Mi mamá terminó de hablar con el director y este me dio la autorización de volver a clases, aunque ya no quedaban muchas horas, insistieron en que me quedara, con la simple excusa que podía ponerme al día rápido bla, bla. Es ahí donde aprovecho para ver a los ojos al director y no se parecían a nada a los que estaban hace cinco minutos.
Saqué mi horario y la clase que me tocaba estaba en el segundo piso. No fue tan difícil encontrar el aula así que toqué la puerta y el respectivo profesor me abrió. Mis ojos se volvieron a encontrar con aquel océano y nuevamente, algo en mi comenzó a palpitar.
—Buenas tardes —dije—. He tenido un inconveniente y por eso no pude llegar a tiempo, ahora le pido el permiso para que usted me deje ingresar a su clase. El me dio una sonrisa torcida acompañado de un «no te preocupes, entra».
Ingresé al aula de clases y pude observar que este año no tenía compañeros "cualquiera". Estaba Zirus, el capitán de Voleibol; Karld, una de las bellezas de la preparatoria que tiene la pinta del típico chico malo, y como en toda típica escuela, hay enemistades. Bek, no se gusta con Karl; Tyra, ex novia de Zirus y ahora novia de Bek no se gusta con Zirus y dónde dejar a mi antiguo amor platónico, Corey.
Este año sin duda dejaría algo de que hablar en mi vida, empezando por la parte donde me tocó sentarme al lado de Corey. Admito que de cierta manera ya no tiene poder en mí, me di cuenta que aquellos años donde me moría por él solo era aquella atracción por su aspecto. Es muy guapo pero se aprovecha de eso con algunas mujeres y es uno de esos hombres que haría lo que sea solo para enamorar a la que no está interesada en él.
Mirando detalladamente al salón de clases me doy cuenta que al final y al fondo de una fila, se encuentra una chica, muy preciosa que incluso, parecía una muñeca de porcelana pero al verla, sentí como un vacío enorme, tuve esa sensación como si algo le faltara. Me concentré tanto en verla que ella volteó y mi mirada se conectó con la de ella y, al igual que el profesor, tuve escalofríos.
—Muy bien chicos —dice el profesor—. Para los que llegaron tarde me presento, mi nombre es Hervey Blake Gray y es un gusto ser su nuevo profesor de literatura, al comenzar la clase hemos hecho una pequeña actividad para conocernos mejor y creo que todos han contestado las preguntas, supongo que nadie será la excepción. La joven que tuvo problemas por venir temprano, por favor, de pie.
Para nadie era un misterio que era yo, así que me coloqué de pie y me tomé de las manos.
—¿Cuál es su nombre? —pregunta el profesor.
—Lía.
—Completo.
—Lía Aleya. El profesor me da una mirada de desagrado pero fue algo efímera, la sonrisa que vino después de esa cara hizo que se diera cuenta de la obviedad de mis respuestas.
—Nombres y apellidos —dice sonriendo.
—Lía Aleya Russel Jordan.
—¿Cuántos años tienes?
—Cumpliré 18.
—¿Dónde vives?
—A dos calles de aquí. A medida que iba preguntando pude ver los rostros de mis compañeros, tenían su ceño fruncido mientras se susurraban cosas y miraban al profesor.
—¿Para ti que es la literatura?
—El arte de la escritura —respondí.
—¿Lees? ¿Escribes?
—Sí.
—¿Con quién vi...
La puerta se abrió. Era el director con una nueva alumna.
—Estará en esta clase también profesor, disculpe la molestia.
—No se preocupe, cuantos más es mejor —responde el señor Gray.
Sin su autorización me senté y Corey me quedó viendo algo extraño.
—¿Qué? —pregunto.
—A nosotros solo nos preguntó nuestro primer nombre y qué es la literatura. Volteo rápidamente hacia Gray y este estaba viendo algo en su libro, tenía una sonrisa más grande que mi autoestima que no se le iba por nada, vaya forma tramposa de conseguir información de alguien además, ¿para qué fin haría ese tipo de preguntas? Gray sería uno de los mayores problemas de este año escolar po lo que podía sentir.
Al terminar la clase, me levanté en seguida para salir y al pasar por el escritorio del profesor, un aire frío recorrió por mi cuello haciendo que mis pelos se erizaran, voltee a verlo y tenía una sonrisa de boca cerrada pintada en sus labios, bruscamente giré mi cuello y salí del aula.
Cuando iba por las escaleras me comenzó a dar dolor de cabeza, muy parecido al de esta mañana, lo que menos quería era caer y torcerme el cuello, pero con el ritmo en que iba la situación tal vez si iba a torcerme el cuello, poco a poco comencé a ver negro hasta que perdí la noción de todo.
Desperté en la enfermería y Karl fue la primera persona que vi. Estaba sentado en una silla comiendo una manzana mientras veía al vacío. Me moví un poco y el dolor que tenía en mi brazo derecho era insoportable, le eché un vistazo y tenía unos moretones.