Matthew
—Vaya sí que nos salvó. —Lucas murmuró recibiendo la taza de té, mientras admiraba el diluvio desde la seguridad de esta cabaña
—Descansen hasta que pase la lluvia.
Asentí recibiendo el té con cierto recelo.
—Muchas gracias.
Cat sonrió amena, creo que tomo la frase: «Siéntete como en tu casa», de forma literal al cubrirse con el kotatsu (*) completamente e intentar tomar una siesta al lado de Lucas.
(*) El kotatsu es una mesa japonesa calefactada.
—Esto está tan calientito.
Di un sorbo y la bebida caliente quemó mis papilas. De inmediato dejé la taza en la mesa con un dolor insoportable en mi lengua.
—Vaya sí que nos salvó. —Lucas tomó la taza admirando la lluvia.
Mis oídos captaron la frase que había dicho con anterioridad, desorientado observé una vez más la escena. El dolor en mi boca se volatilizó lentamente y la taza desapareció del lugar donde juraba haberla puesto antes.
El anciano sonrió amable yendo a la estufa repitiendo la acción una vez más.
—Descansen hasta que pase la lluvia.
Me quedé en silencio mirando cada movimiento. Esto acaba de suceder hace un momento, ¿no? Mire la mesa y la taza había vuelto a aparecer automáticamente siguiendo la escena.
Cat sonrió, de nuevo, amena en el kotatsu.
—Esto está tan calientito.
En un abrir y cerrar de ojos, volvían a su lugar como autómatas. Eso hizo que se me helara la piel.
—Vaya sí que nos salvó —Lucas repitió la escena una vez más, debía hacer algo.
—Nos separamos de nuestro grupo. —Rompí el bucle que estaba por formarse en ese mismo instante. Hay un error, esto no era bueno—. ¿No ha visto a dos adolescentes pasar por aquí?
—Ah, si, ya me había olvidado de ellos. —Cat intervino en la conversación con un tono somnoliento pero sentándose correctamente—. Dos jóvenes, una chica rubia como de mi estatura y a un chico alto, con lentes que parece todo un intelectual.
—¿Hay algún método de comunicación en esta isla?
El señor apartó la mirada de la estufa, mientras lentamente giraba hacia nuestra dirección. Sin embargo, a medio camino se detuvo, en su perfil apreciamos que esa amabilidad desapareció. El ambiente de la habitación cambió drásticamente.
—¿Ah, ellos? —Una sonrisa astuta bailó por la comisura de sus labios e inexplicablemente la sensación de tener un nudo en la garganta se rebobino en mi mente. El anciano volteó por completo, sus ojos eran tan opacos que solo lograba ver una negrura absoluta, en su mano izquierda el cuchillo de cocina apuntaba hacia mi como su principal destinatario—. No deberían preocuparse demasiado... Solo tengan paciencia y vendrán sin necesidad de llamarlos.
No deberíamos haber vuelto aquí.
Alice
—¡Bo-Bolas de fuego nos están persiguiendo! ¿Dónde se supone que estamos? ¿Mario Bros?
—No mires atrás, solo te harás más lenta.
Insegura asentí, mientras corríamos sin rumbo esperando perderlos de vista. Cada vez íbamos adentrándonos más en ese extraño bosque y a pesar de seguir el ritmo de mi compañero magistralmente, ya estaba exhausta.
Sentía el sudor correr desde mi frente hasta terminar por caer en mi mentón, mis piernas temblaban en cada paso que daba y mi respiración, como imaginarán, era agitada. ¡Debía lucir como un cerdo frente a Keith! Aun así, él seguía tomándome de mi mano firmemente... ¿Cómo seguía luciendo tan fresco como una lechuga? ¿No le incomodaba que me sudaran las manos por el esfuerzo? No dice nada, pero tal vez lo piensa. Quizá ahora tenga una muy mala impresión sobre mí. Comencé a dar todo por perdido cuando sentí un dolor punzante y agudo en mi abdomen.
¡Ahí te voy, San Pedro!
—Keith, sal-sálvate... tú... Yo ya no aguanto más, déjame ir y... huye.
Nota mental para ser mejor persona en el futuro si sobrevivo gracias al poder del guión: Ejercitarme más.
—¡Idiota! What the hell are you saying? —Era la primera vez que lo escuchaba insultar, a mis ojos él era la encarnación de algún monje budista o algo así. No obstante, su tono de voz y la expresión de rostro, lo hicieron ver bastante atractivo. A pesar de estas circunstancias, no pude evitar compararlo con los protagonistas de anime... ¿Será este mi ser amado? —. Nosotros nos salvaremos sin importar qué, ¡aquellos que abandonan a un amigo son peor que escoria! Por ahora, solo sigue el plan.
—¡¿Existía uno?!
Sonrió mirando fijamente al frente— Siempre existe uno.
Lo seguí ciegamente, él era diligente y no actuaría sin tener un plan por el cual respaldarse. Me convencí a mi misma de no voltear, pero presentía que esos seres nos estaban pisando los talones. Hasta que llegamos frente a una cascada. Aproximadamente parecía tener tres metros de altitud y la caída en la parte superior era algo accidentada, y ni hablar de la fuerza con la que caía el agua. Maldición, este solo era un callejón sin salida, volteé una vez más y aquellas criaturas seguían pisando nuestros talones. Dieke no pensó dos veces y me arrastró hacia aquel lago. No era tan profundo. Nos apresuramos hasta estar cerca de la cascada.
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Editado: 26.06.2021