Ya ha pasado un día desde que Gabriel me encargó a otro mortal a parte de K, y aún no sabía cuál era motivo por el que le mintió a su hermano. Comprendía que me había defendido por mi desobediencia pero lo demás.
¿Acaso era un castigo? No lo culpaba pero se había excedido un poquito... mucho.
Y para el colmo mi nuevo encomendado se llamaba Kendall, con "K" como la humana caja de sorpresas. Bueno solito me estaba carcomiendo demasiado la cabeza que hasta una simple letra me molestaba.
Gabbs y Holls seguían sin perdonarme, el arcángel sólo me dirigía la palabra para decirme qué hacer o para que le prestara atención de vez en cuando. Y la cobriza ni me echaba un ojo, la condenad... ella era exagerada en cuanto a su orgullo.
Ni siquiera sabía como actuaría con K para ayudarla en lo que sea que necesitara... menos podría con el adicto; del cual no sabía más que su nombre, problema y edad.
Mi mente quedaba en blanco cada vez que pensaba en ello y el por qué me sucedía todo esto.
Sí, era un rebelde pero era parte de mi condición: ser un maldito. Aquí siempre seremos lo más bajo en la "pirámide celestial", si lo llamamos así; y conformarnos no es lo nuestro, no éramos ángeles ni tampoco demonios; a penas si compartíamos lo de las alas.
Vagábamos la eternidad solos, no éramos aceptados sino hasta que elegíamos un bando. Ya saben: blanco o negro, bien o mal, chocolate o vainilla y demás opuestos... Odiaba eso y esa era la razón por la que era del equipo amarillo patito.
Lo malo era que, en cuanto mis misiones acabaran, tendría que elegir... o la espada de Miguel sacaría mi cabeza de órbita.
En tanto volví a atender lo que hacía, observé a Gabriel acercándose a la cobriza. Ella estaba examinando unos documentos y él la miraba con devoción. Pude notar la tímida mano de Gabriel queriendo tomar la de ella, cada vez más cerca al punto de estar rozando la piel de Holly.
Esto era, insuperablemente, más cursi que cualquier comedia romántica que había llegado a ver. Él estaba a un milímetro de capturar aquella mano pequeña pero no, se echó para atrás al sólo dejar rozar 'accidentalmente' sus dedos con los de ella.
Por favor, no podía ser más cobarde.
—¿¡Es en serio!? —incrédulo dije en un grito. Ambos voltearon a mirarme extrañados; había pensando en voz, demasiado, alta.
El arcángel trataba de mantener la compostura lo mejor que podía. Sospechaba que había visto lo sucedido.
Tranquilo Gabbs, no soy mal amigo. Nadie va a enterarse de lo que vi.
Pensé rápido en idear algo para olvidarme lo que había presenciado.
—No pueden ser tan infantiles... Sí, me equivoqué y se ensuciaron más de una vez por mi culpa —pausé y traté de tranquilizarme.
Holly miró al arcángel confundida pero a la vez podía notar que quería arrojarme agua hirviendo justo a mi rostro:
—Perdónenme, por favor —me arrodillé ante ambos, sé que esto fue sólo un plan para salvar a Gabriel pero también era algo que estaba pendiente entre los tres—... es parte de tener humanidad el cometer errores y como también lo es perdonar...
Los miré de frente, esta vez lo que iba a decir era cierto y sin pizca alguna de sarcasmo:—Son lo más cercano a lo que conozco de la palabra amigos... y aunque cueste admitir: no los quiero perder.
Me quebré en lo último, ellos ni se habían inmutado.
¿Esta era mi verdadera cara detrás de lo que siempre fui? Ni yo mismo recordaba sentirme así... tan humano y... solo.
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Editado: 01.10.2022