4 semanas después.
Los pies comenzaban a picarme, sentía que las plantillas ortopédicas de mis tenis habían desaparecido por completo y casi andaba descalza. Sentía las manos hormigueantes y el cuello destrozado de tanto revisar documentos en la misma posición. Los lentes redondos se me resbalaban todo el tiempo y juraba que las plaquetas nasales me habían hecho una marca tan profunda que mi nariz estaba casi rota.
Nuevamente, el sonido de la ambulancia entrando a urgencias.
Realmente fue un choque intenso, pensé.
—¿Daena, me puedes traer las radiografías de Jacob Miller? —preguntaba Charlie mientras asomaba la cabeza por la puerta de su consultorio.
—Por supuesto, iré de inmediato —contesté mientras finalmente encontraba lo que buscaba: los análisis de sangre de Mónica Park, la chica a mi cargo.
—Gaena, tráeme café, por favor —gritaba una doctora desconocida mientras Gaena corría por el pasillo con un gran saco de papeles.
—Em, por supuesto, ahora mismo vuelvo —contestó Gaena, frenando su caminar para colocarse a mi lado—. Daena, hazme un favor y tráele un café a la doctora Mitch, realmente estoy muy, muy atareada —decía mientras se frotaba el cabello.
Observé el saco de papeles que sostenía entre los brazos, el cual tenía como etiqueta "Cardiología Sala 1", lo que significaba que eran del doctor Han. Sabía que se encontraba entre la espada y la pared en ese momento, así que no dudé en ayudarla, aunque yo también estaba ocupada.
Gaena comenzó a correr en dirección al ascensor más cercano. Me troné el cuello y, después de pasarle las radiografías a Charlie, fui por el café hasta una máquina expendedora en el piso seis, ya que todas las máquinas del área estaban averiadas, para mi buena suerte. Mientras el ascensor avanzaba, aproveché para cerrar los ojos un momento, anhelando con todo el corazón que el elevador se averiara de repente y cayera al vacío para así no tener que trabajar más.
Cuando el doctor Han dijo que los turnos no terminaban hasta que el paciente muriese o lo hicieras tú, realmente pensé que era una exageración; todos lo hicimos. Pero no era así. W era otro nivel, otro nivel en todos los aspectos. Los pacientes y casos te obligaban a quebrarte la cabeza día y noche para buscar una explicación lógica, la cual a veces nunca aparecía. El contacto y la responsabilidad dada eran tanta que, sí o sí, terminabas siendo parte de todo el sufrimiento y desesperación de los pacientes y familiares, lo cual se tornaba muy frustrante y deprimente para todos.
Solo habían pasado cuatro semanas, y ya me encontraba en ese elevador, anhelando ser la próxima paciente del hospital, solo para pasar unas cuantas horas, acostada sin conciencia en alguna camilla. Sentí la vibración del beeper en mi pantalón blanco lo cual casi me hace llorar, pero no tenía tiempo para eso, debía continuar.
—¿Me buscaba, doctor? —comentó Hannah con una dulce voz.
—Sí, necesito que te hagas cargo de mi paciente. ¿Puedes?
—Claro, lo haré con mucho gusto —sonrió ampliamente. Hannah no se había desempeñado ni la mitad de bien en comparación con Gaena, pero Han y Michael siempre la beneficiaban.
—Si ese es el caso, entonces toma estos casos más —Han le echó encima una pila de hojas.
A veces la beneficiaban. Solo a veces.
Después de terminar con mis pendientes y recados, corrí a la sala de urgencias para ayudar en un accidente. Había ocurrido un choque entre tres autos, y tres niños heridos habían quedado a mi cargo.
Me coloqué los guantes de látex y comencé a limpiar las heridas, pero el primer niño no dejaba de gritar.
—¡Por favor, no! ¡Me duele! ¡Mami, ayúdame! —gritó con lágrimas en sus mejillas cubiertas de sangre y raspones. Su madre estaba inconsciente en una camilla a un lado de él.
—Cariño, solo será un momento, y te vas a sentir mucho mejor, te lo prometo.
—¡Me duele todo! —gritó en medio de un llanto tan intenso que hizo que todo dentro de mí se revolviera—. ¡Ayuda!
Las enfermeras se acercaron a mí y me indicaron que los sedarían a los tres para que pudiera continuar con lo mío. Antes de irme y darle el lugar a la enfermera, el primer niño, llamado Tyler, me sujetó el brazo con fuerza, impidiéndome seguir.
—¡No me dejes! ¡Me duele! ¡Ayúdame!
Comencé a acariciar su cabeza tratando de infundirle confianza mientras la enfermera preparaba todo, traté de tararear una canción para hundir los gritos y sonidos del fondo de la sala los cuales los tenían asustados. Finalmente, la medicina comenzó a funcionar y el agarre de su pequeño brazo se safo de mí. Al revisarlo bien pude observar sus pequeñas piernas destrozadas por el impacto y al momento se me formo un nudo en la garganta
«tengo a mi cargo al área infantil y honestamente no creo poder continuar ahí, siento mi corazón hecho trizas cada que entro al lugar, no tienes la menor idea de lo que daría para que ningún niño estuviera sufriendo como ellos.>>
—Bien hecho doctora Song —dijo Iris palmeándome la espalda mientras terminaba de suturar al último niño—, tal vez deberíamos asignarte al área infantil ¿Qué te parece?
—Honestamente no me gustaría la idea, me llevo bien con los niños, pero, por eso mismo siento que sufro igual que ellos. No creo que sea el lugar correcto para mí, lo siento.
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Editado: 24.09.2024