My Medical Romance

020-Hermanos

El mayor se llevó una copa a la boca, era la quinta desde que había llegado al lugar, Gaena y Han estaban sentados en el mismo lado de la mesa y comían en silencio sin siquiera mirarse el uno al otro.

Fue una mala idea, pensaron ambos.

—¿Cómo te fue en la pesca, padre? —dijo Gaena tratando de aligerar el ambiente.

Oír a Gaena decirle padre a Hank aún se le hacía raro al rubio.

—Bien, nada del otro mundo, solo uno de dos kilos

—Ojalá un día me puedas enseñar —contestó sonriente.

—Cuando estés de vacaciones —dijo y volvió a beber otro trago.

—¿Usted sabe pescar?

El rubio se atragantó con la pasta, no esperaba que le dirigieran la palabra en toda la noche.

—Sí, un poco.

—Pensé que no, a veces olvido que los doctores tienen hobbys aparte del trabajo.

Hank los miró a ambos y después dejó la copa en su lugar.

—Me ofende que digas que solo sabes un poco.

—¿Eh? —el rubio alzó la cabeza.

—¿Yo te enseñé solo un poco?

—No —corrigió nervioso—, es solo que hace muchos años no pesco, así que ya no sé si soy bueno o no. Nisiquiera recuerdo como enrollar la carnada.

—¿Tú le enseñaste a pescar?—dijo alegre.

—Les enseñé a todos, incluso enseñé a Colette a usar una red, iban conmigo todos los años cuando eran niños.

Han sonrió recordando esa escena.

—Oh, casi lo olvido, ¿sabes algo sobre los Faure-Dumont?

—¿Que cosa en específico?

—Colette está herida.

Hank dejó caer un tenedor al suelo, el rubio tragó saliva y se llevó la copa de vino a la boca.

—¿Qué paso?, ¿cómo que está herida?, ¿cuándo? —dijo el mayor claramente preocupado.

—No lo sé, creo que la persiguieron y la hirieron, estaban buscando donde vivía el director. ¿Te han dicho algo los Dumont?, ¿tienes contacto con ellos?

—La verdad es que hace años no los veo —suspiró—, la última vez que vi a Colette fue en la toma de mando de Taylor, y ni siquiera la salude. No tenía idea.

—¿Crees que alguien de la junta quieran aprovecharse de W?

—Son solo teorías —interrumpió Han—, lo que acabas de decir, son especulaciones de Chris. Lo que pasó fue que un vagabundo la hirió, pero ya había pasado antes cuando estábamos en España.

—No es lo mismo —insistió la chica—, una cosa es un asalto normal, otra muy diferente es que directamente te pregunten por alguien más. La amenazaron.

—Incluso si fuera así, no podemos asegurar que las otras veces no fueron por lo mismo —el rubio volteó a ver a Hank cuya mirada lo acechaba—. En ese entonces siempre estábamos muy alcoholizados… no recordamos nada, tal vez incluso ya la habían amenazado desde antes y nosotros no lo sabíamos. No tiene nada que ver con W.

Gaena se quedó en silencio.

—Eso es verdad —dijo Hank—. Si no recuerdan, entonces no pueden sacar suposiciones, pero… aun así es mejor sacar suposiciones extremas, si con eso pueden proteger a Colette, ¿no crees?

—Si… es verdad.

Gaena lo miró de reojo, se limpiaba las manos contra el pantalón a cada rato. Hank también lo había notado, el tema lo había puesto muy nervioso.

—Iré un momento a tomar aire, ¿quieren venir? —dijo el mayor.

Han tomó la muñeca de Gaena por debajo de la mesa.

—Yo no, gracias.

—Yo tampoco padre —contestó ella.

Hank asintió y salió del lugar hasta la terraza. Han soltó lentamente la muñeca de Gaena.

—¿Cómo sabes lo que paso con Colette? —dijo el rubio.

—Daena me contó.

—Ella no puede decirte nada de eso.

—¿Y por qué no?

—No tiene relevancia con el caso —replicó.

—¿Y eso qué?, ella es libre de decir lo que quiera, pensé que estaban trabajando todos juntos.

Han alzo una ceja confundido.

—El contrato era claro, solo cuestiones con el caso, nada que tenga que ver con alguien de la junta.

El ceño de Gaena se frunció aún más, sentía que cada uno hablaba de un tema completamente diferente.

—Espera, espera —replicó la chica mientras manoteaba—, ¿de qué contrato hablas?, ¿qué tiene que ver con la junta?

—Hablo del contrato que Daena firmó para ser testigo ocular de toda la investigación.

Gaena trataba de recordar lo que le había contado días atrás, pero las piezas no parecían encajar, primero que nada porque le había dicho maravillas de la junta y su plan de redención, ya que tenía prohibido hablar mal de ellos.

—Esto rompe el contrato, ella no debía contar detalles de nada que tuviera que ver con nos—

La asiática llevó una mano a su boca, aún seguía hilando sus ideas y él parecía no dejar de hablar.




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