Nadie necesita saber

Poliamor y algunas ilusiones

Es fácil creer que aquella persona de quien estás enamorado te observa de la misma manera que tú lo haces cuando mantienen contacto visual y se emboba, tanto así que te sería imposible aceptar tan rápido que no eres tú la razón por la que se embobó cuando hicieron contacto visual. El amor nos hace creer en algunas ocasiones, cosas tan absurdas que cuando nos damos cuenta de que lo son, nos sentimos estúpidos.

Heimdall creyó que había ganado el corazón de su primer amor la primera hora del lunes en la que tocó su hombro para pedirle un bolígrafo y este le mostró una cara embobada, mientras le entregaba un portaminas. Sí tan solo se hubiera detenido un momento, un pequeño momento a ver el tipo de cara que puso y no a sonreír por el torpe error de su amigo, se habría dado cuenta que esa facción no nació con verlo, ya estaba ahí desde mucho antes de que llamara su atención, porque el muchacho hablaba con Emil o al menos hacía el intento, pues el niño de cabellos rizados estaba tan avergonzado de confesarle sus sentimientos que buscaba donde meter su cabeza. Por cierto, no fijaron una relación formal o tan siquiera una informal. Se lanzaban miradas amorosas y Niels les daba otro sentido a sus caricias de pelo o cuando jugaba con los dedos se Emil, sin embargo, nunca hubo lujuria en sus intenciones.

La tensión entre estos dos fue bajando por cada vez en la que los profesores reprendían a Niels por estar conversando con Emil, eso era porque su voz se escuchaba más fuerte que la de su compañero y también por la fama que Emil tenía en el instituto. Ningún profesor tenía en la cabeza la idea de que él pudiera estar verdaderamente conversando con Niels y creían que este solo trataba de distraerlo. Cuando llegaron las clases de matemáticas, fue ahí donde lo regañaron más veces, también lo amenazaron con cambiarlo de lugar todo el año para que aprendiera a no distraer a las personas.

Tenían tantas cosas por hablar que las palabras estuvieron próximas a salir de sus manos. Niels detestaba la idea de arrancar hojas de sus cuadernos, porque adoraba que estas estuvieran en un número cerrado y tampoco podían arrancar una del cuaderno de Emil porque estaban foliadas. Sí querían seguir hablando, debían pedir una hoja prestada lo más pronto posible. Entonces el muchacho de aspecto rebelde le pidió una hoja a Heimdall, quien no tardó más de tres segundos en arrancarla y entregarla. El sonido de la hoja siendo arrancada destacó por toda el aula a tal grado en el que la profesora volteó a ver a ese grupito de amigos y los consumió con su mirada.

La hoja se terminó pronto y volverle a pedir a Heimdall era un tanto vergonzoso. Emil le rogó a Niels para le pidiera una más a Theo y como era de esperarse, se negó por tratarse de él. Al final creyó haber agarrado una hoja de su cuaderno, pero terminó arrancando una de las de en medio de Niels por error, eso fue porque la forma en cómo ordenaban sus mochilas las hacía quedar una delante de la otra y sacó un cuaderno de su compañero por error. Prefirió guardarlo y fingir que no había ocurrido nada.

En el receso el grupo de amigos se reunió para conversar sobre lo acontecido en la noche del baile.

—Astrid estuvo en el baile —dijo Simeón y agregó Sofonías—. Creo que la distancia entre nosotros se redujo un poco.

—¿En serio? —Theo levantó una ceja y preguntó con un tono un tanto despectivo— Yo te vi igual de tímido que la última vez. Sí no aprovechas la juventud y todo lo que el siglo XXI nos ofrece para estar más cerca de las chicas de Cosmos Rose, vas a perder a Astrid. Y no hablar de que en realidad Sofoneón son dos personas. ¿Astrid estará bien con un poliamor?

Al parecer los gemelos también fueron víctimas del pesado humor de Theo, sin embargo, en vez de enfadarse con él, se enfadaron entre ellos. Sofonías y Simeón intercambiaron miradas y arrugaron su frente. El primero en notar la rivalidad de los hermanos fue Heimdall e hizo lo posible por cortar esa espantosa mirada con su cuerpo. Quien no se quedaría callado por el comentario sería Niels, como era de esperarse.

Antes de que soltara una bomba de insultos y verdades, en donde delataría que salía con la prima de Emil a escondidas, el mismo Emil le pisó tan fuerte el pie que lo único que pudo expresar fue un grito. Todos se extrañaron. El pisotón fue tan fuerte que Emil se arrepintió profundamente y lo llevó a la enfermería mientras replicaba un montón de disculpas.

Al estar dentro del lugar esperaron al enfermero.

—¿Qué demonios fue eso? ¿Por qué me pisaste? Iba a defender a Sofonías y Simeón. Que me gustes no significa que no pueda enfadarme contigo.

—¿Podrías cambiar esa palabra por otra? —dijo Emil mientras sus orejas se coloraban por lo que su compañero dijo con anterioridad— Algo como… “¿Qué carambas fue eso?”

—Okay, lo haré, pero respóndeme. ¿Por qué me pisaste? Ese pisotón debió ser para el tonto Tetew.

—Porque sé que ibas a mencionar su secretito.

—Lo iba a hacer, ¿qué hay de malo con eso?

Emil se cruzó de brazos, formó una línea recta con sus labios y levantó una ceja.

—¿Qué qué hay de malo? Perdóname Nilo —sí, hacía menos de 3 segundos se le había ocurrido un nuevo apodo a su amigo—, en serio, perdóname por lo que tengo que decirte: te das a notar que no tuviste padres sobreprotectores con ese comentario.

—¿A qué te refieres?



#22871 en Novela romántica
#14622 en Otros

En el texto hay: boyxboy, academia, amorimposibe

Editado: 26.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.