Némesis

CAPÍTULO 19

—Maldita sea Kher, ¿qué es lo que le pasa?

El cuerpo de Lena descansaba en una amplia cama. Lena estaba pálida y el color de sus mejillas había desaparecido por completo. Su cuerpo parecía algo frágil, no fuerte y activo como normalmente estaba. 

Turs paseaba por la habitación, observando como su hermano examinada a Lena. Cada cierto tiempo se paraba, pero enseguida volvía a empezar.

—Turs o paras o te echo de aquí. No me dejas hacer mi trabajo.

—¿Pero qué le ocurre?

—Solo se ha desmayado.

—¿Solo? Si no recuerdo mal, la última vez que dijiste eso de Lena casi se muere.

—Pero esta vez solo se ha desmayado.

—No me jodas Kher. Dime de una vez qué le pasa.

Kher sonrió por la expresión que su hermano había soltado sin ser consciente y que era tan típica de Lena. Pensó que en un par de años todos iban a ser tan malhablados como ellas. 

Kher puso sus manos a un palmo de distancia del cuerpo de Lena e invocó su poder. Una luz blanquecina salió de sus manos y se extendió terminando en un borde gris. Recorrió su cuerpo de la cabeza a los pies para luego centrarse en su vientre. Éste sonrió y de súbito la luz desapareció. Su hermano lo miró expectante.

—Turs, siéntate —dijo Kher en tono serio.

—Ah, dioses —exclamó Turs loco de angustia. 

—Turs, siéntate.

Esta vez Turs obedeció a regañadientes.

—¿Por qué narices tengo que sentarme? ¿Es grave verdad?

Turs volvió a levantarse desesperado.

—Vale, recuerda que he intentado decirte esto por las buenas, pero tú lo has querido. Lena está bien, el mal que padece se le curará dentro de unos siete meses.

Turs se quedó parado un momento.

—¿Tan grave es? Y si está enferma, ¿Por qué me dices que está bien?

—Hermano, a veces eres un poco corto de entendederas. 

—Kher, no estoy de humor para tus jueguecitos, así que dime claramente qué le pasa.

Kher se acercó a su hermano y le palmeó el hombro.

—Vas a ser papá.

La cara de Turs se puso blanca. Se agarro a su hermano porque creyó que el suelo se movía. Kher le acercó una silla y lo sentó en ella. Esperó paciente a que Turs hablara, pero tras varios minutos se dio por vencido.

—He esperado a lo largo de mi vida para verte mudo de impresión, pero nunca esperé lograrlo, y menos con este tipo de noticia.

Turs no escuchaba nada ni veía nada. Todo lo que había en su mente era el pensamiento de que iba a ser padre con Lena.

—No sé qué decir.

Kher se apiadó de él y le puso una mano en el hombro.

—No te preocupes. Si te sirve de consuelo a mí me pasó algo parecido con Cris y te aseguro que entiendo cómo te sientes. Tu mayor problema ahora mismo es solucionar tu situación con Lena. No sé cómo se lo va a tomar cuando se despierte.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno, aquí la señorita independiente puede pensar que ella puede criar sola a su hijo e ignorar al padre.

—¿Piensas que Lena es capaz de hacer eso?

—No. Solo digo que con el carácter que tú tienes y cómo se las gasta ella, tendrás que camelártela si quieres, en primer lugar disfrutar de tu hijo y, en segundo, dejar de padecer esa frustración sexual que arrastras desde hace semanas.

—Ella no me quiere.

Kher resopló.

—Por los dioses Turs, eres un asno redomado. Ella es tu némesis y tú el de ella. ¿Por qué no abres tu corazón y dejas esa coraza que llevas puesta? Sobretodo tienes que amarla como es, no intentes convertirla en otra persona.

Turs gimió. No podía creer cómo había cambiado su vida en cuestión de segundos.

—Me marcho. Y no quiero que salgas de aquí sin haberlo solucionado. —Turs agachó la cabeza y cabeceó—. Voy a darle la noticia a padre y a los demás que están esperando fuera. Echa la cerradura porque conociendo a Cris va a intentar entrar sí o sí.

Turs siguió a su hermano hasta la puerta y echó la cerradura en cuanto se hubo marchado. Se volvió y observó a Lena aterrorizado. Lena se estaba incorporando aún muy pálida. Parecía desconcertada. 

—¿Qué ha pasado?

—No amor, no te levantes. Debes quedarte en la cama. Tienes que descansar.

—¿Me has llamado amor? ¿Y eso a qué viene?

Turs la observó pensativo y no pudo evitar entristecerse por cómo habían surgido las cosas entre ellos.

—Te llamo amor porque eres la mujer que amo.

—¿A qué estás jugando?

—No es ningún juego, es la verdad y quiero confesártelo todo.

—Eh, alto ahí campeón. Primero me podrías explicar qué me ha pasado.

—Te has desmayado.



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En el texto hay: elfos, new adult, magia

Editado: 30.03.2020

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