Roció Roswell, como muchos otros, no creció en The End, si no en un pequeño pueblo escondido entre los grandes bosques de Inglaterra junto con su familia, compuesta por sus padres y su hermano mayor.
De hecho ella recuerda con mucho cariño que sus padres escogieron poderle Roció, un nombre que no era ingles porque su abuela, una mujer que había tenido la suerte de viajar un poco por todo el mundo, se había enamorado de la pronunciación de dicho nombre.
—Bueno, la abuela era bastante rara— Admitía su padre cada que le contaban esa historia.
Pero igual que con muchas otras historias sobre esta guerra, todo se volvió oscuro con la llegada del Kraj.
Ellos lograron evacuar un par de veces de los lugares seguros pero cuando los saldados escasearon, su padre y su hermano fueron mandados a la guerra donde se perdieron en combarte, mientras ella se quedaba con su madre, ayudando en los diferentes puntos de evacuación en lo que era asignada.
Todas las noches podía escuchar a su madre llorar, quebrándose poco a poco.
Su madre era una mujer de tez clara, con unos ojos café oscuros, labios delgados y nariz respingada, además de unos cabellos cortos de un color negro azabache. Había perdido mucho peso desde que todo comenzó.
Roció sabía que el parecido con su mamá era inevitable aunque tuviera los mismos ojos miel de su padre.
Por otro lado, quería pensar, como todos que todo terminaría pronto por lo que siempre que podía, sonreía para que la gente se sintiera segura, sobre todo aquellos soldados que atendía cuando debía hacerlo.
— ¡Mira lo que me dieron!— Le llamo su madre con una mueca que parecía una sonrisa y al mismo tiempo, una mueca de dolor— Parece que si podemos aferrarnos a algo en esta oscuridad.
— ¿De qué hablas?— Roció está guardando algunas provisiones en cajas.
La chica tomo un panfleto doblado donde se hablaba de una junta secreta para los miembros próximos de The End, un grupo que había estado resonando por ahí de vez en vez como unos terroristas o unos locos sectarios.
— ¿Están aquí?— Roció no pudo evitar preocuparse.
—Parece que hay varios miembros infiltrados— Dijo la mujer con un brillo extraño en sus ojos— Hace tiempo fui a una de sus pláticas y la verdad es que todo lo que dicen tiene sentido ¿Sabes?
— ¿Eh? ¿De verdad has ido?— Esta vez no pudo esconder su preocupación.
—Claro y es por eso que vengo por ti ¿No lo entiendes? Ellos son la clave, ellos saben lo que está pasando ¡Nuestras muertes no están siendo en vano! Lo krajs no son nuestros enemigos ¡Son nuestros salvadores!— Roció entendió que su madre no había ido a una junta, si no a varias y ya habían terminado por lavarle el cerebro.
—Están por tomar este pequeño complejo y acogerán a los que decidan unirse a ellos— Su mamá tomo sus manos, temblorosa, algo que Roció pudo notar— Debemos estar juntas ahora que no tenemos a nadie más…
No importaba lo que dijera, no había elección para ella.
—Si ellos buscan la muerte ¿Por qué acoger gente? ¿No sería más fácil solo dejarse matar?
—Sus muertes no valdrán la pena si todavía hay gente por ahí…
Ah, claro, por eso mataban a otros.
Cuando se quedó sola en su carpa, pensó que si tenía elección y que si advertía a los líderes del lugar sobre los infiltrados, todo terminaría antes de empezar pero pese a las dos oportunidades que tuvo para hacerlo, no lo hizo. Estaba preocupada porque culparan también a su madre pero muy en el fondo, no era solo eso.
Quizá se estaba volviendo tan loca como su madre.
Cuando todo ocurrió, aquella fatídica noche, su madre la llevo a donde estaban los próximos miembros escondidos y pese a que vio como la gente era asesinada brutalmente por otra con rostros que daban miedo, ella no pudo hacer nada, solo observar de cerca y esperar que todo terminara pronto.
— ¡Somos las nuevas herramientas de los dioses!— Gritaban y su madre se unió después de un rato a los festejos.
Al final no se unió al cantico pero al no hacerlo, dejo en claro que también se había rendido.
Después de eso y de llevarlos a sus cede, su madre se unió a los asesinos de forma activa.
Mientras ella, de nuevo, se quedaba en la cede, ayudando a la gente que estaban, de alguna forma, como ella.
—No sé si estábamos mejor antes ¿No crees, niña?— Preguntó un hombre viejo a quien le estaba sirviendo de comer— Me parece triste que la mayoría de ellos sean jóvenes. Si todos hubiesen sido viejos como yo, entonces no me sorprendería porque estábamos locos pero ellos...
— ¿De qué habla?
—Oh, durante mucho tiempo se habló de los jóvenes eran el futuro del país pero ¿Por qué? Seguro muchos dirán que son la mano de obra de la siguiente generación pero yo no creo eso…
Roció sé que le quedo mirando, esperando que fuera más claro.
—Creo que ellos son el futuro porque ellos tienen esperanza, ellos pueden seguir adelante porque la tienen y ellos podían mejorar el mundo porque la tenían— El hombre dejo caer sus hombros.
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Editado: 09.07.2022