Cuando nos enteramos de que Belinda, a espaldas de todos, se había puesto de acuerdo con la policía para ir a la cita con Dante. Tuve que contener a Ricardo de ir hacia allá.
Pero sólo bastó unos cuantos minutos para que nos informarán que las cosas no habían salido del todo bien, y ahora se encontraban en el hospital.
De inmediato, nos pusimos en marcha.
- ¿Cómo está Kate? – le pregunto a sus padres cuando los veo.
- Por el momento está sedada. Pero está bien – dice su madre, dándome una sonrisa triste.
- Menos mal – dice Karen a mi lado. Ellas se habían convertido en buenas amigas desde que estamos juntos.
- ¿Y Belinda? – pregunta mi amigo -. No veo a sus papás por aquí – aun cuando lo dice, sigue buscándolos con la mirada.
Las lágrimas que caen por su rostro me inquietan.
- Lo siento chicos – apenas logra decir -. Ella no… - no puede terminar la frase por lo que su marido la abraza, pero con lo que ha dicho es suficiente para que lo entendamos.
Ricardo es quien peor toma la noticia. Tuve que llevarlo a uno de los asientos, ya que parecía retorcerse.
Su cara es de sufrimiento. Pero cuando escuchamos a uno de los oficiales decirle a la pareja que no tenía de qué preocuparse, ya que el hombre que tenían estaría custodiado las 24 horas. Se puso peor.
Mi amigo estaba dispuesto a ir a su habitación, sin importarle cuantos agentes estuvieran, para matarlo de una vez.
Podía entenderlo, yo también lo deseaba, pero no iba a permitírselo.
Hizo falta la ayuda del papá de Kate, así como de uno de los enfermeros, para que desistiera.
¿Cuándo se acabará esto?
Entro a la habitación de Kate ahora que está despierta, pero por su semblante, no parece haber más diferencia que sus ojos abiertos.
El doctor nos advirtió que podía tardar un poco en asimilar todo lo sucedido.
Yo aún no podía hacerlo, y eso que no lo había visto de primera mano.
- Hola Kate – la única reacción que obtengo, es que sus ojos se giren hacia mí, antes de mirar al frente.
Me siento en una silla que está a su izquierda.
- ¿Cómo te encuentras? – no dice nada, pero ya sabía que podría pasar -. Todos estuvimos muy preocupados por ti.
La tomo de la mano.
- Karen está afuera, pero sólo permitían que pasara una persona a la vez.
Seguía sin tener respuesta.
- Siento mucho lo que sucedió.
Nada.
- No me gusta verte así – acerco su mano a mi cara -. Todos estamos mal por lo que le pasó a Belinda. Lo sabes. No debes seguir así. Tus papás están afuera, preocupados. No imaginas todo lo que han sufrido desde que supieron que te habían raptado.
Sigue ahí, quieta. Sin siquiera verme. Sólo una lágrima que ha derramado me asegura que me escucha.
Pero nada más.
Voy de inmediato luego de enterarme que Kate está aquí.
- Hola Alex.
Es al imbécil al primero que me encuentro en el pasillo.
- Me dijeron que trajeron a Kate aquí.
- Si – lo corrobora.
- Voy a verla – lo paso de largo.
- ¡Espera! – me dice, y aunque no lo deseo, me detengo y giro hacia él.
Espero que no trate de prohibirme verla porque no sabe lo que puedo hacer por eso.
- Ella no está bien.
- ¿Qué le pasó? – me acerco a él.
- Está como en shock desde que llegó. ¿Sabes lo que ocurrió?
- No. Apenas Karen me dijo que estaba aquí, colgué para venir.
- Ese tipo, Dante, se comunicó con Belinda para que pagara el rescate, pero con la condición de que ella lo entregara. Al parecer, a espaldas de todos, le dijo a la policía que lo haría y se pusieron de acuerdo para hacer una redada – hace una mueca -. Las cosas no salieron bien – mi respiración se agita -. La casa en la que estaban estaba en ruinas, y una parte terminó cayéndose.
- ¿Qué le pasó a Kate? – sólo necesito saber que está bien. No me gusta lo que dice.
- Te lo dije, está en shock, pero por lo demás, se encuentra bien. Está así porque Belinda murió cuando una parte de la casa se derrumbó.
- ¿Qué? - el sigue hablando.
- Murió al instante por un golpe en la cabeza – niego con la cabeza, sin poder creérmelo -. Otro que salió dañado, aparte de algunos oficiales, fue Dante. Una viga le destrozó las piernas. Hace un momento estuvo en quirófano para tratar de salvarle una, aunque no lo lograron.
- Me alegra.
- Ni que lo digas. Ricardo está muy mal. Él la quería de verdad – ve sobre mi hombro, como si pudiera verlo desde ahí, pero sé que no hay nadie más que nosotros.