—¡Apúrate, Nathalie! No llegaré tarde por tu culpa. —gritó Nate desde el piso de abajo.
—¡Dame un minuto más! Ya casi termino. —cerré la puerta del armario, y suspiré frustrada. ¿Dónde diablos estaba el maldito bolso?
—¿Un minuto más? ¡Nathalie por el amor de dios, llevo una hora esperándote! —volvió a gritar.
—¡Demonios, Nate! ¿Quieres callarte de una vez? —juro que si dice una sola palabra mas le revoleare una silla por la cabeza. Menudo impaciente.
Seguí revolviendo todo, pero fue inútil. El maldito bolso no estaba allí.
Segundos más tarde escucho como se abre la puerta de mi habitación.
En la puerta se encontraba un furioso Nate. Este, primero inspecciono la habitación y luego fijo la mirada en mí, que me encontraba en sentada en el suelo buscando en el cajón de mi mesa de luz.
—¿Se puede saber por qué demonios tardas tanto? —se adentró más para poder ver mejor el desorden que había hecho, luego siguió —Braiden junto con los chicos ya están en casa de Keyla y nosotros ni siquiera estamos en camino. ¿Qué diablos estás haciendo?
—No encuentro mi bolso. He buscado por cada rincón de la habitación y no lo he encontrado —abrí el último cajón que me quedaba y tampoco tuve suerte. Me enderece y fui a sentarme sobre mi cama. Una vez allí, por fin levante la mirada hacia el engendro que había entrado en mi habitación sin permiso.
Nate, que se encontraba de espaldas a mí, comenzó a girarse despacio con una cara de que en cualquier momento me asesinaría.
Una vez volvió a fijar la mirada en mí, espetó
—A ver si entendí bien —hizo una pausa y se pasó la mano por el cabello, despeinándoselo un poco más de lo que estaba. Luego continuó—¿Acaso me estás diciendo que llevo esperándote una hora por un maldito bolso? —me dio una última mirada, cerró los ojos y respiro profundo, en clara señal de querer calmarse.
—Se como suena pero déjame decirte que —solo eso me dejó decir, ya que levanto su mano en señal de que quería que me callara. Me levante apenada y cuando quise volver a hablar, dijo
—Le prometí a Keyla que llegaría temprano porque quería darle una sorpresa y tú me estás diciendo que perdí la oportunidad de declarármele a la chica que realmente me gusta tan solo ¿¡por un maldito bolso!?
Con que ese era su problema. Quería ver a su noviecita, o al menos eso era lo que esperaba conseguir esta noche.
Lo miré un tanto asombrada; luego siguió
—Parece que te encanta hacer siempre lo mismo. Sabias muy bien que hoy necesitaba estar allí y te ha importado nada.
Siguio hablando. En cuanto a mi, mi cara lo decía todo. Estaba pasmada.
¿Acaso sería capaz de enojarse por eso?
Cuando volví en sí, como pude le respondí
—¿Me estás hablando en serio? —tan solo me salió decir eso. No podía creer que me esté diciendo tal idiotez, como si fuera que era la única oportunidad que tenia de declarársele.
—¿Acaso me estoy riendo? —se señaló la cara. —Sabes lo romántica que es y pedirle que sea mi novia el día de su fiesta de cumpleaños era algo que llevaba planeado hace ya varias semanas.
—Oh, pero por favor ni que fuera que le quieres proponer matrimonio. Aún sigue siendo su cumpleaños y dentro de media hora también lo será, así que no te pongas tan dramático. Llegaremos a tiempo y le podrás pedir que sea tu novia antes de que se convierta en calabaza —bromee.
—Hablo en serio Nathalie. —de repente, a mi también me empezó a subir la temperatura.
—Primero que todo, deja de llamarme Nathalie como si estuviésemos en una maldita telenovela. ¿Quieres? Y segundo, ¿Desde cuando eres tan fan del romanticismo? Que yo sepa solías tirarte una zorra cada fin de semana, así que no estaría entendiendo por qué de repente te pegó todo el asunto del romance. —me reí un poco de la situación y al parecer eso puso el mal humor de Nate en la estratósfera
No podía tomarme esta discusión en serio. Estabamos discutiendo por la cosa mas ridícula del mundo. Pero, conociendo a Nate se que lo siguiente que dirá hara que quiera partirle la cara.
Mi profecía no tardo mucho en hacerse realidad
—Tú, mejor que nadie, sabe lo mucho que me costó acercarme a ella, es una chica que realmente me interesa y quiero hacer las cosas bien, ¿Tan malo te parece que quiera cambiar por alguien? Hasta yo me he dado cuenta que ya va siendo hora —se acercó más a mí y volvió a decir —Pero que sabrás tú de pareja si la única vez que tuviste una fue un pobre idiota al que le has puesto los cuernos de una manera olímpica. —sonrió sin una pisca de gracia.
Maldito bastardo, lo mataré.
—Touché, mi querido amigo. Ahora sí que me la has jugado. —me volví hacia atrás, alejándome de él porque conociéndome, en cualquier momento le revolearía con algo.