—Creo que es una mala idea Nayla.
—Sabía que dirías eso.
—Creo que por tu propio bienestar deberíamos irnos, y olvidarlo. Entiendo que haya sido bueno contigo, pero intentó matarte.
—Ni siquiera llegó a intentarlo.
—Pero quiso hacerlo.
—Y desistió, aunque eso le costara la vida. No seguiré con esta conversación, esta noche iré, con o sin tu ayuda. —Dice, para ponerse de pie y caminar hacia la puerta.
—Nayla —Dice él, tomando levemente su brazo— Te entiendo, pero no quiero que salgas lastimada. Jamás me perdonaré si algo te pasa de nuevo.
Ella lo mira a los ojos, sin saber que decir. No piensa desistir, aunque su punto también le parece lógico, después de todo es su guardián.
—Si quieres cerciorarte que esté bien, acompáñame.
—De igual manera no te hubiera permitido ir sola.
Ella rueda los ojos y le sonríe.
—¿Y cuál es el plan?
—La verdad no tengo ningún plan.
—¿Y cómo piensas encontrar a tu novio fantasma?
—No es mi novio, y no es un fantasma. La verdad no lo sé, los organizadores del teatro tampoco están muy dispuestos a hablar de ello, y no quise forzarlos, espero no tener que llegar a eso esta noche.
—¿Y si te secuestra?
—¿Por qué lo haría?
—No lo sé.
—No estarás infiriendo que la desesperación de su muerte puede hacerlo cambiar de idea con respecto a mi asesinato. ¿No?
—Es una pregunta bastante precisa, pero no.
Ella se aleja hacia su cuarto, necesita descansar, dormir un poco, y esperar hasta el anochecer. En sus pensamientos, la figura de Víctor la persigue, no quiere irse, como quien se marcha dejando atrás un tesoro.
Las horas pasaron, y la noche arribó, no hubo mucha conversación por parte de ambos. Él observa su silencio, y ella medita en su interior, ignorando el mundo que la rodea.
La obra comenzó, y en su mente llega el recuerdo fugaz de aquel apagón, que esta vez no ocurrió. Por todo lo que Víctor le habló de la obra, ya puede analizarla como una experta en teatro y en drama.
Sin poder evitarlo, algunas lagrimas tocan sus mejillas, no quería hacer muy evidente su reacción, así que las limpia con disimulo. Como cada noche, una lluvia de aplausos se derrama sobre el escenario cuando la obra termina, y el director sale a decir algunas palabras al enamorado publico.
Aunque todo transcurrió sin inconvenientes, un manto de oscuridad los sorprende, dejando nula la visión de todos. Kyros intenta tomar el brazo de Nayla, decidido a que nadie va a llevársela de nuevo, pero se choca con el asiento.
Aunque solo duró dos segundos, el lugar de Nayla está vacío, una vez más, se la llevaron, frente a sus propias narices, otro tropiezo en su camino de guardián.
—Sepan disculpar los inconvenientes como este… —dice el director, pero son palabras vacías para Kyros, quien desea saltar del palco para ahorcarlo. Sin embargo, hay mucha gente a su alrededor, lo que menos necesita ahora es un escandalo publico.
Se emprende en buscar alguna pista, y encuentra el pétalo de una flor de lupe, las que pueden dormir con facilidad a quienes huelan su aroma, de esta forma pudo secuestrarla, con un truco muy simple, pero eficaz.
Debía seguirlo, antes de que fuera tarde, pero debe averiguar como. Según Nayla, el director pudo dar con él y encerrarlo en su propia guarida. Entonces no le queda más opción que exigirle una respuesta.
Sin meditar más, se dirige directamente a su oficina, antes de que terminara su palabreo, para emboscarlo directamente. Pero encuentra retos desde el inicio. La puerta de su oficina tiene custodia, y no es cualquiera, se trata de un hombre lobo, que aguarda en la puerta, vestido de traje y en su forma humana.
Sin embargo no se les debe subestimar, aun en su forma humana tienen una fuerza muy superior a la de cualquier hombre promedio, además conservan los sentidos de un lobo. Lo que para un mago sería una desventaja.
—¿Qué quieres? —Pregunta el guardaespaldas al ver a Kyros acercándose.
—Mi amiga desapareció en este teatro. Exijo respuestas.
—No estás en el lugar indicado para … —Y cae dormido. Kyros rompe el pétalo, y con su agudo olfato de lobo, no puede evitar percibirlo. Un Truco simple, pero eficaz.