Nathaniel

Capítulo |6|

En un abrir y cerrar de ojos llegó el viernes, las cinco empacamos nuestro escaso equipaje, dos uniformes, una bata de dormir y un par de zapatos. A las tres de la tarde llegaron dos autos muy elegantes, uno azul oscuro de Alexander y un otro negro de Marcus.

—Margareth, Victoria y Amaya irán con Alex —informa el señor Vega con suavidad abriendo la puerta de su auto—. Alice y Monica vendrán conmigo, adelante señoritas Howlland y Bennet.

Por instantes quisiera ir con ellas, estoy segura que será mil veces más cómodo lidiar con Marcus que con Alexander.

»Los siete nos veremos en casa de Alexander para almorzar juntos y explicar el plan del fin de semana, así como su prueba de integración a la universidad el próximo lunes.

—Entendido —le respondo pues el resto están calladas.

***

Después de casi una hora de trayecto, el joven Marcus nos indicó el camino a la entrada de la elegante casa, no puedo evitar sentirme cohibida ante el cambio tan brusco de un instituto que vive con base a la beneficencia a la casa de la familia más acaudalada del pueblo. Oh por favor, parece un castillo moderno.

A nuestra entrada nos espera un enorme comedor con un festín, al centro hay postres que en la vida había visto, platillos muy llamativos a las orillas, nos sentamos y cuatro amables señoras comienzan a servir. May me da pequeños golpecitos con su pie, debe estar nerviosa.

Dos mujeres más se unen, una de tal vez veinticinco años y una pequeña de ¿Ocho? Aranza y Dominic Owens, son más hermosas en persona, tienen la cabellera rubia de Alexander, ojos azulados, facciones muy bonitas y finitas.

—Hola soy Dom, la chica favorita de Marcus—dice la pequeña.

El hombre ríe con calidez despeinando los lisos cabellos de la niña.

—Come que se enfriara, Dom.

En el otro extremo de la mesa Aranza permanece callada y sonriente, asusta, Alexander le da unas cuantas indicaciones para acordar, pero las acata como órdenes. Así fue todo el almuerzo. Otra cosa que noté es que Marcus no le quita la mirada de encima, el pobre no recibe ni un vistazo rápido de regreso.

Al término nos permitieron explorar la casa, así como llevar nuestros equipajes a las habitaciones que nos asignaron a las tres.

No se me hizo tan extraño cuando Alex invitó a dar un paseo a May. Me toca recorrer sola puesto que las chicas se quedaron con Margaret en la habitación mientras Marcus se desocupa para llevarlas a su casa.

Estoy segura que habemos más de quince personas andando por la casa y aun así se siente vacía, pareciera que a parte de mí no hay nadie más.

A unos cuantos metros escucho murmullos y decido acercarme.

—Desde pequeña fuiste la niña más hermosa que he visto —le confiesa él, pese a que no me agrada; sus palabras parecen limpias y las miradas no mienten—. Recuerdo como se enfada Nina cuando paseábamos por los pasillos del orfanato.

—Me robabas de la cuna todo el tiempo, Alex.

¿Cuántos años tienen de diferencia? ¿Cuatro?

—Apenas se descuidaban yo te traía en brazos —la mira con tal fanatismo que me provocan un coma diabetico—. Me dabas tanta paz, pelirroja.

—Siempre fui fan de tu compañía.

Estos dos se miran de una manera que asusta.

Llevo rato sin ver a nadie cerca, sus hermanas o las personas de servicio. Un poco harta de ellos dos y en completo silencio subo a la segunda planta, en una de las puertas al fin escucho movimientos por lo que camino lento y esta se abre frente a mí asustandome por tanta precisión. Aquella sonrisa torcida hace aparición, es Nathaniel, pero también está Marcus al fondo del escritorio en lo que parece un despacho.

—¿Todo bien, Craner? —pregunta de manera amable el segundo.

—¿Puedo hablar contigo? —Vega asiente indicando que pase con un ademán. Nathaniel se queda quieto en el marco de la puerta por lo que decido recalcar—. A solas.

—Desde luego —informa Brooks—. Nos vemos el lunes Victoria.

Apenas le cierro la puerta en la cara creo que recuperé el calor de mi cuerpo.

—¿Cómo puedo ayudarte? —pregunta quitando el mechón blanquecino de su cara.

—¿Tu llevas algún cargo administrativo en el internado?

—No, creo que son Aranza y Alex quienes llevan eso en ausencia de sus padres.

—Quisiera saber si hay posibilidad de saber si Emily es adoptada durante mi estadía aquí, a dónde irá a parar, ¿quienes serán sus padres?

—¿Quién es Emily?

—Emily Prescott así la han registrado, es una niña del orfanato en Mirelles, la conozco desde que llegó y venir aquí me hizo romper muchas promesas.

—Permíteme que hable con los Owens y te informo.

Teclea en su celular lo que supongo es el nombre de Emi para no olvidarlo.

»Debo irme Victoria, pero quedan en excelentes manos, puedes venir al despecho las veces que quieras y tomar los libros que necesites.

Me informa antes de dejarme ahí. Poco después la pequeña rubia se adentra sonriente a dejar un par de libros.

—Hola señorita Owens.

—Solo Dom, Victoria —toma otro libro de colores verdes y lo vuelve a su lugar—. Mejor le digo a Alex que me cuente, él estuvo en la guerra.

—¿En serio? —bromeo.

—Y en muchos otros acontecimientos históricos. Sabe mucho más que los libros.

Que gran imaginación, sin decir más se retira y yo con ella.

A la mañana siguiente decidí tomarle la palabra a Marcus, pues Margareth continúa dormida y Amaya no hace parada con Alexander. Me adentro al despacho de los Owens por curiosidad, observando los más de mil libros en los estantes, algunos debieron pertenecer a sus padres y abuelos, ya que algunas cubiertas son antiguas y duras. La mayoría son de historia, psicoanálisis, ciencia, hay un autor que prevalece “Eder Connor”.

Con cuidado abro la cubierta que más llama mi atención. Habla sobre padecimientos mentales y conductuales como si fuera una recopilación de informes.




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