No puedo creer que siendo mi cumpleaños y tenga que estar encerrado leyendo peticiones absurdas de los eruditos...
¡A esto se le llama maltrato al príncipe!
—Eunuco Cho... —Mi anciano compañero gira su torso en mi dirección.
—¿Dígame, Alteza?
—¿A qué hora comenzará la celebración? Ya no quiero leer peticiones reales —Mi boca se vuelve una mueca triste, pero es en vano.
—Alteza, aún faltan más de medio día —Resoplo con fuerza —No se inquiete por favor. Si lo hace feliz, escuché que el general llegó hoy al alba.
Sus palabras me hacen enderezarme en mi asiento.
—¡¿Realmente está de regreso?!
"¡Alteza, el general desea verlo!"
Uno de mis eunucos grita desde afuera de la oficina principal y yo no puedo más que gritar un "¡Adelante!"
Las puertas se abren y logro ver a un hombre caminar con las manos al frente y la cabeza gacha. Viste su gran y pesada armadura negra, con el símbolo de un tigre tallado justo a la altura del pecho.
Llega hasta quedar frente a mi mesa y deja caer una de sus rodillas en el suelo, quedando una de sus manos en forma de escudo y la otra en la espalda.
—Le saludo, Alteza. El general Min, reportandose con usted.
—¡Deja las formalidades, primo! —No puedo contener mi emoción y camino hasta él —Levántate, no tienes que hacer eso conmigo —Se levanta y me mira a los ojos —¿Por qué no me dijiste que volvías? ¡He estado muy preocupado!
El aludido sonríe un poco, mostrando su característica dentadura —Lo lamento alteza, deseaba sorprenderlo en su cumpleaños.
—¡Pues sí que lo haz logrado! —Ahora sí mi celebración está más que completa —¿Cómo está todo en la frontera, Min Yoongi? Tenía seis meses de no verte.
—Todo marcha de maravilla. Hemos contenido pacíficamente a los Jurchen y Ming no ha mostrado signos de una rebelión. He informado al Rey antes de venir con usted.
—¡Oye, eso es ofensivo! —Mis manos se mueven como si una espada fuese atravesada en mi interior —Soy tu primo favorito, debiste correr directo aquí.
—Mis más sinceras disculpas alteza, pero mi deber como general de las tropas reales es visitar primero a su Majestad —Su mirada vuelve a caer en el suelo.
—Tranquilízate —Le doy una palmada en el hombro —Vamos, hay que ponernos al día.
—Pero... ¡Alteza! —En cuanto damos un paso, mi eunuco pega el grito en el cielo.
—Hoy es mi cumpleaños y las peticiones reales pueden esperar hasta mañana, eunuco Cho, así que por hoy he terminado —Arrastro a mi primo afuera antes de que nos detengan nuevamente.
Mientras ambos caminamos por los alrededores del palacio, hablamos de lo acontecido los últimos seis meses desde su partida.
—Un día tienes que llevarme a ese campo de entrenamiento, primo. Me gustaría adquirir nuevas habilidades con la espada.
—No diga eso, Alteza. Un campo de entrenamiento no es un lugar que quiera pisar; además, ya es demasiado diestro en artes marciales como para que pueda aprender algo de simples soldados.
—Primo, mientras tenga mi genial cerebro y mis dos poderosas manos —Abro las palmas de ambas manos frente a su rostro —Puedo seguir aprendiendo muchas cosas.
—¿Qué le sucedió? —Sus ojos se abren al clavarse en mi mano izquierda.
—¡Ah, eso! Hace un par de semanas mi madre me llevó a uno de sus "rituales de sanación", la señora hizo no sé qué cosa y terminé con una cortada —Mis dedos dibujan la cicatriz aún visible.
—¡¿Jin permitió que lo lastimaran?! —Me alerto un poco en cuanto la voz de mi primo cambia.
—No te enojes con él, mi madre fue quien lo permitió —Trato de restarle importancia —Agradezco tu preocupación Yoongi, realmente no tienes de qué preocuparte, Jin es el mejor para cuidar de mi.
Min niega levemente con la cabeza y aprovecho para empujarlo levemente. Ambos reímos y continuamos con la conversación. Así es nuestra amistad, más que tener la relación de familia, es una de las pocas personas que realmente estimo y aprecio en el palacio.
Arriba de nosotros el ocaso está próximo a suceder, cuando Jin aparece ante nosotros.
—Alteza. General —Se inclina y mantiene su vista en el suelo —Su Majestad me ha enviado. Es hora de que se cambie de túnica para la celebración.
—Te molería a golpes aquí mismo —Yoongi golpea abruptamente la espinilla de mi guardia —Pero su Alteza te ha salvado el pellejo, solo no quiero que me vuelva a enterar que le han hecho daño nuevamente a mi primo. Aunque sea la más mínima cortada... Tu pagarás con tu vida, ¿Entendiste?
Jin, sin mover un músculo o emitir algún sonido de dolor, responde temeroso —Sí, mi General.
—Tu nunca entiendes... —Tomo del brazo a Jin y lo llevo conmigo antes de que ocurra una masacre —¡Te veo en banquete, primo!
Con mi felicidad a tope, camino hasta mis aposentos, esperando con ansias que el tiempo se vuelva solo un poco más rápido.
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—¿El banquete ha sido de su agrado, Alteza?
—Ha estado excepcional —El encargado de la cocina real esboza una sonrisa y me agradece con una inclinación.
—Gracias por sus palabras. Me retiro —Así, el pequeño hombre se aleja con las damas de la corte, quienes llevan los platos vacíos.
La noche ha sido espectacular, el cielo está lleno de luces llamadas estrellas y la luna no ha dejado de destellar, proporcionándole a la velada un toque mágico y especial.
—¡Que entren los bailarines! —Escucho a lo lejos y veo como las puertas principales son abiertas para que tres filas de mujeres y hombres vestidos de manera tradicional lleguen hasta el centro de la plaza.
—¿Usted se ha encargado de todo, ministro de ritos? —Mi padre pronuncia en alto, haciendo que los ministros (quienes también están sentados presenciando el espectáculo) coloquen su atención en él.