—¡Mamá, Anthony no me quiere dar mi videojuego! —un nuevo día… y otra pelea. Esa es la vida de Amelia Castro, una mujer con tres hijos, que emprendió su propio negocio… ¡Ah! Y con un esposo muy machista—¡Devuélvemelo!
—¡Anthony Federico Martínez Castro!
Al escuchar el grito, el joven de poco más de 14 años devolvió el juguete, y es que… no es por ofender, pero, su mamá era el mismo Shrek cuando estaba enojada.
—Lia ya me voy, ¿mi desayuno? —haciendo uso de su apodo cariñoso, en escena entra Federico Martínez, el hombre más machista que pueda existir; y es que con su pinta de “yo no fui” … se las traía—Apúrate que voy tarde.
“Apúrate que voy tarde”, y sin darse cuenta está siendo víctima del machismo… ¿acaso pensaban que solo eran golpes? Una mujer no es una empleada ni menos una sirvienta, a la que por dinero está a tu disposición, para que la anden mangoneando a su antojo.
—Aquí tienes, Federico…
El hombre probo un poco de los huevos revueltos que había traído su esposa, y de inmediato escupió todo lo que se había llevado a la boca—¡¿Qué es esto?!, ¡Esta asqueroso!, ¡¿Acaso no sabes cocinar?! —levantándose furioso de la mesa, y tirando todo a su paso, Federico se dirigió a su coche, para irse a trabajar.
—Hijos… ayúdenme a recoger esto, por favor.