Taehyung...
—Eres un chico excepcional Taehyung, ¿lo sabias? —me gustaba escuchar su voz, hasta cierto punto ella era mi segunda madre.
—Kim Taehyung. El hijo bastardo —"bastardo" esa era la palabra que me definía a donde fuera. Un empresario exitoso teniendo una romance secreto con una veterinaria, el resultado de eso fue un pequeño niño que no tenía la culpa de nada pero lo embarraban de su mierda de criterios y estándares.
Recuerdo como se sentía. Vacío. Así era, el ambiente era más tenso y las ganas de vivir se iban.
—Lo siento —la voz de Namjoon se oía lejana pero aun así hacia que doliera —Jin no pudo asistir por papá —bufe irónico frente al ataúd de caoba frente a mí.
Recuerdo las veces que llegaba de la escuela y mi abuela me recibía en brazos con una radiante sonrisa que cambiaba cualquier estado negativo de ánimo que tuviera, ahora ella ya no estaba y sus abrazos tampoco. Mama había muerto al cumplir los cinco años fue en un accidente de auto y desde ese día compartí mis días con la abuela.
—¿Qué piensas ahora?
Pienso que lo que dices es una completa locura. Yo te vi crecer, te vi estar triste, enferma, feliz, exhausta, y hasta el día de hoy me lamento por no poder haber llegado antes a casa esa noche de otoño, te busque mucho tiempo pero fue como si la tierra te hubiera tragado por completo borrando cualquier rastro de tu existencia llevándome hasta cierto punto de cuestionarme si tú eras real.
—Ella dejo esto para ti —Hoseok me tendió una caja que en un futuro seria la causa del regreso de mi felicidad. Su madre y la mía se conocieron y él sabía que quería cuidar de los animales desde pequeño trabajando ahora en la veterinaria que algún día fue de mamá.
Mi cara estaba serena, no parecía tener ganas de una sorpresa, no hasta que vi tu hermoso pelaje café que me enamoro desde el primer instante, estabas dormida, lo recuerdo bien porque cuando despertaste moviste tu cola frenéticamente haciéndome sentir que eras parte de mí y yo de ti.
—Es... —te tome en mis manos y acerque tu cara hacia la mía, tus ojos brillaban hermosamente en un color verde cristalino que me hizo morir de ternura. Te alce un poco más tratando de descifrar si eras niño o niña— muy hermosa, es muy hermosa —sonreí para Hoseok que nos miraba tan atentamente con una sonrisa de oreja a oreja que me hizo tener un ligero rubor.
—Espero que cuides bien de ella —me palmeo la espalda— ya está desparasitada y ya podemos destetarla, así que es toda tuya.
La primera noche fue muy interesante, había puesto unas mantas en el suelo para que pudieras dormir pero al parecer eso no estaba en tus planes, tus pequeñas patas trataban de empujar la puerta de mi habitación y con ellas tus pequeños llantos que siempre fueron mi debilidad. Pase tus mantas a un lado de mi cama y acaricie tu cabeza esperando a que conciliaras el sueño pero no lo hiciste, en vez de eso me dedicaste una mirada cristalina de esperanza para dormir a mi lado.
El calor que emanabas siempre me ayudaba a conciliar el sueño, eras como mi somnífero, cada noche ponías tu rostro contra el mío y me mirabas atento, sentía que con esa mirada me decías cuánto me amas y yo quería que nunca dejaras de hacerlo, cuando me iba por al menos una semana de casa mi regreso siempre era eufórico por ti, saltabas y me lamias, tus patas se enredaban en mi cuellos tratando de abrazarme y eso me hacia sonreír. Las noches ya tardes que pasábamos con Jimin parecían hacerte feliz y tengo que decir que me ponía un poco celoso el hecho de que eran muy cariñosos mutuamente pero al final del día siempre me mostrabas de una u otra forma tu cariño y aprecio.
—No podría vivir sin ti —no sé si me entendías pero nada me impedía decírtelo.
Recuerdo hablarte del mundo abiertamente, de lo que me molestaba y de lo que estaba bien, te contaba de mi familia, de mis amigos y también te contaba de cada visita que papá realizaba hacia mi persona, lo cual tú sabía perfectamente que n era completamente de mi agrado y que me causaba conflictos internos.
—Salió corriendo después de eso —no supe en que momento me encontraba en medio de la calle buscando algún rastro tuyo.
Me desespere demasiado que termine en urgencias gracias a que no me fije en el camino y el cruce de peatones provocando un accidente, una costilla y algunos hematomas fueron los que me impidieron por un tiempo no salir a buscarte por mi cuenta, sin embargo Jimin me ayudo un poco en eso.
—Seguí su rastro hasta la casa de la niña a la que ayudo a escapar —explico—. Ella dijo que después de que la dejo se fue rumbo hacia el bosque.
El bosque es muy grande y tu muy valiente por haber salvado a esa pequeña, pero no puedes dejarme con esta preocupación, tienes que volver a mí, tienes que emocionarte cada vez que vuelvo a casa por más corta que sea mi ausencia.
—No puedes dejarme como Mamá —solloce— tampoco como la abuela —talle mis ojos— ella te dejo aquí para que me cuidaras en su lugar —las palabras salían a rastras de mi débil boca que casi se escuchaban como balbuceos.
Las fotos tuyas, tanto solas como conmigo me generaban una enorme tristeza, quería poder pasar mis finos dedos por tu sedoso pelaje que me trasmitía calidez.
—Por favor vuelve —el vaho era lo único que me acompañaba en tu búsqueda, es por eso que tiempo después decidí mudarme a nuestro lugar especial. Mande a construir una cabaña que en todos los aspectos te sentía dentro de ella, por lo menos tenía la esperanza que supieras como volver o que sintieras mi aroma, y si no lo hacías no importaba, yo esperaría por ti hasta mis últimos días, justo en el lugar en donde desapareciste.
Pero a pesar de que esto parecía una locura, podía sentir esa misma calidez y ternura tuya en los ojos de esta chica que jura ser tú, ¿magia?, nunca había creído en ella. ¿Debería hacerlo ahora?, es que no sé cómo tomarlo, no todos los días se te aparece una chica diciendo que es lo que tanto has estado buscando por un año sin poder descansar.
Editado: 19.09.2021