Finalmente era el día de bajar al mundo mortal; esta vez sería de verdad y estando preparado. Gabbs nos había dicho que primero iríamos a su casa, dónde podría cambiarme y vestir ropa actual pues al parecer con mi vestimenta del reino no pasaría desapercibido.
Bueno todo era mejor que esos trapos, sin ofender. Pero lo importante en estos momentos era que bajaría a la tierra, esa vez que desobedecí a Gabriel, y casi perdí la cabeza; no me habían dejado contemplar la vida actual de las personas.
Jamás pensé que volvería a pisar ese suelo, no creí que existía nada más después de la muerte. No obstante tampoco me quedaron los recuerdos de mi etapa como humano.
Quizá me echaron de menos o a lo mejor no; igual no venía al caso ya que ahora tenía otra vida y amigos que no pienso perder.
—Hey, grandote... Jenner, tenemos que irnos —era Holls que trataba de llamar mi atención sacudiendo mi brazo. Bajé mi vista a ella quién largó una breve risa—. Ese hueco en la cabeza debe ser enorme como para perderte por un tiempo.
Negué con la cabeza entre que sonreía por lo que había dicho la pequeña ángel. Vi al frente y noté a Gabriel aproximándose a nosotros:
—Espero que tengan lo necesario, ya llegó la hora.
Los tres de inmediato nos juntamos en un abrazo grupal en modo de ritual. Miré a mi izquierda, Gabriel con disimulo le sonreía a Holly y ella no se daba cuenta de que esa sonrisa le pertenecía.
Quebramos el abrazo y nos dispusimos a bajar al lugar dónde me quedaría indeterminadamente; y que quizá se vuelva mi hogar pasajero.
Ni bien toqué tierra, mi mente susurraba Katerine. Ya me lo esperaba y a pesar de que era molesto, lo toleraba. Gabbs se dio cuenta de mi incomodidad repentina y llegó hacia mí.
—Sigue ocurriendo ¿No? —en susurro respondí que sí— Como te dije: es normal luego de haber estado tan alejado de aquí... La buena noticia es que sólo es temporal.
No pasó mucho tiempo hasta que la rojiza dio un comentario de los suyos:
—Mira el lado bueno, hasta ahora no saliste corriendo como lunático.
Reí por lo bajo pero al momento que vi a los humanos ir y venir, recordé que no podían vernos.
—¿Cómo nos volvemos visibles... y cómo sabremos cuando no?
Ante mi pregunta el arcángel, volteó su mirada a mí y no tardó en contestar:
—En casa les explicaré... a menos que quieran ser visibles justo a la vista de los mortales.
Iba a replicar el por qué pero el arcángel tenía razón en su argumento. Me limité a asentir y seguir el camino al hogar de Gabriel.
* * *
Habían pasado tres horas desde que habíamos descendido al mundo de los humanos. Tanto Holls como yo estábamos vestidos acorde a esta era.
Gabbs nos había mostrado como ser visibles; y apenas él mismo se expuso su vestimenta blanca e inmanculada pasó a ser una camisa negra en conjunto a unos pantalones de vaquero. Era obvio que ya había estado preparado.
Fue al espejo para arreglarse un poco antes de salir. Holls se le quedó viendo un momento, bueno lucía diferente. Al parecer él se había dado cuenta de ello y a propósito, lanzó un guiño a su reflejo o eso quería simular.
Un poco de vanidad no hace mal a nadie.
Ahora el arcángel nos había traído a una tienda dónde se encontraban muchos artefactos tecnológicos que desconocía. Se encontraban computadoras y grandes pantallas que al parecer tenían la misma función que los televisores.
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Editado: 01.10.2022