Desperté, todo era igual, sólo que esta vez me encontraba ansioso de llegar al instituto, quería ver a la chica que me robó el sueño, quería ver si las posibilidades de conocerla que me había inventado en la noche anterior servirían de algo.
Me encontraba en el salón esperando el inicio de las clases, tenía mi libreta abierta, admiraba el dibujo de la chica. Había por lo menos ocho personas en el aula, sonó la campana y en tan sólo unos instantes todos los estudiantes se encontraban allí. La chica estaba en su lugar, me encontraba dispuesto a hablarle, pero en ese instante entró el maestro, comenzó la clase y no tuve oportunidad de decirle ni una sola palabra.
El maestro sacó una lista, ¡escucharé su nombre!, era la lista de asistencia, comenzó a llamarnos uno a uno, estaba atento, cuando por fin la escuché decir presente.... Naomi, que lindo nombre. ¡su nombre era Naomi! Naomi, Naomi, Naomi, podía quedarme todo el día diciendo aquel nombre, Naomi, Naomi, Naomi.... ¡ya basta! tenía que parar… ¿qué rayos me sucedía?, estaba cayendo demasiado bajo, este no era yo, era una fuerza extraña e indescriptible… ¿esta aturdidora reacción de mi cuerpo era amor?... ¡pero si ni siquiera la conocía!, ¿por qué nosotros los seres humanos éramos tan simples y predecibles?, tan sólo con ver una cara bonita ya nos sentíamos enamorados, era deprimente. Quería conocerla, quería confirmar que ella era especial porque yo lo sentía, quería demostrarme a mí mismo que yo no era como las demás personas superficiales… pero ¿cómo podría llegar a ella?
Toda la semana fue así, yo en las nubes por culpa de Naomi y sin poderle decir ni una palabra. Al menos en el transcurso de la semana no tuve ninguna conversación incómoda con el señor Takashi, mejor dicho no tuvimos ninguna conversación, sólo intercambiamos algunas cuantas palabras, creo que ya se estaba cansando de insistir, para mí era perfecto, una preocupación menos en mi cabeza.