Capítulo 2: El Primer Encuentro con la Oscuridad
Daniel avanzaba lentamente por el cementerio, seguido de su fiel esqueleto, cuyas articulaciones crujían con cada movimiento. El paisaje que lo rodeaba parecía extraído de una pesadilla. La luna apenas se asomaba entre las nubes negras, y las sombras danzaban en los rincones más oscuros, como si ocultaran horrores innombrables. El aire estaba impregnado de un hedor pútrido que le revolvía el estómago.
Mientras caminaba, Daniel intentaba comprender su situación. Era evidente que ya no estaba en su mundo, pero ¿qué era este lugar? ¿Cómo había terminado aquí? La voz en su mente, la pantalla flotante, todo apuntaba a que estaba en una especie de juego, un mmropg, pero las sensaciones eran demasiado reales. Cada paso que daba, cada respiración que tomaba, lo convencía de que no era un simple sueño.
"Necesito respuestas", pensó. "Y necesito sobrevivir".
De repente, un grito desgarrador rompió el silencio de la noche. Daniel se detuvo en seco, su corazón latiendo con fuerza. El sonido provenía de más adelante, más allá de las lápidas y árboles retorcidos. Sin pensarlo dos veces, decidió investigar. Si había alguien más en este mundo, tal vez podría obtener información... o al menos, no sentirse tan solo.
Mientras avanzaba, el grito se hizo más claro de una mujer o alemos eso parece, seguido por el sonido de un combate. Al llegar a un claro en el cementerio, Daniel se encontró con una escena aterradora. Un grupo de hombres armados, vestidos con armaduras negras y con símbolos demoníacos grabados en sus pechos, rodeaba a una figura encapuchada que luchaba por defenderse con una espada corta.
"¡Ríndete, bruja!", gritó uno de los hombres atacantes. "Tu magia no puede salvarte. El Señor Oscuro ha puesto precio a tu cabeza." termino de hablar con una cara llena de pervercidad
La figura encapuchada, evidentemente agotada, apenas podía mantener a raya los ataques de los soldados. Daniel pudo ver que la persona estaba herida, y su fuerza disminuía con cada segundo que pasaba, sabe que debe de inytervenir antes de que sea muy tarde.
Daniel sintió una extraña mezcla de emociones. Parte de él quería huir, alejarse de ese conflicto y encontrar un lugar seguro. Pero otra parte, la nueva parte de él que abrazaba su destino como nigromante en un mundo de juego, se sentía atraída por la violencia y la oscuridad. Además, sabía que si intervenía, podría obtener respuestas y tal vez aliados en este nuevo mundo desconocido y talvez ver cual es la fuerza. Con un suspiro y cara determinda se dijo asi mismo.
"Es ahora o nunca", pensó, mirando al esqueleto que lo acompañaba.
"Ataca", ordenó mentalmente, y el esqueleto reaccionó de inmediato, avanzando hacia los soldados con su espada oxidada en alto.
La aparición del esqueleto tomó por sorpresa a los hombres armados. Uno de ellos giró rápidamente para enfrentarlo, pero antes de que pudiera reaccionar, el esqueleto le asestó un golpe mortal en el pecho, atravesando la armadura como si fuera de papel.
"¿Qué demonios es esto?", exclamó otro soldado, retrocediendo al ver caer a su compañero, mirando como la cara del compañero caido muestra incredulidad.
Daniel, sintiendo la adrenalina correr por sus venas, levantó la mano y sintió cómo el poder oscuro fluía a través de él. Era una sensación extraña, como si estuviera manipulando una energía antigua y prohibida. Sin saber exactamente cómo, conjuró un hechizo de oscuridad, y una sombra negra envolvió a otro de los soldados, ahogando sus gritos en un silencio mortal.
La figura encapuchada, al ver la intervención de Daniel, aprovechó la distracción para contraatacar, decapitando a uno de sus agresores con un movimiento rápido y preciso.
En cuestión de minutos, los soldados restantes cayeron ante el poder combinado de la nigromancia de Daniel y la destreza de la figura encapuchada. Cuando el último soldado cayó al suelo, la figura se tambaleó, exhausta pero aún de pie. Lentamente, bajó su capucha, revelando el rostro de una mujer joven, con ojos verdes afilados y rasgos asiaticos con una cara marcada por el cansancio y el sufrimiento de la batalla.
Ella hablo "¿Quién eres?", preguntó ella, mirando a Daniel con desconfianza. "¿Y por qué me ayudaste?" dijo con una cara llena de odio.
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Editado: 24.11.2024