Ni Cielo e Infierno

3. Desafiando a lo Etéreo

—¿Y, bien? ¿Bajamos al mundo mortal para conocer a mi humano? —expresé preparado para que todo ésto terminara lo antes posible   

—¿Y, bien? ¿Bajamos al mundo mortal para conocer a mi humano? —expresé preparado para que todo ésto terminara lo antes posible.

El arcángel rió sin pudor. Lo miré confundido, ¿en serio dejaba que se burlara de mí?

—Admiro tu fervor, Jenn, pero no estás preparado para bajar aún —iba a argumentar algo pero no me dejó—. Vengan, no podemos hablar aquí.

Holly y yo lo seguimos algo desconcertados. Entramos a un tipo de pasadizo secreto, una vez adentro vi toda clase de tecnología, no es que creía que los arcángeles eran anticuados pero jamás imaginé que estuvieran tan avanzados, o al menos él.

Era un lugar enorme sin duda, había grandes pantallas y otros tipos de artefactos que jamás había visto, todos en matices plateados que resaltaban perfectamente con los muros en el blanco más puro que había visto y los toques en azul que había.

Tanto la ángel como yo, nos encontrábamos admirando el cuartel.

Cada aparato tenía unas siglas grabadas en ellos: "G" resaltados en azul turquí mientras tenían bordes blancos; todo se hallaba tan impecable y lujoso. Era por eso que Miguel había encargado a Gabriel para mi misión, porque era de los siete quién más al tanto estaba de los humanos.

Miré a él quien sonreía astuto.

—¿Desde cuándo poseen esta tecnología? —observé con detalle cada artefacto. Estaba hipnotizado— Es increíble.

Soltó una pequeña risa al ver mi expresión.

—Soy quien protege el hogar de cada mortal y parte de mi deber es bajar a la tierra simulando ser uno de ellos.

Observé cada rincón del lugar. Todo era tan sencillo y a la vez avanzado, aunque no me sorprendía pues todo parecía gritar el nombre del arcángel.

—De allí comencé a comprar toda clase de máquinas e investigar cómo crear más de esos aparatos para el Reino —articuló revisando entre unos papeleos—. Cada uno de nosotros tiene su espacio para realizar tareas y no se mete en la del otro.

—Salvo... —de pronto sonrió viendo un informe que tenía en sus manos, lo hojeaba con esmero y paciencia.

Tomó un pequeño objeto que al mirarlo bien noté que era una especie de control, presionó uno de los botones y se abrieron unas puertas que dieron paso a una pantalla.

Instaló un pequeño accesorio y encendió el gran televisor; no decía nada solo con el control seleccionaba los archivos que se veían.

—Holly, ayúdame, por favor—fue hacía él sin dudarlo. Él le pasó varias carpetas, hizo un gesto indicando que me los pasara.

En cuanto me alcanzó los papeles quedé extrañado, la carpeta de arriba tenía una etiqueta que decía «Katerine Barnes». Menos mal que había dicho humano.

—¿Algo mal, Jenner?—el desgraciado me observaba con una sonrisa, la ángel sólo se abstenía a seguir sus órdenes— ¿Problemas con tu mortal?

—Es una humana —solté de repente, mi voz era seca por el enojo. Holly y el arcángel quedaron mirándome buscando cuál era el problema—. Dijiste que me encargaría de un hombre mortal. No pienso perder mi tiempo con una mujer mortal —volteé a ver a la ángel de cabellos cobrizos, retomé mi mirada a Gabriel— para eso tienes a Holly, que se encargue ella.

Él dejó todo lo que estaba haciendo y se acercó a mí, dio un suspiro en seco: —Jamás especifiqué el género —expresó con un tono tan profundo que no parecía que era él hablando— . Otra cosa, tú eres quién metió la pata así que antes de exigir, cállate y limítate a acatar órdenes.

Reí irónico: —Por favor, no seré el niñer...

Gabriel cortó mis palabras.

—Malas noticias... ¡Vas a hacerlo! —dictaminó sin más, siguiendo con tono de voz que usó anteriormente. Busqué replicar pero no lo logré— ¡Oh! ¿Acaso oí algo como un reproche? Porque si es así, no va a cambiar nada.




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