Así que Navier entro al proyecto de Niñas Mágicas, donde obtuvo mayor poder incluso que Lou, pero a este último no le importaba, de hecho le gustaba mucho más ahora, pues gracias al entrenamiento, había aumentado su masa muscular.
Cuando la veía, tendía a toquetear sus brazos.
— ¡Ya basta!— Le detuvo la chica, golpeando su cabeza con mediana fuerza, mientras se mostraba sonrojada y se abrazaba a sí misma.
— ¡Lo siento, es inevitable!— Lou se apartó de la chica y pese a ser regañado, se veía bastante satisfecho de haberla tocado aunque sea un poco.
Ella ya se había vuelto una niña mágica por lo que era bastante reconocida entre las filas donde estaba asignada, filas donde también estaba Lou, pero como algunas chicas, aun no despertaba su poder mágico debido a la falta de impulso.
Aun así, el poder crear cuchillas era increíble y con él, los Krajs eran destruidos al instante.
La guerra se reanudo tras los años de calma y esta vez los humanos estaban ganando cada vez más combates y recuperando terreno poco a poco, aunque la prioridad aún era recuperar a más supervivientes y crear ciudades que pudieran resistir los ataques Krajs mientras se buscaba la manera de terminar con ellos de forma definitiva.
La leyenda de los portadores de tesoros se escuchaba desde hace tiempo, desde que comenzaron las primeras evacuaciones y en los Años de Calma solo se potenció gracias a un nuevo proyecto que buscaba unir a una niña mágica con un portador pero se sabía que pese a que eran poderosos, era difícil crear los tesoros, por lo que la vía más rápida era crear más niñas mágicas como Navier.
—Ya termine de este lado— Lou se acercó a Navier que terminaba de voltear los carros que habían sido volcados con una sola mano— ¡Wow! Me sigue sorprendiendo la fuerza que poseen. Nosotros con armaduras necesitamos dos para hacer eso.
—Se supone que mejoraran los trajes ¿No?— Navier le miro mientras se sacudía las manos.
—Pronto, según lo que han dicho algunos— Asintió mientras miraba al cielo— Me hubiese gustado ser seleccionado para portar uno de esos Tesoros ¡Dicen que son increíbles y que pueden competir con ustedes!
—Sí, eso lo escuche— Navier no pudo evitar mirar al cielo— Espero que con todo lo que hemos logrado, podamos terminar con esta guerra.
—Ten fe, lo lograremos— Lou asintió y se acercó a abrazarla, cosa que Navier no rechazo. Aunque fuera alta, no era más alta que Lou en ese momento.
— ¡Vamos, tortolos, es hora de comer!— Les llamo un soldado.
Los dos se apartaron, sonrojados.
Todos sabían que eran “pareja” y esto era gracias a Lou.
Su grupo no fue especialmente conocido pero eran de los muchos que comenzaban a ganar notoriedad, no solo por la presencia de una niña mágica si no porque se habían centrado en trabajos de protección y escolta.
No habían recibido daños considerables y la mayoría de los hombres sobrevivían.
De verdad la humanidad estaba remontando y se sentían llenos de esperanza.
Así fue hasta aquel fatídico veinticuatro de diciembre, cuando ocurrió la Masacre del Veinticuatro, una fecha que quedo gravada en la memoria de la humanidad como un recordatorio de que estaban en guerra y que confiarse solo los llevaría a la muerte.
— ¡Esta ciudad es muy hermosa!— Navier no pudo evitar admirar el pequeño pueblo, construido con mucho cuidado y con una defensa natural al estar bastante bien escondido entre restos de una vieja ciudad.
—Lo es— Lou estaba igual de fascinado ya que solo habían escuchado sobre esos pequeños pueblos ubicados por todo el mundo pero jamás habían visto uno. De hecho no duraban mucho ya que eran evacuados por seguridad— Casi me da lástima que dejen la ciudad abandonada.
—Bueno, vamos a empacar para evacuar aunque escuche que partiremos mañana, ya que la ciudad esta necia a quedarse a celebrar navidad y noche buena aquí— Afirmo su comandante— Nos quedaremos a cuidar en caso de las cosas se pongan feas.
—Nunca es bueno decir algo así— Lou se lamentó en silencio.
— ¿No podemos celebrar también? Ni sabía que era Navidad— Dijo un soldado.
Muchos murmullos se escucharon.
—Nuestro deber es proteger, no celebrar— Afirmo el comandante con tono serio.
— ¿Y si nos turnamos?— Preguntó Lou, hacia el comandante que le miro con severidad— Somos lo suficientes como para hacerlo, de todos modos estaremos alertas, bueno, yo lo estaré de todas formas.
Muchos comenzaron a reaccionar de forma positiva.
—Bien— El hombre asintió, bajando los hombros— Supongo que se lo ganaron pero estén alertas, aún estamos en territorio enemigo ¡Es todo, retírense! Y más tarde hablare con ustedes dos— El hombre señalo a Lou y al otro chico que hablo— Aun son soldados. No quiero insubordinaciones de ningún tipo.
— ¡Si señor!— Respondieron ambos e intercambiaron miradas felices.
—Bien, entonces ¿Le gustaría tener una cita conmigo?— Preguntó Lou al instante, frente a todos a lo que Navier solo pudo sonrojarse— La navidad es una fecha para estar junto aquellos a los que ambas.