Cuando Navier abrió sus ojos, se encontró en su habitación de antes del desastre, tal como la abandono.
Una habitación pintada de blanco con varias repisas donde reposaban algunas muñecas y peluches. Un ropero grande de madera negra, su pequeño escritorio donde reposaba su computadora, su impresora y una bolsa justo debajo donde guardaba más peluches que no merecían exponerse. Tenía otro mueble pequeño de color café claro donde guardaba sus útiles escolares.
Navier, de solo catorce años, se preparó para otro día normal de escuela.
— ¡Buenos días!— Saludo Navier cuando bajo a comer ya con uniforme escolar, una falda blanca de líneas negras y un saco blanco con una corbata negra, acompañado de calzado escolar y unas calcetas blancas— ¿Aún tienes problemas con la corbata?
Su madre la recibió con una gran sonrisa mientras servía un huevo en un plato plano. Su padre terminaba de arreglarse la corbata, mirándose en el pequeño espejo de la sala.
—No me conviene— Dijo guiñándole un ojo a su madre quien termino ayudándolo, la beso con cariño para luego ir a besar la frente de Navier. El hombre era guapo, de tez clara, labios delgados y nariz respingada— ¡Nos vemos en la tarde!
— ¡Cielos!— Se quejó Navier con vergüenza.
—También ve desayunando— Le indico su madre, una mujer hermosa de tez todavía más clara, de cabellos cortos negros y unos hermosos ojos verdes que Navier termino heredando.
—La cuarentena en Croacia sigue…—Dijo la reportera mientras se mantenía cerca de una especie de muralla blanca que estaba rodeando la ciudad. Navier y su familia se encontraban en Estados Unidos— Desconocemos el desastre pero los mantendremos informados. De momento no se puede sobrevolar el área ni zonas circundantes así que…
—Qué horror…—Dijo su madre— ¿Otra enfermedad?
Ese solo era el comienzo de los horrores.
— ¿Qué pasa?— Preguntó un chico a un lado de Navier, mientras caminaban hacia la escuela.
—Han estado pasando muchos aviones ¿No?— Señalo Navier, a otro grupo de aviones que sobrevolaban la zona.
—Seguro es por lo que Croacia, papá dice que es algo serio aunque las noticias no lo dicen— El chico se encogió de hombros.
— ¿Y si es el fin del mundo?— La pregunta de Navier era muy inocente.
—No lo creo— El chico negó con la cabeza.
— ¿Y si es así?— Preguntó de regreso, mirando a su amigo de reojo.
—Si eso llega a pasar entonces no tendría de otra más que declararme a ti— Dijo esté, como si nada, provocando que la chica a su lado se sonroja un poco— ¡Que estoy bromeando ¿Si?!
— ¡Claro!— Le dijo Navier, golpeando su hombro de forma cariñosa.
Ese joven era Lou Laurence, un chico de cabellos castaños chinos, labios gruesos, nariz respingada y algunas pecas en su rostro. No era del todo delgado y llevaba el uniforme masculino que cambiaba la falda por un pantalón a cuadros de los mismos tonos que la falda.
Ese sería, en realidad, el ultimo día que tendrían para bromear pues de un momento a otro, la invasión Kraj salió del confinamiento y comenzó su esparcimiento por todo el mundo.
El continente Americano fue el continente que menos sufrió, al menos en primera instancia tras la invasión, al contrario, centraron todos sus recursos en destruir a los Krajs, pensando como siempre, obtener ventajas sobre las otras potencias tras derrotarlos.
La cosa es que ni todo su armamento ni todos sus científicos podían destruir a los Krajs por lo que la situación poco a poco se volvió desesperada para todo el mundo.
— ¡Hola!— Lou toco la puerta de su amiga con una gran sonrisa.
— ¡Hola!— Navier le saludo con una gran sonrisa y le invito a pasar, entonces miro como el padre de su amiga se preparaba para salir, pues había sido seleccionado por el ejército para proteger al país y en ese momento recibiría capacitación— Si, papá fue…
—De eso vengo a hablarte— Lou le miro con seriedad, provocándole un terrible escalofrió a Navier— Resulta que también están reclutando más jóvenes, aunque eso por voluntad y bueno, he decidido ir con ellos.
— ¿No es demasiado pronto? Deberías pensarlo un poco más ¿Qué dicen tus padres?— Pregunto el padre de Navier, interesado en el chico que desde siempre le pareció una mala influencia para su hija.
—Yo tome la decisión por mí mismo, me parece lo correcto, eso es todo— Lou respondió con tal seguridad que dejo sin palabras al padre, entonces miro a Navier— Bueno, vengo a despedirme y también a hacer algo que dije que haría, de hecho, hace un año así que, escúchame, yo…
La chica le cubrió la boca con fuerza— Se lo que dirás y no quiero escucharlo ahora, porque tu dijiste que lo harías solo cuando fuera el fin del mundo y bueno, aun no lo es… Nos veremos cuando todo termine ¿Si? Entonces aunque no sea el fin del mundo, me lo dirás…
Lou termino sonriéndole— Bien, es una promesa.
Pero pese a que quería sonar positiva, la guerra no hacía más que recrudecerse y con la llegada de los Krajs a América, las cosas no hicieron más que volverse más y más horrendas.