Ni Cielo e Infierno

5. Miguel

Que tenso estaba todo, desde que volvimos al cielo Gabriel ni Holls me dirigieron la palabra   

Que tenso estaba todo, desde que volvimos al cielo Gabriel ni Holls me dirigieron la palabra. Bueno, tenían razón en estar molestos pero, en serio, debían haberme incluido desde un principio en su viaje.

Ni bien pusimos un pie dentro del cuartel del arcángel sabía que no estábamos solos. Cuanto más nos acercamos a la sala de Gabriel, mi presentimiento aumentaba.

Paré justo antes de que entráramos, el arcángel y Holly me miraron extrañados.

—¿Qué te pasa otra vez? —empezó la cobriza, tenía el ceño fruncido y su voz era áspera. En vez de agradarle cada vez me detestaba más— ¡No te cansas de jodernos la existencia!

Evité decir algo, simplemente me quedé observándola. Gabriel ignoró la situación y continuó hacia adelante. Abrió la puerta de la habitación, todo estaba oscuro y de nuevo tenía el mal augurio.

Pasamos adentro con cuidado de no tropezar. Gabriel encontró el interruptor pero antes de que encendiera las luces, una voz surgió de las sombras:

¿Disfrutaron del paseo?

Las luces se encendieron dejando a la vista al arcángel Miguel sentado en el sillón principal de la sala.

—Hola, hermano —pronunció con una media sonrisa mientras que no nos quitaba esos ojos negros de encima.

Pude percibir los nervios de Gabbs y no entendía el por qué, hizo un intento forzado por sonreír con calidez: —Miguel

Pude percibir los nervios de Gabbs y no entendía el por qué, hizo un intento forzado por sonreír con calidez: —Miguel... ¿Qué haces aquí, en mi sala? —apenas si pudo decir algo, estaba tenso por completo.

—Estoy aquí porque supongo que tienes al mortal que cuidará —se dirigió al mencionado para luego echarme una mirada de exhortación.

Gabriel asintió y de forma precipitada fue a buscar las carpetas. Llevándose a Holly con él, y decidí seguirlos pero el arcángel Miguel no me lo permitió:

—Jenner... De hecho, quiero tener una plática contigo.

Esas palabras causaron un miedo en nosotros, tanto que sentíamos que esa sensación nos recorría de pies a cabeza. Yo miré al arcángel de ojos celestes, éste asintió indicando de que me quedara; Holly junto a él nos dejaron solos.

—Jenner... ¿Cómo han sido tus días de ladrón reformado? —dijo con una sonrisa burlona viendo mi evidente inquietud, prosiguió— Pobre, seguro debe ser difícil para ti... Un rebelde disconforme, valga la redundancia; tener que conformarse al bien por miedo a una muerte definitiva.

El sarcasmo era notorio y más obvio sus ganas de fastidiarme, quería ver mi reacción... hasta qué punto podía ponerme a prueba.

Hice oídos sordos, sabía que si actuaba por mis instintos sólo yo saldría perjudicado. Miguel mantenía esa sonrisa odiosa, quería combatir fuego con fuego.

—No lo dudo, es difícil... pero con amigos todo es más sencillo y esfuerzo, los frutos son mejores —expresé devolviéndole la sonrisa al arcángel, pero esta vez optando por una tranquila antes que una de burla.

El arcángel peleó con fuego, yo usé agua para apagarlo. Miguel quedó un tanto perplejo; no era la reacción que esperaba pero era expreso que no iba aceptar que lo dejaran sin palabras.

—¿Amigos, en serio? Es gracioso porque con esta niña, Holly, a quién trataste de ensuciar... estoy lejos de ver simpatía entre ambos —amplió su sonrisa aún más sin quitarme su mirada—; y con Gabriel... recuerda que es como yo, como mis hermanos; es mi hermano y es un arcángel.

Se paró del sillón y se acercó a mí— Quizá te hayas tomado demasiados derechos sin corresponder, ya que conozco a Gabriel... es empático, esa es su virtud y deber. Así que no te equivoques, niño.




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