El sonido del pestillo de la puerta por la que entramos al hangar nos tomó por sorpresa a todos, enseguida escuchamos el ruido, tomamos nuestras armas y apuntamos hacia la puerta, esperando lo que se avecinaba. La puerta se abrió lentamente, tragué saliva y sostuve firmemente mi rifle. La puerta se abrió completamente, y lo que se podía apreciar era una figura humana en el marco de la puerta. La figura se llegó a apreciar mejor cuando entró al hangar, era un hombre, a juzgar por la apariencia, cuarentón, llevaba abrigos grandes y unos jeans oscuros junto con unas botas y un gorro. El hombre se llevó una gran sorpresa al ver que nosotros estábamos allí, y nos quedó mirando, con una expresión facial que mostraba terror, estaba asustado.
—Oh... mierda —exclamó en voz baja levantando los brazos hacia arriba.
El sujeto poseía un arma, un subfusil MP5 pero al estar en semejante situación, no la tomó y en cambio, alzó los brazos. En medio de un tenso momento, una voz de fondo se escucha de afuera.
—¡Marcus! ¿Qué está pasando allí?
Luego de que se escuchara esa voz, otro sujeto entró al hangar por la misma puerta. El tipo se percató de lo que estaba sucediendo, éramos nosotros apuntándole al hombre que llegó primero, que al parecer se llamaba Marcus. Éste último estaba nervioso, se dio cuenta de que el otro sujeto entró, y con una voz grave y sólida, habló.
—Connor, no hagas nada estúpido, por favor te lo pido.
Connor al parecer era el otro sujeto, relativamente más joven que Marcus. Al escuchar lo que Marcus dijo, huyó hacia afuera sin más.
—¡Connor! —gritó el hombre.
—Quédense aquí. Lo voy a buscar —dije mientras salí en busca del chico.
—¡Ethan!
Escuché la voz de Bianca, pero no le hice caso, salí corriendo hacia afuera buscando a Connor que se fue despavorido. Al salir, miré hacia la izquierda por donde había salido el chico, aún lo veía correr, su velocidad era un poco lenta puesto que llevaba una mochila. El joven se dirigía hacia una pequeña cabina, aún cuando llevaba peso encima, no logré alcanzarlo antes de que entre. Sin embargo, el chico dejó la puerta abierta de la cabina, cosa que sorprendió un poco, puesto que si te siguen, haces lo posible para que dejen de hacerlo, ¿no? A no ser que el chico no se haya dado cuenta de que lo estaba siguiendo, pero no le di más preámbulos y decidí entrar.
Al entrar, me di cuenta el por qué la había dejado abierta. Era una trampa.
Cuando entré, me topé con dos hombres y una mujer esperándome dentro de la cabina equipados con armas de fuego, y a un lado, el joven al que estaba siguiendo, un poco agotado, sosteniéndose en sus rodillas, pero sin un arma. Los sujetos me apuntaron a una velocidad vertiginosa y al segundo ya sus armas apuntaban a mi cabeza. Todo acababa aquí, supuse. Levanté mis brazos en señal de rendición, esperando mi final. Miré hacia el suelo, desesperanzado, pues todo lo que hice en el pasado ya no valdrá nada cuando me disparen, pensé. Todo esos pensamientos circulaban por mi cabeza en ese momento, hasta que de pronto, apareció alguien por detrás mía, entrando a la cabina, era Marcus, el hombre al que nosotros le apuntamos primero.
—¡Oigan, no hagan esto! —ordenó.
Uno de los hombres que me estaba apuntado, que llevaba lentes puestos, también parecía más joven que Marcus, al igual que el chico al que seguí. El hombre, de baja estatura, una barba de unos días, pelo largo y atado, delgado, parecía confundido con la petición de su amigo.
El otro hombre, parecía un poco más joven. Llevaba una gorra negra, al igual que Marcus, ojos azules claros, lampiño, más alto que el otro sujeto. Compartió la misma expresión que el otro, de confusión.
La mujer, en cambio, era considerablemente joven, pelo rubio y largo hasta la cintura, de muy baja altura, ojos verdes y pequeños. Ella no cambió su expresión, siguió igual de seria, con el arma fija apuntándome.
Connor, el chico al que seguí, de pelo castaño y corto, ojos marrones oscuros, más o menos de mi misma altura, llevaba puesta una camisa con el logo de un videojuego conocido. Aún estaba recuperándose de la carrera de hace unos momentos, no le prestó mucha atención a la situación.
—Por favor... —exclamó Marcus.
—¿Qué pasa? —preguntó la chica, que se sumó a la confusión de sus compañeros.
De pronto, Bianca, Ian y Beatrice, aparecieron lentamente apuntando hacia Marcus, con Victoria detrás de ellos. Los sujetos, sorprendidos ante esto, cambiaron sus expresiones repentinamente.
—¡Ethan! —soltó Bianca al verme.
—Espera, quédate ahí —le ordené—. Estoy bien —comenté tratando de calmarla.
—Robert... Sean... Heather... suelten por favor sus armas —ordenó Marcus una vez más casi suplicando.
Marcus al nombrar a los demás, los miró a cada uno de ellos, por lo que los pude identificar claramente. Robert era el hombre de pelo largo y atado. Sean el rubio con gorra de ojos claros y obviamente, Heather la chica.
Editado: 13.05.2018