XIV
Pasaron toda la mañana tratando de encontrar dicho suero. En cada libro, cada estante, cada cajón, pero no hallaron nada, ese suero no estaba allí.
- ¿Has encontrado algo Marce?
- Nada, ¿y tú?
- Igual, esto no está aquí. – dijo dejando de buscar. – Vamos a ver si alguno de los otros encontró algo.
- Está bien.
Fueron a preguntarles a los demás, pero todos corrieron con la misma suerte, no había ningún suero. Volvieron donde Lissie con la mala noticia.
- ¿Tuvieron suerte? – preguntó no más llegaron. Ambos negaron con la cabeza. – Supongo que tendremos que esperar a ver cómo va evolucionando. Por ahora se encuentra bien, los temblores se detuvieron y su respiración se ha ido normalizando, su cuerpo está luchando contra el veneno.
- Ahora mismo tengo que irme y preparar algunas cosas, si hay alguna novedad no dudes en llamarme, ¿ok?
- Ve tranquila, yo te aviso cualquier cosa.
El resto del día transcurrió con normalidad, Lissie no volvió a llamar a Marce hasta que llegó la noche. Illinois no se encontraba allí porque estaba de guardia, por lo que tuvo que decirle a alguien que pasaba por los pasillos que fuera en busca de Marce.
- ¡Oye Marce, Lissie me mandó a buscarte, dice que es grave!
La joven le agradeció y salió corriendo, otra vez, a ver a Patrick. En el camino se encontró con Alex y ésta, al ver la preocupación reflejado en el rostro de la rubia, la siguió. Cuando llegaron ambas se encontraban jadeantes. Encontraron a Patrick casi convulsionando, Lissie estaba haciendo todos sus esfuerzos por evitarlo.
- ¿Qué le sucede? – preguntó Alex, ajena a todo lo que había ocurrido. Marce le explicó brevemente lo que había ocurrido. – Debes darle ese antiveneno, Lissie. Es la única forma.
- No, Rose, no le aplicaré algo a ciegas.
- ¡Pero míralo! Es claro que está sufriendo y la única cosa que le da la mínima esperanza de salvarse es ese antiveneno. – en ese momento se escuchó un grito de dolor, era Patrick. Las tres corrieron a sostenerlo. Alex miró a Lissie y le susurró “debes hacerlo”.
- Lissie – dijo Marce con suavidad – hazlo, es su única opción.
Patrick estaba empeorando, los temblores habían empezado y tuvieron que retirarle la venda de la picadura, estaba muy inflamada y roja. Gotas de sudores caían de su cien, se retorcía y luchaba contra el dolor. Lissie, con lágrimas en los ojos, decidió aceptar.
- Esto podría matarlo o curarlo, recen porque sea lo segundo. La intoxicación es severa, por lo que le apicaré 15ml del antiveneno. Debe hacer efecto en máximo una hora, de lo contrario se deberá repetir la dosis inicial. – tomó una jeringuilla y le aplicó la dosis antes dicha. – Necesito hielo para bajarle la hinchazón.
- Yo lo busco. – dijo Marce y corrió a buscarlo. – Acá está.
Lissie procedió a aplicarlo alrededor de la zona de la picadura, le ató un paño. – Bueno, crucen los dedos, ahora sólo queda esperar.
- Rose, ve a dormir, debes estar muy cansada. – le susurró Marce. Pero ésta negó con la cabeza. – Eres tan terca.
- Así te gusto. – sólo esperaban que Lissie no estuviera escuchando sus susurros. Pero estaba de pie en la puerta, así que no les estaba prestando la más mínima atención.
- No diré nada… – Alex sólo sonrió, aún le gustaba.
Pasó una hora y Lissie volvió a hacerle revisiones a Patrick. Removió el hielo y se fijó que la hinchazón estaba cediendo. Los temblores se detuvieron y su respiración y temperatura estaban volviendo a la normalidad.
- Bueno mis amigas, creo que este chico tiene las vidas de un gato. Al parecer el antiveneno ha surtido efecto, está funcionando.
Alex y Marce sonrieron felices. Marce se acercó y abrazó a Lissie. – Serás una grandiosa doctora, no lo dudo. – le susurró en el oído.
- Eres genial Lissie. – le dijo Alex.
- Gracias chicas. No es necesario que se queden aquí, vayan y duerman, mañana les digo cómo ha pasado la noche. Pero creo que ya no dará más problemas.
- A primera hora estaré aquí, te traeré el desayuno, ¿te parece bien?
- Me parece estupendo Marce, gracias.
Ambas salieron de la habitación e iban rumbo a la de Alex.
- Que servicial te encuentras últimamente.
- ¿A qué te refieres?
- Primero me llevas la cena a mi habitación y ahora te ofreces a llevarle el desayuno a Lissie, ¿quién diría que Marce sería tan humanitaria?
Marce la miró divertida, “¿acaso está celosa?” el sólo hecho de pensarlo le daban ganas de reír. Y lo hizo.
- ¿De qué te ríes? – su risa sólo aumentó y Alex se cabreó aún más. – Jódete.