No podía creer todo lo que podía pasar en un solo día. Pensaba que lo peor que me podía pasar era ser la chica nueva de la que todos iban a hablar la primera semana o si me iba demasiado bien, que, pasaría desapercibida, como siempre había sido en mi vida. Sin embargo, mi primer día de clases fue de lo más peculiar. Saber que no tengo ni dos días en la escuela y ya tengo una enemiga, la cual no disimula su desprecio hacia mí, hace que mi segundo día de clases suene a un día en el campo de batalla. Aún tengo fe de que todo esto se acabe y que quede solo como un mal recuerdo de mi primer día. No necesito lidiar con enemistades, nunca lo he tenido que hacer y espero de todo corazón no tener que empezar.
Mi día comenzó demasiado normal, diría yo. Vi a Mike en los pasillos mientras iba a clases, se le veía muy adaptado, la verdad. No sé cómo es que él y mi hermana eran tan sociables. Todos los adoran. Skye ya tiene su propio grupo y es como si se conocieran de toda la vida.
No sabía cómo mirar a Jason después de lo de ayer, así que me limite a ignorarlo. Aun así, podía notar sus ojos sobre mí, como si quisiera decirme algo, pero al final no lo hace. Me decido a entrar a clases de biología, cuando recuerdo que debo sentarme al lado de Aidrian. Él está en su lugar habitual, con la cabeza gacha. Lleva una sudadera gris y puedo imaginarme lo que está haciendo, dibujando.
Me dispongo a sentarme en mi asiento a su lado, no levanta su mirada, sigue con su brazo rodeando su dibujo y la otra está haciendo trazos bruscos. Noto como si estuviera enojado y como si estuviera descargando su frustración con el papel. No puedo ver lo que está haciendo. Puedo notar como sus músculos están tensos debajo de su chaqueta y puedo ver como su respiración suena un poco agitada. Quiero dejar de prestar atención a lo que hace, pero mis ojos no dejan de seguir sus gestos. Intento ver el dibujo que hace y es como si, a diferencia del que hacía ayer, este le causara ¿preocupación? ¿molestia? No sabría decir a ciencia cierta.
- ¿No te enseño tu madre a no husmear en asuntos ajenos? –Dice Aidrian, con su voz profunda, haciendo que de un brinco en el asiento. Me mira de soslayo y sus ojos azules se posan en los míos.
-Lo siento… Yo solo… Disculpa-Pero como siempre, no sé qué decir ante mi intromisión. De hecho, no me había dado cuenta de que la clase ya había comenzado, ni que el profesor explicaba el tema de las especies y sus tipos.
Aidrian no me dice nada y cierra de golpe su cuaderno donde hacia sus dibujos. Se endereza en su silla y mira hacia el frente. Me obligo a apartar la vista, tampoco quiero parecer una acosadora, ni nada por el estilo.
La clase transcurre de manera tranquila, cuando termina, Aidrian como siempre, toma sus cosas y se va. Pero noto algo diferente. Lo noto enojado, como si algo le hubiese pasado. Y es que, aunque siempre parezca estarlo, hoy, particularmente, lo noto más. Obligo mi mente a pensar en otra cosa y me dispongo a salir de clases. Justo cuando veo a Jason fuera del aula.
-Hey, Hailey.
-Hey. –Le digo con media sonrisa.
-Oye… Yo quería disculparme por lo que paso ayer. Stella es… bueno, en fin. –Parece como si estuviera buscando las palabras correctas en su mente. -Le dije sus verdades ayer y le dije que te deje tranquila. Así que no tienes de que preocuparte por ella.
-Está bien, sé que no es tu culpa. Además, todo esto paso por mi torpeza. Quizás ella cree que fue a propósito. Aun así, es un poco exagerada. ¿Siempre es así?
-Sí, es así siempre. Pero no te preocupes, ya hablé con ella. –Me dice ofreciéndome una sonrisa dulce y yo solo logro devolvérsela. –A todo esto, quería saber si seguía en pie mi invitación a la fiesta de inicio de escuela del sábado. –Me dijo esperanzado.
-Sí, claro. –Le respondí, después de todo, él no era culpable de la actitud de Stella.
-Uff, que alivio. Pensé que lo que había pasado cambiaria las cosas. Ya sabes. –Dice, con un resoplido. Yo siento como mis cachetes se calientan y sé que me he sonrojado, así que agacho la cabeza para disimular. –Nos vemos, entonces. –Me dice despidiéndose de mí con un beso en el cachete y antes de que pueda decir nada, se va. Como es de costumbre, se vuelve hacia mí y me da una sonrisa encantadora.
Sé que estoy muy sonrojada, así que cuando me dirijo a clases de Matemáticas, entro con la cabeza gacha. En ese momento, siento ojos sobre mí. Me doy cuenta de que Aidrian está al final de la fila, como siempre, solo, observándome por el rabillo del ojo. Su mirada intensa esta sobre mí y no la aparta, ni siquiera porque he hecho contacto visual con él. Justo cuando pretendo dejar de mirarlo, quita la vista de mí.
-Es raro ¿Cierto? –Dice mi compañera de al lado. Es un chico con el pelo rizo muy hermoso.
-Solo un poco. –Le digo, para quitarle peso al asunto, pero concuerdo con la chica. Raro es poco.
- ¿Bromeas? Es rarísimo. Y pensar que antes era todo lo opuesto a lo que es ahora.
¿Cómo que era diferente? Ahora sí que me está causando mucha curiosidad. Es que no me lo imagino de otra forma, pero ¿Qué tan diferente era y que le habrá provocado este cambio tan sombrío? No quiero seguir con la conversación, porque no quiero sonar desesperada por información ni nada por el estilo.