Naveidad: la espiritualidad de un amor

Si hay ida y vuelta, no importa la distancia ni la espera

En la vecindad llamada, La Cién, aquella tarde del miércoles, 20 de diciembre, 2017, a las 5:00 p. m., en la casa de los Bello: un hogar lleno de paz y de armonía, para regalar al mundo, se escuchó la primera conversación entre la familia:

― ¿¡Mamá!?... ―gritó Meritxell desde su habitación.

― ¿¡Sí, hija!?... ―respondió la Sra. Enid a su hija, a quien con muchísimo cariño le decía: Marxell.

― ¡Hoy es el día número veinte! Faltan once días para que se termine el año. Cuanto antes, necesitamos tener todo planificado para la Nochebuena y Navidad…―exclamó positivamente a su madre desde su habitación.

― ¡Así es! En cuanto llegue tu padre, nos pondremos de acuerdo para irnos de compras, hoy mismo…―contestó su madre con una sonrisa, acertando las palabras de su hija.

― ¡Ya estoy en casa, familia! ―dijo el Sr. Eddy, mientras caminaba muy contento por el pasillo de las habitaciones.

― ¡Hola, amor! ¿¡Cómo estás!?... ―dijo la Sra. Enid, mientras salía de su habitación, para recibir a su esposo.

― ¡Hola, amor! ¡Me siento muy alegre en este día! ―contestó el Sr. Eddy a su esposa. ― ¡Prepárense porque nos iremos de compras!...

― ¡Qué bien! Iremos de compras. ―gritó Marxell al escuchar a su padre hablar. ―Estuve esperando este día…

         Los hermanos de Marxell: Zoé y Cark, al escuchar a su padre, salieron de su habitación muy emocionados, y exclamaron a voz unísona:

― ¡Sí, papá ha llegado a casa! ¡Esta vez iremos de compras!

― ¡Esta Nochebuena y Navidad serán, grandiosas!... Pues, si están listos, ¡vámonos en el auto hacia supermercado!

         Cuando llegaron al supermercado, todos bajaron del auto, y el Sr. Eddy guardó el vehículo en el estacionamiento para clientes. Después comenzaron a caminar hasta entrar al supermercado. Pues, en esa misma ocasión, Marxell observó la fotografía de una pareja muy hermosa, quienes estaban disfrutando de un candente ósculo; y esto le hizo recordar las experiencias y los momentos que vivió junto a su niñez. En seguida, observó a su madre y ella también le observó, percibiendo en ella, que algo no estaba muy bien, y decidió despertar la curiosidad, preguntándole:

― ¿Te sucede algo, hija? En casa no eres así tan reservada. Ni siquiera cuando salimos con nuestra familia te he observado así, Marxell… ¡Anda! ¡La confianza que te brindamos sigue firme!... De eso puedes estar segura, hija mía.  

― Quizá me suceda algo, mamá… pero, descuida no es nada importante… ― Marxell expresó sus ideas con su rostro cabizbajo y preocupante.

― ¡Marxell, sé que está pasando algo serio por esa cabecita, hija!... ― le dijo la Sra. Enid a su hija, en medio de palabras consoladoras y adorables. ― ¡Soy toda oídos, hija!...

― Bueno, mamá… pues, en realidad, sí me siento con un océano de tristeza, porque, desde que el Sr. Wilf y la Sra. Lys se mudaron hacia Nueva York, no he vuelto a ver a Kenny; y ya hacen diecisiete años que no conversamos y almorzamos juntos, como solíamos hacerlo… He sentido que, todo este tiempo sin estar o vivir junto a él, me mata, porque no he podido disfrutar la Nochebuena ni la víspera de Navidad como solíamos hacerlo cuando éramos niños…― le expresó Marxell desde lo más profundo de su corazón a su madre, mientras de sus ojos brotaban lisas lágrimas, que estuvieron acumuladas por años.

― ¡Sí! También extraño la familia de Kenny y sus chistes de Navidad… La verdad es que Kenny es un joven con gran cortesía y de valores dignos de admirar. ― Le expresó su madre el gran aprecio que sentía por la familia de Kenny, mientas le abrazaba y le apoyaba en el momento…― ¡Descuida, te entiendo, hija! Todos nos hemos enamorado de alguien que no podemos sacar de nuestros corazones, puesto que es sumamente difícil de olvidar; y tú posees esa sensibilidad ante la vida. Por eso, ¡nunca olvides que, cuando menos lo imaginas, ese es el momento más oportuno para ti! La Navidad es espiritualidad y amor, así que, pídele a Dios lo que desea tu corazón; y, a lo mejor ese podría ser tu regalo de navidad… ¡Anímate!

― ¿Y si no funciona? ― Le cuestionó a su madre y así misma; y después lo asumió.― ¡Tienes razón, mamá! Siempre, he soñado con pedir algo que me ha faltado, y esta vez lo haré…

― ¡Esa es la aptitud, hija! ―le dijo su madre con una sonrisa, mientras guiñaba el ojo para motivarle mucho más. ― En este supermercado, hay una casita de deseos que motiva la magia de nuestro espíritu navideño, y de correspondencias para Navidad, que pueden enviarse hacia cualquier parte de este mundo. Pues, ¡te invito a que la visites, para ver qué tal!



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En el texto hay: deseos, amor, felicidad y tristeza

Editado: 21.12.2019

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