Cuando Yegor se marchó, Yulia pidió una taza de chocolate caliente y volvió a marcar el número de Zubr. Al cabo de unos timbres, Yura descolgó la llamada, pero sólo en "¡Hola!". Yulia no contestó. El altavoz se llenó de ruido de la calle, coches y gente hablando. Después de gritar "¡Hola!" varias veces, Yulia se quedó callada, intentando recordar por dónde daba el balcón de Yura y si era posible llegar a él en silla de ruedas.
Calificándose a sí misma de paranoica, Yulia dejó el teléfono sobre la mesa y empezó a saborear la bebida aromática, pero no lo bastante dulce.
Yura volvió a llamar unos minutos después.
- "¡Hola! ¿Querías algo?
- Sí. Quería un favor.
- Te escucho.
- Primero, prométeme que me avisarás si sabes algo de Alina. Y segundo... ¿Podrías arreglar una reunión con Kowalski para mí?
- ¿Qué? ¿Estás loco? ¿Cómo esperas que haga eso?
- No lo sé, no lo sé. Pensé que tenías conexiones...
- Las tengo. Pero no para citas románticas.
- No deberías decir eso. Estoy aquí por negocios. Qué lástima. Si no puedes venir, está bien.
- No te hagas ilusiones. Tal vez pueda. Simplemente no veo el punto.
- Hay un punto, Jure.
- De acuerdo. Espera. Te llamaré en una hora, tal vez algo funcione.
- ¡Gracias, lo estaré esperando!
Nos quedamos sin chocolate. Y con él, el entusiasmo. Yulia no sabía qué iba a decirle a Sasha.
Daba miedo verlo allí. Ella era casi la única en su círculo que conocía a este hombre de otra manera. No como un hombre de negocios, un patrocinador, un empresario ostentosamente poderoso, sino como un adolescente con un alma vulnerable. Ella lo veía débil y entendía por lo que estaba pasando. No era el mejor lugar para los amantes de la literatura de aventuras y los muebles caros.
El timbre del teléfono la sacó de sus pesados pensamientos. Y la frase de Yura: "Tienes 30 minutos para llegar y 15 para hablar", la hizo salir de la cafetería.
***
Yulia ha estado muchas veces cerca de la prisión municipal y de la fiscalía, y este lugar siempre le da escalofríos. La atmósfera de ansiedad, desesperanza y fatalidad se extendía mucho más allá del perímetro de la valla de hormigón y los muros de ladrillo desnudo.
Pero dentro, todo daba menos miedo de lo que la niña había imaginado de pequeña. Parecía una institución estatal normal y corriente, si no fuera por las numerosas puertas y los barrotes que había en ellas.
La contraseña "Soy de Zubr" funcionaba a las mil maravillas. Allí donde incluso la influencia del apellido Kowalski se había debilitado, la palabra clave abría todas las puertas.
Y aquí hay una habitación con una vieja mesa sin rostro y dos sillas.
"Sasha no debería estar aquí", fue el único pensamiento que latió al compás de su corazón.
Después de lo que pareció una eternidad, los guardias hicieron entrar a Sasha. Yulia tuvo miedo de mirarle.
Pero en cuanto se cerró la puerta de atrás del convoy, él estuvo al instante junto a ella.
- "¿Cómo lo has hecho? ¡Aquí no dejan entrar ni a mi madre!
- Viejas ataduras". Yulia sonrió con tristeza y abrazó a Sasha. Se aferró a ella torpemente, porque sus manos esposadas le impedían devolver el abrazo. Sasha no tenía tan mal aspecto como Yulia había imaginado. La barba incipiente del día anterior hacía que su rostro pareciera más severo y añadía una década a su edad. Pero sus ojos eran igual de vivaces e incluso sonreían.
- ¿Están a salvo los chicos? Mamá me ha llamado, deberías haberla oído gritar.
- Dmytro y Danya están a salvo. Sigo siendo responsable de ellos. No tenemos mucho tiempo, Sasha. Necesito tu ayuda. Voy a ser franco: estoy seguro de que no tuviste nada que ver con los asesinatos. Pero no puedo creer que hayas sospechado todo este tiempo. No deberías estar aquí. El verdadero asesino debería estar encadenado en tu lugar.
- ¿Crees que lo sé y me estoy callando?
- Si no lo sabes, lo asumes con seguridad.
- Sí. Y estoy sentado aquí por una nueva experiencia de vida.
- No es momento para sarcasmos. Dímelo. Quiero ayudarte. Quiero que seas libre.
- Yulia... - Sasha miró a los ojos de la niña y claramente no reconoció a la desconocida que le había entregado mansamente el juguete hacía poco tiempo. Tampoco reconoció a su niñera, inmersa en los quehaceres y el cuidado de sus hijos. Ahora era una persona completamente distinta. Con una vena acerada y confiada, con fe en el triunfo de la justicia. Algo en lo que el propio Sasha no creía desde hacía mucho tiempo... ¿Cuándo se volvió así? ¿Realmente la cambió tanto?
- ¡Sasha, por favor, habla! No quiero verte aquí. ¡No deberías estar aquí!
- Cuando supe que Mu, demonios, Emma, fue asesinada, inmediatamente pensé en Irma. Ella está realmente loca y es capaz de cualquier cosa. Pero entonces ella necesitaría ayudantes. Y ella no tenía a nadie más que a nosotros. Y si los ayudantes fueron contratados, lo sabría. Además, Irma también está muerta ahora. No puedes preguntarle...
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Editado: 29.07.2024