Miraba las rosas y sus detalles.
— Son muy hermosas. —dije levemente.
— Y de mal presagio, Ib —Garry me tomó de los hombros e intentó jalarme hacia él—. Busquemos una salida. —al no contestarle me movió un poco— ¡Ib!
Sentía la necesidad de hacerle caso, pero me ganó el impulso de meter la mano ahí, como si mi mente se pusiera en blanco y no obedeciera a la razón.
Terminé por tomar la rosa roja y sacarla de la caja lentamente. Dejé el tallo entre mis manos, lo sentía como si tuviera energía propia, una energía que se dirigía hacia mi cuerpo.
Si tuviera que describirlo con algo que todos sentimos, sería cuando inhalas y exhalas profundamente, pero sin hacerlo tú conscientemente. Sólo sentir esos movimientos internamente sin que muevas un solo músculo.
Cuando al fin todo mi cuerpo me obedecía miré a Garry sin poder explicarle con palabras o gestos lo que había sucedido, simplemente alcé la flor hacia él.
Era increíble lo que había hecho, ¿cómo pude dejarme llevar?
— No… no debiste tocarla. —me dijo con una expresión de terror en su cara.
— Garry —susurré; sentí una lágrima fría cayendo por mi mejilla derecha—. No pude evitarlo, yo…
Miré la rosa.
— Ib, si tú entras a ese infierno, te seguiré en él hasta el final.
Y diciendo eso se acercó para tomar la flor azul.
Los dos teníamos nuestras rosas frente a nuestro pecho, sin decirnos algo, nos quedamos un tiempo lado a lado. Literalmente nos condenamos a estar dentro de todo esto. Otra vez, pero con la diferencia de que ahora fue voluntario.
La habitación entera se desmoronaba mientras pasaban los segundos: los muebles se hacían polvo de diferentes colores y los pedazos de “cemento dibujado” en las paredes se convertían en virutas de crayola.
Al terminar todo, el verdadero escenario del lugar era el mundo fabricado, era algo dibujado por Mary combinado con la galería.
Estaba lleno de cuadros rayados, muñecas de trapo o diferentes partes de algunas cuantas, regadas por ahí, había sangre dibujada en casi todo, aunque algunas manchas no se veían como dibujo, lo cual me puso nerviosa, también vimos muchas rayas extrañas y espirales hechos con pintura. Todo eso distribuido en cada pared y suelo.
Pero sabía que el lugar era mi casa, o al menos lo había sido hacía unos momentos.
— ¿Será mi casa… o dejó de ser mi casa? —Lancé aquella pregunta para romper el silencio— ¿Qué piensas tú, Garry?
De pronto caí en cuenta que Garry ya no estaba conmigo. Miré hacia la nada comenzando a llorar.
— ¡Oye!, ¡esto no es divertido! —Rodeé un dibujo de sofá secándome las lágrimas— ¡Garry!
Di un par de pasos más y toda la habitación se estiró hacia delante, intenté no asustarme para poder continuar, luego caminé observando los cuadros: el colgado, la mujer de rojo, un puzzle de leche. Y uno en especial muy grande que decía "Weiss Guertena".
Únicamente podía ver una parte del cuadro por mi estatura.
El hombre llevaba puesta una camisa blanca de manga larga con botones negros y el cuello mal acomodado y un poco abierto, sostenía un pincel con su mano izquierda, y un godete de madera lleno de colores usados y mezclados en la otra, parecía que su mirada apuntaba al frente.
Levanté mi cabeza para poder ver su rostro, pero antes de lograrlo escuché golpeteos en la pared que estaba detrás de mí.[SL1]
— ¡Ah! —Me giré— ¿…quién es?
Más golpes.
— ¡¿Garry?! —observé todo el lugar en segundos.
— Oye tú, pásame eso. —me ordenó una voz femenina de manera amable.
Intenté descubrir de dónde provenía, pero al no encontrar a alguien decidí localizar su eso. Divisé a unos metros una sombrilla de color extraño en el suelo, estaba en un charco azul de crayola y se notaba mojada.
Fui y la tomé con dificultad con mi mano libre para así no soltar la rosa, el charco no salpicó más que virutas de crayola.
— Quien quiera que seas, ven por tu sombrilla. —sentía un ligero temblor dentro de mí, esperaba cualquier cosa.
Apreté la sombrilla colocando la punta en el suelo como si fuera un bastón.
— Muchas gracias. — dijo la voz mientras una ligera risa se hacía presente.
Un ruido extraño captó mi atención, volteé a mi izquierda, a un par de cuadros adelante salía una chica con dos trenzas, primero se asomaba y después tomaba fuerza para empujarse hacia delante, el cuadro del que salía tenía un fondo oscuro por lo que pude notar.
Ella llevaba un cuaderno negro en una de sus manos así que tenía que hacer algo de esfuerzo extra para liberarse del marco.
— ¡Hola! —terminó de salir y se me acercó con una cálida sonrisa intentando llevarse la sombrilla, pero yo se la aparté.
— No, ¿Quién eres?, ¡no tengo miedo en usar esto en tu contra!
Ella simplemente soltó una carcajada.
— Bueno —dijo burlándose— Lo haré a mi manera. —señaló resaltando la palabra ‘mi’.
Abrió el logo con cuadros raros que tenía en su blusa atrayendo sin problema la sombrilla, obligándome a soltarla. Ya en el aire el objeto se convirtió en un... ¿hexágono?, una forma hexagonal con la sombrilla dibujada en medio.
Cuando la figura entró a su blusa salió un bolígrafo que fue directo a sus manos, y ella empezó a escribir.
— Un nuevo ser en forma de niña aparece —dedicó una rápida mirada hacia mí—. Se ve neutral— volvió a burlarse.
— ¿Quién eres?, No lo volveré a repetir. —le dije muy seria.
Cerró su cuaderno suspirando ligeramente y me miró.
— Mi nombre es Madotsuki, tengo diez años.
— Mado. Uh, qué raro nombre
— ¿Y tú? — me sonreía en lo que guardaba el cuaderno en su pecho.
— Oh, me llamo Ib, y tengo trece. —estaba algo nerviosa.