Cuando llegamos siquiera me dejó caminar antes de darme cuenta que me encontraba en su habitación.
Estuve de pie reteniendo el aire antes de sentir una suave caricia en la piel expuesta de mi espalda.
Su mano subía y bajaba lentamente, causando estragos en mi piel y haciéndome cerrar los ojos.
Un suspiro se escapó de mi labios cuando apartó todo el cabello de mi hombro.
Sentí su cuerpo amoldarse al mío y su respiración recorrer mi piel...
Cuando sus labios rozaron mi hombro, mi espalda se arqueó para él, mi cuerpo parecía reaccionar de manera inmediata a sus caricias y los gemidos se escapaban de mis labios sin siquiera poder retenerlos.
Una de sus manos apretó mi cintura y la otra apartaba lentamente la tira del vestido para sentir sus labios dejar un escaso beso allí.
— Poseidón...
Su nombre sonó cargado de éxtasis y saboreé cada una de las palabras.
Estaba segura de esto.
No podía parar lo que sentía, y con cada una de sus acciones todo parecía aumentar.
Trazó un camino hasta mi cuello donde besó y succionó lentamente mi piel, hasta llegar a mi mejilla donde pegó su rostro al mío inhalando de mi ser.
— Nerea Nerea...
Depósito un suave beso en mi mejilla.
— ¿Qué has hecho de mí?
Y antes de poder responder a sus palabras, tiró de mí hasta que estuvimos frente a frente y devoró mis labios en un beso tan intenso e indescriptible como lo que sentía mi corazón.
Nuestras miradas parecían pérdidas en los ojos del otro, nuestros cuerpos se acoplaban de manera inmediata, y nuestras lenguas se entrelazaron con un frenesí incontrolable.
Poseidón me reclamaba y yo a él.
A su lado cada momento estaba cargado de suma intensidad.
Sus manos apretaron mi cintura y también mi cadera, y en leves presiones mi vientre se contrajo del calor que sentía.
Poseidón se alejó de mí por completo, me observó trastabillar y como mi cuerpo temblaba de deseo.
Y asechando mi cuerpo se arrodilló ante mí tomando uno de mis pies para quitar las sandalias y a su vez masajear con delicadeza mi pie.
Observarlo allí desecho de todas sus murallas a mis pies me hizo pensar que no necesitaba nada más en la vida.
Pero cuando su boca entró en contacto sobre mi rodilla dejando un beso y a su vez sus dedos recorrieron mi pierna, tuve que tomar una de las barandillas de su cama, porque por lo contrario estaba a punto de deshacerme allí mismo.
— Oh Dios...
Un gemido se escapó resonando en toda la habitación, su mirada me entretuvo, y teniéndolo allí a mis pies me sentí venerada por él.
Me hizo sentir como el centro de su mundo.
Yo arqueé mi espalda y dejé caer la cabeza hacia atrás cerrando los ojos de manera inevitable cuando continuó con sus manos recorriendo mis piernas y subiendo cada vez más por mi piel, recorriéndome con sus besos.
Y cuando sentí su mirada y abrí los ojos, me encontré con la lujuria en persona.
Sus ojos azules transmitían una intensidad que quemaba, y desnudándome con su mirada sentí sus curiosos dedos en la fina tira del encaje, y nos quedamos así por un instante, mientras jugueteaba con esa tira y me miraba fijamente.
Pero no pude evitar morderme el labio ante su mirada, y así tiró de ella sin pensarlo mucho, rompiéndola en el acto y haciéndola caer a mis pies.
Un temblor recorrió mis labios.
Por los siete océanos, ¿Podía ser más perfecto?
Y relamiéndose los labios con lentitud se fue acercando a la piel expuesta de mi pierna, donde recorrió con su lengua un gran tramo que me hizo enloquecer.
Se detuvo abruptamente y abrí mis ojos en busca de más, pero me encontré con la sonrisa más pícara de todas.
Se estaba divirtiendo haciéndome perder la cabeza...
— Aquí el único dios soy yo, Nerea...
Y sin dejarme responder mordió el interior de mi muslo haciéndome retorcer del placer.
Iba a caerme en cualquier momento...
— Así que mi nombre es lo único que quiero escucharte gritar.
Habló con los labios pegados a mi piel causando escalofríos y sabía que sus palabras venían acompañadas de peligro.
Y yo estaba segura de querer saltarme todas las señales de alerta con él.
Cuando llegó a mi cadera y bajó nuevamente hasta mi muslo dejando un leve mordisco tuve que sostenerme con más fuerzas de la barandilla.
— Po...seidón...
Me estaba enloqueciendo.
Sin decir nada se levantó y me tomó en sus brazos hasta que estuve con media espalda en la cama.
Luego se detuvo y lo observé dejar los zapatos a un lado, y luego le siguió su traje mostrándome su exquisita figura bien forjada y algo bronceada.
Mi cuerpo se contrajo con su mirada y sentía que el fuego me consumía.
No podía evitar morderme los labios para no emitir algún sonido cuando nada más se quedó con su ropa interior.
Se dejó caer en el suelo y abrió mis piernas ante él.
No tenía palabras.
— ¿Qué quieres que haga contigo Nerea?
Apreté las manos en la sábana cuando su voz salió tan gutural.
— Abre los ojos y mírame.
Sentí su mano en mi barbilla y como su pulgar acariciaba el labio que estaba mordiendo obligándome a dejar de hacerlo.
— Yo...
Mi voz sonó tan entrecortada que me sentí inútil, tan solo quería que esta noche fuera eterna.
Pero mi deseo hablaba por encima de todos mis instintos.
Y cuando tomé su mano entre la mía y mordí mi labio con nerviosismo, no hicieron falta las palabras.
Tan solo sé que cuando me encontré con su mirada nuevamente y sus labios trazaron un nuevo camino encontrando donde más ardía mi ser, fueron pequeñas dinamitas explotando en cada partícula de mi alma.
Tomé su cabeza con mis manos y mi espalda se partió en un gran arco donde cerré mis ojos y grité su nombre más de una vez.
Y cuando estuve a nada de perder la cabeza, se detuvo.
Dejándome tan tensa y pasmada como nunca antes.
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Editado: 06.11.2024