My dueño y señor

18 parte 1

.*Victoria*.

    A l principio, cuando salí de la ducha, me sentía emocionada con la idea de verme bonita esta noche, pero luego de que los 3 demonios comenzaron con su trabajo todo se convirtió en una auténtica pesadilla.

    —¡Quédate quieta! —me ordenó por enésima vez el demonio de cabello azul.

    —¡LO QUE ME ESTÁN HACIENDO ES INHUMANO! —vuelvo a gritar y los tres rueda los ojos.

    —Niña salvaje, no tenemos la culpa de que tus cejas sean tan frondosas como la selva amazónica —habló el tal Fabio, con las pinzas de sacar ceja en la mano y una sonrisa socarrona en la cara.

    Me renuevo en mi asiento, para intentar soltarme y quitarle esa estúpida sonrisa del rostro, pero por culpa de las esposas de plata que me mantienen sujeta a la silla no puedo hacerle nada.

    —Viki, Fabio solo intenta limpiar y definir tus cejas para volverlas bonitas —me explicó Lore.

    —¡NO QUIERO ESTO! ¡SUELTAME AHORA MISMO, LORENZA! —le ordeno.

Ella se acerca a mí y toca mi cabello delicadamente.

    —Viki, esto es por tu bien —dice antes de colocarme una banda en la cabeza para terminar de inmovilizarme.

    No sé cómo hizo para conseguir una silla de tortura y mucho menos cómo hizo para subirla hasta mi recámara, pero averiguaré quién la ayudó y lo castigaré por ello.

    —No te puedo dejar ir hasta que ellos hayan terminado con su trabajo —señaló a los demonios.

    —Juro que los haré picadillo por esto —Intensifique mi gesto gruñón y arisco para que se dieran cuenta cuanto los odiaba.

    —Salvajita, deja la palabrería y deja de moverte —tomó la palabra el tal Félix..

    —Los odio —escupo llena de rencor.

    —El sentimiento es mutuo, querida —dijeron los 3 al mismo tiempo con tono cansino.

    Sabía que era inútil seguir luchando, así que me quedé lo más quieta posible, pero cuando los otros dos demonios se acercaron, con un frasco que contenía un líquido viscoso del color miel, volví a quejarme y a exigir que me soltaran inmediatamente, porque algo me decía que iba a aullar de dolor cuando ellos arrancaran de raíz todos los pelos de mis piernas, muslos, axilas, brazos y abdomen.

    Y exactamente eso pasó, cada vez que esparcían esa cera depilatoria por mi piel y jalaban de esas tiras blancas; varias lágrimas se escapaban de mis ojos, mientras que de mi boca solo salían gritos, amenazas de muerte, insultos y maldiciones. Pero para mí desgracia ninguno de los demonios se inmutó ante mis palabras y siguieron con su trabajo como si nada.

    Es más parecía que disfrutaban con mi sufrimiento, porque cuando iban a proceder a depilar mi zona intima una sonrisa malévola surcó sus labios e intente con más premura  liberarme. Lore, al verme tan inquieta, me dijo que los demonios eran gays por lo que no tenía que preocuparme porque me vieran como Dios me trajo al mundo.

    Pero yo no me removía, como si tuviese un ataque de epilepsia, por pudor, lo hacía porque esta depilación completa me estaba sacando lágrimas gruesas de puro dolor.

    Afortunadamente para ellos y para mí, luego de la depilación vino el corte de cabello, algo que solo me iba a doler de forma sentimental; ya que mi pelo llegaba hasta la mitad de mis muslos.

    —Querida, tienes un color de cabello hermoso —comento Fabián en lo que las hebras doradas cayeron sobre mis hombros, luego de soltar el moño que las sujetaba. —Pero es un delito tener una cabellera rubia con las puntas tan maltratadas, quebradizas, duras y resecas. —Tomó las tijeras y sus ojos brillaron de la emoción al cortar un mechón.

    —¡PIENSAN DEJARME CALVA O QUÉ! —me quejo al ver que el mechón mide más de 3 centímetros, que es lo que usualmente me corto.

    —Tranquila, salvajita, que el que sabe de peluquería aquí soy yo —concentré todo mi odio en mi mirada, para que supiese cuanto le detestaba.

    —No te preocupes, Viki. Ya verás que el resultado será genial —me animó Lore y para no seguir interrumpiendo el trabajo dejé de protestar y él hizo lo que quiso con mi cabello; lo dejó a la altura de mi cintura, me hizo un corte en capas y le echó un montón de cremas y productos para luego elaborar un sobrio y elegante recogido.

    Mientras Fabián trabajaba con mi cabello, los otros dos se encargaron de pintar mis uñas y maquillarme.

    —Mi trasero habrá desaparecido de tanto estar sentada aquí —refunfuño cuando llevo más de 6 horas sentada, ya que Lore solo necesitó una hora para estar lista.

    —Para ser bella hay que ver estrellas —dijo con naturalidad el demonio de cabello azul.

    —No entiendo por qué la mujeres pasan por todo esto para llamar la atención de los hombres —digo mirando a mi prima.

    —No lo hacemos por ellos —me corrige. —Lo hacemos por nosotras, para sentirnos más hermosa.

 Ahora no lo entiendes y ves esto como una calamidad, pero después te darás cuenta que todo es para mimarte, consentirte y sentirte mejor contigo misma.

    —Ya verás que la próxima vez serás tú las que nos llame —Intervino Fabián.

    —Lo dudo —bufo.

    —Perfect —Intervino Félix, en lo que terminó con su tarea, pero a mí me dio la impresión de que lo decía porque no quería volverme a ver.

    —Questo è stato il lavoro più difficile che abbiamo avuto {Este fue el trabajo más difícil que hemos tenido} —comenta Fabio en italiano, cuando terminó de maquillarme.

    —Pero valió la pena —Dijo Fabián con lágrimas en los ojos al contemplar el trabajo completo.

    —¿Puedo ver qué hicieron conmigo? —digo muy molesta, porque mi estómago no ha dejado de rugir desde hace horas.

    —Chicos ya se pueden retirar, gracias por la ayuda.

    —No tienes nada que agradecer, Lore —dicen todos al unísono.

    —Vraiment, sans vous, cela aurait été une mission impossible {De verdad, sin ustedes está hubiese sido una misión imposible} —todos se rieron del comentario de Lore pero yo no entendí nada ya que habló en Francés.




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