No me atreví. Realmente no me atreví a dar la vuelta. La cara de Sarah lo decía todo. Me quedé helada. Es que esas cosas solo tienen que pasarme a mí... Mi vida es un desastre. Joder, eso sería quedarse corto.
Vaya situación.
—¿Sarah? —lo oí decir detrás de mí con una voz áspera y con sueño. Espera, espera, espera... ¿Ha dicho Sarah? Fantástico, a ella sí que le recordaba. Increíble. ¿Me reconoció a mí también y sólo estaba fingiendo no hacerlo? Uff...
—¿W-William? —Tartamudeó mi mejor amiga—. ¿Debo volver? —preguntó con incertidumbre.
—¡No! No es lo que parece... —creo que debería haber dicho otra frase, esta es muy típica, aunque, claro, aquí no pasó nada. Will comenzó a reír y pasó por nuestro lado.
—Ha sido agradable volver a verte de nuevo, Sarah, pero creo que debería volver a casa antes de que mi hermana se preocupe. Adiós —y dicho esto bajó las escaleras. Sarah y yo nos quedamos en silencio hasta que la puerta principal se abrió y cerró detrás de William.
La rubia me agarró de la muñeca y tiró de mí dentro de la habitación.
—¿Qué demonios está pasando aquí Sid? —negué con la cabeza.
—¡Él no me reconoció, y a ti sí! —Dije muy sorprendida y un poco decepcionada a la vez— pero menos mal que no lo hizo —añadí, más bien lo dije para convencerme a mí y disimular mi decepción. Además, es mejor que él no se acuerde de mí... Suspiré y me senté en la cama.
—Sid, ¿estás segura de que no te reconoció? Digo, a mí me ha reconocido a primera vista, así que seguro que a ti también—dijo sentándose a mi lado, en la cama. Asiento con la cabeza—. ¿Estás segura al cien por cien de qué no?
—Si, al cien por cien... Créeme, de otro modo lo de anoche nunca hubiera ocurrido aquí.
—¿Y cómo fue despertar a su lado? —dijo imitando la voz de periodista mientras cerraba la mano en puño y lo acercaba a su boca.
—Vete al infierno, Sarah —dije riéndome—. No me gusta y lo sabes —le respondí con una sonrisa. Ella negó con la cabeza mientras se reía. Miró alrededor de mi habitación.
—¡Oh, un balcón! —gritó antes de levantarse y correr hacia allí. Abrió la puerta y salió. Yo me dejé caer en la cama de espalda y suspiré.
—Y ahora... —comenzó Sarah acercándose a mí— cuéntamelo todo.
Le expliqué todo desde que pisé Brooklyn. Ella me escuchó atentamente y de vez en cuando asintió con la cabeza. —Y ayer... Ayer se le olvidaron las llaves de su casa y tuvo que saltar desde mi balcón al suyo... ¿Y cómo acabó en mi cama? Pues no tengo ni idea.
Cuando acabé de contarle todo, cogí el móvil, y lo primero que abrí fue mensaje, vi una conversación con un número desconocido.
Número desconocido: «Baja un poco el volumen de tu portátil, se escucha hasta aquí»
Yo: «¿William?»
Número desconocido: «Nat me dio tu número»
Yo: «Ah»
Número desconocido: «¿Qué estás viendo»
Yo: «Una película...»
Número desconocido: «¿Puedo venir? Me aburro mucho»
Y aquí terminó la conversación...
—Emmm... Sid, ¿estás segura de que no has estado bebiendo? —preguntó Sarah. Levanté mi vista hacia ella, y me sorprendí al ver que ella sostenía tres botellas de cerveza. Y las tres estaban vacías.
—¿Qué? —y de la nada empecé a recordar.
De hecho, ayer Will llegó en mitad de la noche con alcohol para mirar una película. ¿Cómo es qué acepté beber con él?
—Uff, suerte que no pasó nada peor —de alguna manera yo estaba aliviada. Sarah y yo hablamos un poco más sobre el tema y luego empezamos a hablar de cualquier otra cosa.
—¡Vámonos de compras! —sugirió Sarah, ella es una fanática de las compras. Yo tampoco me quedo atrás, pero yo no podría pasarme todo el día de compras como Sarah.
Asentí y corrí hacia mi armario. Rápidamente me puse un vestido floral que me llegaba un poco por encima de las rodillas.
Una vez lista, salí de casa con Sarah.
Sarah no se dejó ninguna tienda. —Hoy es un día para salir de fiesta! Quiero decir, he oído que aquí hay una fiesta casi cada fin de semana —levanté las cejas y tomé un top de cuadros.
—No lo sé, apenas conozco a alguien aquí —le contesté sin rodeos.
—Pero seguramente Will o... —ruedo los ojos.
—Traerlo ahora no entra en el juego —digo haciendo un puchero.
—Oh, por favor, yo no voy a estar siempre aquí... ¡Vengaaa, quiero ir a una fiesta! —dice alargando la a.