16 de septiembre 2017
Alice
Entonces con una trémula voz, aquel chico que había sido mi inseparable amigo desde hace cuatro meses, se dispuso a hablar.
—Lo que trataba de decirte es... —Hubo un breve e incómodo silencio. Él ya estaba haciendo el ridículo, si iba a seguir humillándose parecía asegurarse de hacerlo en grande. Nervioso cerró los ojos suspirando hondamente llenándose de valor, me señaló y en el proceso terminó golpeando mi frente—. Me gustas tú, ¡Sal conmigo!
Me toqué el área afectada con una mano, no obstante, no le reste importancia a tales palabras. No quería que esto terminara así. Mi amigo abrió los ojos sonrojado, el carmesí inundó sus mejillas llegando hasta sus orejas. Al no ver mi respuesta entró en pánico, tanto que lo único que se le ocurrió fue comenzar a correr como si estuviera en una maratón.
—¿Eh?
Si esto hubiera sido una comedia romántica lo más lógico hubiera sido perseguirlo y decirle que sentía lo mismo, o por el contrario, que lo habláramos con más calma. Lastima que ese no sea el caso. Simplemente avancé entre la multitud, sin que otra palabra saliera de mis labios.
Esto no debería haber sucedido.
. . .
3 de marzo del 2017
El destino es una sucesión inevitable de acontecimientos de los que ninguna persona puede escapar. Creer en esa fuerza divina es como si fuera la motivación necesaria para encontrar la felicidad. Otros dicen que el destino es la palabra que usamos para describir las decisiones que tomamos en el pasado que tuvieron consecuencias dramáticas.
Mi historia comienza en un punto medio entre ambas.
—¿Cómo que no estará con nosotras? ¿Por qué la cambiaron de clase? —Me crucé de brazos—. ¡In-dig-na-da!
Me enteré que una de mis mejores amigas Catherine Green, pero la llamamos Cat, no iba a estar en mi clase fue como un baldazo de agua fría.
—Debía socializar más. —Lucy, desde el otro lado de la línea, intentó imitar la voz del encargado de nuestra clase—. Aunque, ahora que recuerdo, ayer vi a tu madre rondando la secretaría del instituto, ¿por qué? ¿ocultas algo?
—Suenas como toda una novia tóxica y eso que solo soy tu mejor amiga. Me apiado del que será tu compañero de vida.
—Seh, que nervios, desde ahora voy practicando mi toxicidad.
Así es Lucy Lovelace, mi mejor amiga, experta en chismes, stalker profesional y vicepresidenta del club de periodismo.
Las tres, supongo que, éramos inseparables.
—Ella decidió volver antes a Longview unos días antes, tenía una reunión importante y urgente con los accionistas.
—¿Y ustedes?
—Seguimos en Vigemar, hay reportes de que una tormenta azotara a la misma hora de mi vuelo. Ya sabes, mi seguridad.
Mentira. Pero eso era mejor que decir que los perfectos Aldrich tenían un maratón de todas las temporadas de Fudotokuna Kioku. El anime es primero, lástima que Mountain Brook no piense igual.
—Ajá. —Sonaba poco convencida—. Ten cuidado. Ayer vi una serie donde todo sale mal y los aviones se estrellan. No quiero que mueras tan joven.
—¿Ya quieres asesinarme? —Fingí indignación—. ¿Cómo sabes que apareces en mi testamento?
—¿Aparezco en tu testamento? Bueno... Eso cambia las cosas. Acuérdate que me gusta vacacionar cerca de las playas de Hawaii o mejor en, Grace Bay; y cierta personita es propietaria de un resort por allí.
Rodee ambos ojos con gracia.
—¿Algo más, también debo contratar algún masajista exótico?
—Solo ten precaución, pero, si ocurre un accidente haré mi debut en televisión nacional y diré entre lágrimas que eras una buena amiga, algo terca, friki e insensible, pero así te queríamos. Descansa en paz, Alice Aldrich Edevane, de dos mil dos a dos mil diecisiete. Avemaría... ¡Avemaría!
—Wow, con canción y todo, eso me hace sentir mucho mejor. Nunca nadie se había preocupado tanto por mi, gracias mamá.
—¿Cuántas veces debo decirles que no me llamen así? La ultima vez lo dijeron frente a mi crush y me miro extraño por días.
—Mamá, ¿dónde está papá? —Seguí el juego con una voz de niña—. Para el día de las madres tendré que prodigar en gastos para mis dos madres.
—Para ya, o juro que te voy a colgar, estoy en altavoz y Frida me está mirando raro.
—¡Mami Lucy, mami Lucy! —Agregue a Cat a la conversación, al unísono chillamos hasta que dejamos de oírla reprendernos desde la otra línea
—¿Se fue? ¿No estaba bromeando?
Nos reímos terminando la llamada en ese momento.
Tal vez, ahora debería ponerme nostálgica empezando a relatar con música triste de fondo y a escala de grises la dramática historia sobre cómo nos conocimos y todas las dificultades que pasamos para volvernos tan unidas, pero, suena demasiado aburrido y agotador para mi.
Así que lo resumiré.
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Editado: 26.06.2021