Hela nació en la fría Rusia y como todos, tuvo una madre y un padre, ambos trabajadores y muy buenos con ella, tanto que cuando ella sacaba calificaciones altas en la escuela, la llevaban al parque pese a sus ocupadas agendas.
Ella amaba la nieve así que cada que nevaba en la ciudad, ella corría a jugar en la nieve con sus amigos y con sus padres, cuando podían.
—Tus ojos son como la nieve pero eres tan cálida como un sol de verano— Era una frase que siempre decía su papá a su mamá cuando salían a pasear en familia. Una frase que a la pequeña Hela le encantaba.
Esperaba poder enamorarse así algún día.
Su padre era un hombre maduro, alto y de cabellos negros bastante oscuros, ojos café oscuros, labios carnosos y una barba bien recortada, que trabajaba en una fábrica de chocolate. Era bastante popular no solo por su apariencia y también por su olor perpetuo a chocolate.
Por otro lado su madre era una mujer un poco más joven de un rostro fino, labios delgados, ojos grandes de color gris tormenta, junto con unos cabellos largos que casi siempre iban sueltos de color blanco brillante. Siempre llevaba una boina roja que combinaba con todo, o al menos a Hela le parecía siempre así.
—Es un regalo muy preciado de tu papá ¡No puedo dejar de usarlo!— Le dijo cuando Hela le pregunto por qué nunca se la quitaba— Pero no te preocupes, la lavo seguido y huele bonito.
Hela estaba de acuerdo.
La cosa es que pese a que los recordaba mucho y tenía recuerdos que llegaban a ella como sueños hermosos y lejanos, no podía recordar sus nombres. Era como si en realidad no quisiera recordarlos.
Hela aun podía recordar cuando los Krajs aparecieron, de la nada, sin previo aviso, como un desastre natural que sacudió a la humanidad, presentándose primero en Croacia y comenzando su expansión a lo largo y ancho del planeta, trayendo el fin de la sociedad como la conocían.
De ahí, los croatas los llamaron Krajs que significaba El Fin. Un digno nombre para una calamidad de ese tipo.
La guerra comenzó, siendo Rusia y China que con ayuda de las potencias del mundo los que habían logrado contener un poco. Pero a tan solo un año, las defensas comenzaron a flanquear con el aumento en el número de los enemigos, sus extrañas variedades, cada vez más peligrosas y por la falta de armamento que de verdad sirviera para matarlos.
—El último ataque ocurrió muy cerca de aquí— La voz de su padre, antes siempre suave, ahora era dura— Están por comenzar la evacuación de las ciudades cercanas a las capitales protegidas cercanas o al continente americano.
— ¿Qué son esas cosas? ¿Qué quieren?— Preguntó su mujer dejando escapar algunas lágrimas de desesperación— ¿Cómo es que terminamos así? ¡Nada de lo que hacemos los para!
—No lo sé, pero hay que irnos. Nos evacuaran— Dijo su esposo, abrazándola con fuerza.
Tras aquello, la familia fue evacuada con el fin de ser mandados a América, el continente que los Krajs aún no habían tocado y poder refugiarse lejos. Era ya muy sonado que los gobiernos comenzaban a valorar utilizar armamento nuclear.
—Vamos a estar bien— Dijo su mamá mientras la sujetaba con fuerza.
Ella ya tenía catorce años y sabía que no estarían bien.
Pero cuando estaban por llegar a los aviones de evacuación a la zona indicada, los Krajs aparecieron, destruyendo todo a su paso, matando a los soldados que con valentía servían como escudos de carne.
Hela solo pudo observar como esto pasaba frente a sus ojos de forma horrenda y sangrienta. La cosa empeoro cuando su padre tomo un arma para defenderlas de uno de esos monstruos que por poco las atrapa.
— ¡Váyanse! ¡Voy detrás de ustedes!— Gritó su padre girándose hacía el mostro para dispararle pero era uno de los Acorazados, por lo que usando sus látigos, atravesó al hombre, haciéndolo pasar a un lado de las dos mujeres que se congelaron al ver al hombre que amaban, muerto.
Su madre grito horrorizada mientras la pequeña Hela se hiperventilaba. Sangre le había salpicado el rostro. La sangre de su padre.
Entonces alguien las arrastro hasta los aviones.
El avión despego rápido, escapando por poco de los Krajs que ya habían superado al ejército. Al final, solo pudo ver como bombas eran lanzadas, no eran nucleares pero con ellas, acabaron con su hogar o lo que antes era su hogar.
—E-estaremos bien, estamos juntas— Su madre estaba llorando pero sonreía mientras restregaba su rostro contra el suyo— Estamos juntas y no nos vamos a separar. Es lo que él hubiese querido.
Hela abrazo con fuerza a su madre mientras derramaba lágrimas.
Y pese a que pensaron que la cosa se calmaría un poco, fue un error, pues los Krajs, en tan solo un par de meses, comenzaron la invasión del continente americano que pese a contar con una gran potencia militar, también contaba con países no tan preparados.
Y de nuevo, en solo dos meses, toda Sudamérica cayó sin mucha resistencia.
Ella se encontraba en México, esto debido a que tras la guerra, este lugar se convirtió en la zona predilecta para resguardar a la humanidad que quedaba de otros países y continentes y con su casi anexo a los Estados Unidos, estaba bastante mejor defendido que sus compañeros del sur.
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Editado: 09.07.2022