecía unos primos tan buenos como ellos.
'Diles la verdad, Viki, empieza con ellos' —Me aconseja mi loba.
Sé que mis primos siempre han sido y serán incondicionales conmigo, pero a pesar de saber eso, sentía miedo de perder su cariño y que llegaran a odiarme, porque sabía que era imperdonable involucrarme amorosamente con mi propia familia.
<<Lo intentare>> —le digo a Kira.
—Matteo y yo... —comencé a explicar, pero unos gritos en el pasillo fueron la excusa perfecta para posponer mi confesión.
—¡NOOOOOOO! ¡PAPÁ, AYUDAME!
—Esa es la voz de Daniel —dice James y todos salimos al pasillo, para ver que ocurría.
—¿Pero qué… —Ian no pudo terminar la oración porque estaba tan anonadado como yo al ver a Keila, completamente desnuda y mojada, jalando a mi primo por los pies, mientas éste se agarraba, como si su vida dependiera de ello, del cuello de mi tío Iván.
—¡NO DEJES QUE ESTA LOCA ME LLEVE! —rogó mi primo.
—No puedo hacer nada, hijo, lo siento —se excusó mi tío en lo que apartó las manos de Daniel de su cuello.
Menos mal los reflejos de Keila fueron rápidos, al acercarse a él y cargarlo estilo novia, o Daniel se habría golpeado la cara en el piso.
—¡POR QUÉEEEEE A MIIIIIIII! —chilló tan fuerte, en lo que se vio en los brazos de ella, que alertó al resto de la familia, por lo que las caras de Lore, Vladimir y mis tiós (Fina, Daniela, Brad y Adam) no tardaron en aparecer.
—¿Qué pasa aquí? ¿Qué son esos gritos? —La voz de mi papá Adolfo retumbó por cada rincón de la casa y todos hicimos una pequeña reverencia con la cabeza, incluida Keila, claro sin soltar a mi primo.
—¡TÍO COSI, POR FAVOR NO DEJES QUE ME LLEVE! —suplicó Daniel entre lágrimas.
—¿Keila, qué le estás haciendo al sobrino de tu Alfa y en esas fachas? —la pregunta de mi papá iba cargada de ira.
—Señor, me estaba dando un baño en el río cuando mi loba despertó y lo primero que hice al transformarme fue recorrer toda la manada, para probar la velocidad de mis patas —hizo una pequeña pausa para sujetar bien a Daniel. —En verdad lamento mucho haber irrumpido en su casa de esta manera, pero cuando pasaba cerca de aquí sentí el olor de mi mate y no dude en entrar por él. —Explicó y mis ojos se abrieron de la impresión cuando todas las piezas del rompecabezas encajaron.