My stupid neighbour

Capítulo 19

—Los dos estamos descalificados, ¿verdad? —Rompí el silencio que había entre Will y yo.

Asintió con la cabeza y, de repente, empezó a llover.

—Levántate —dijo Will antes de levantarse.

—No puedo. ¿Ya has olvidado? —Siseé, con los brazos cruzados. Entonces William hizo algo que no me lo hubiera esperado nunca, ni en mil años. Se arrodilló ante mí y me pidió que me subiera a su espalda.

—¿Estás seguro? —Murmuré, pero él no había entendido ni una sola palabra de lo que había dicho. Envolví mis brazos alrededor de sus hombros y cuando él se puso de pie, agarró mis piernas muy cerca de mi trasero. Yo estaba a punto de bajarme, pero no podía permitirme eso en esta situación.

Los cascos colgaban de mi brazo derecho, y sostenía los marcadores en mis manos. Tenía que tener cuidado de no darle en la cara a Will. Los dos estábamos mojados. Y no tenía parecía que la lluvia fuera a parar. Puse mi cabeza en el hombro de Will, sin darme cuenta. Tenía la nariz en su cuello.

En esta posición podría dormir bien. Él no llevaba desodorante ni perfume. Era su propio olor. Me gustaría estar en esta posición todo el día.

—¿Qué estás haciendo? —Preguntó de repente y se me puso la piel de gallina.

—Nada… —murmuré.

—¿Debería tomar eso como acoso sexual?

—Tómalo como quieras —respondí con niebla; él rio.

—Tu respiración me calienta el cuello —dijo con una sonrisa en su rostro. Mis mejillas se volvieron rojas, pero su declaración no me impedía hacer lo que estaba haciendo. Era casi como una droga.

—¿Comemos aquí? —Preguntó. Abrí los ojos y vi que estábamos de vuelta con los demás. Así que la mayoría de ellos ya estaban descalificados. Me pregunto quién sigue en el juego.

—Sí —le dijo Mae—. Pero tenemos que caminar otros 700 metros.

—¿Qué le pasó a Sid? —preguntó Mae preocupada.

—Se ha torcido el pie y se supone que Connor iba a volver a por ella con… un profesor —replicó.

—Caleb —murmuré soñolienta—. Su nombre es Caleb —Mae tomó todo lo que tenía de mis manos y señaló a la cabaña.

—Deberías quitarte las cosas —Will asintió y me sentó en un pequeño taburete en la mini cabaña.

Con un suspiro me quité el chaleco. Entonces vi que Caleb entraba completamente empapado.

—Lo siento Sid, no encontré el árbol —se disculpó.

—Ya me lo había imaginado —murmuré mientras quitaba los pantalones de paintball de mis piernas.

—Pagaré tu comida —sugirió con esperanza. Antes de que pudiera responder, Will intervino.

—¿A quién le vas a pagar la comida? —Dijo apresurada e incontrolablemente.

—Está bien. No fue tan malo —dije después de mirar a Will. Caleb estaba un poco confundido y salió del lugar poco tiempo después.

—¿Qué fue eso? —Siseé a Will—. ¡Podría haber conseguido comida gratis! —Will se cruzó de brazos.

—Si un chico te ofrece comida, quiere algo de ti. Eres demasiado ingenua. Si quieres algo libre, te la puedo pagar alegremente —dijo.

—¿Sabes lo que acabas de decir? —Dije, sacudiendo la cabeza.

—No es ninguna broma —dijo con una voz emocionada.

—Además, no creo que Caleb sea como los demás. Y dudo que haya tenido una novia —dije.

Volví a sentir mi pierna y creo que ahora debería ser capaz de ponerme de pie.

—¿Puedes caminar? —me preguntó Will.

Me detuve. Podría mentir... y pasar estos 700 metros sobre su espalda. Con un suspiro asentí antes de levantarme.

—Sí… —dije decepcionada. Will abrió la puerta y juntos salimos.

No pasó mucho tiempo antes de que Ryan saliera con Phoebe fuera del bosque. Probablemente son los ganadores. La sonrisa de Phoebe lo decía todo.

—¿No crees que hacen una pareja dulce? —preguntó William. Asentí con cautela. Si supiera…

La lluvia se había detenido, pero mi camiseta seguí mojada.

—Sid —Phoebe vino corriendo felizmente hacia mí.

—Hemos ganado —dijo alegremente.

—Ya me he dado cuenta. Ahora ve a cambiarte que mi estómago ya está gruñendo —le dije con una sonrisa en la cara. Ella asintió apresuradamente y cuando regresó caminamos juntas.

El restaurante era un pequeño edificio vacío. Entramos y nos sentamos en las mesas, como en el recreo de la escuela.

—¿Qué es quieren? —preguntó una camarera que llevaba un escote y tenía alrededor de cuarenta años. Mientras miraba a mi alrededor, me di cuenta de que Caleb era el único chico que no la miraba.

—¿Qué es tan interesante? —pregunté sin contenerme, con asco. William formó dos senos con las manos.




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