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Mi mente seguía dando vueltas en el pequeño café del pueblo, donde me había refugiado después de la conversación con Mateo. Mientras tomaba mi café con leche, los pensamientos sobre Valeria me mantenían inquieta. Algo no encajaba, y la insistencia de Mateo en hablarme sobre ella solo había aumentado mi curiosidad.
Decidí dar un paseo por la granja para despejar mi mente. El aire fresco del campo no lograba calmar mi agitación interna. Las preguntas que me hacía sobre Valeria se volvían más urgentes con cada paso que daba. A medida que me acercaba a la granja, algo en la atmósfera me hizo sentir que debía buscar respuestas. Mi intuición me decía que había algo más detrás de la fachada de la niñera que Valeria había presentado.
Cuando llegué, me dirigí al establo. La entrada estaba abierta y los sonidos de los animales llenaban el aire. En el interior, observé a Valeria revisando las herramientas. No pude evitar notar su forma de moverse, con una elegancia y una determinación que me parecían fuera de lugar en alguien que pretendía ser solo una niñera.
Decidí actuar. Me acerqué con pasos decididos y un nudo en el estómago. El momento había llegado para enfrentar la verdad. Valeria estaba demasiado concentrada en sus tareas para notar mi presencia hasta que me despegué de la sombra de la entrada.
—Hola, Valeria —dije, mi voz resonando con una mezcla de firmeza y incertidumbre.
Valeria levantó la vista, y sus ojos se encontraron con los míos. Un destello de sorpresa cruzó por su rostro antes de ser reemplazado por una expresión neutral. Me hizo una pequeña inclinación de cabeza.
—Hola, Sofía. ¿Qué te trae por aquí?
Su tono fue educado, pero había algo en su actitud que me decía que no estaba completamente a gusto con mi presencia. La observé de cerca, buscando señales que confirmaran mis sospechas. Mi mirada se desvió hacia una carpeta que estaba sobre una mesa cercana. La curiosidad me pudo, y mi mano se movió casi por sí sola para abrirla.
—¿Qué es esto? —pregunté, viendo documentos que claramente no estaban relacionados con el trabajo de una niñera.
Valeria se acercó rápidamente, intentando cerrar la carpeta. La tensión en el aire era palpable. La sensación de estar atrapada se reflejó en su rostro, mientras intentaba controlar su reacción.
—No es lo que piensas —dijo, su voz tenía un tono de nerviosismo que no había notado antes.
—¿De verdad? —inquirí, sin poder ocultar mi incredulidad—. Porque parece que estás escondiendo algo importante. No eres solo una niñera, ¿verdad? ¿Qué estás haciendo aquí, Valeria?
El silencio que siguió a mi pregunta era pesado. Valeria se quedó allí, luchando con sus palabras. Finalmente, suspiró y se dirigió a mí con una expresión que parecía mezclar desesperación y resignación.
—Lo siento, Sofía —empezó—. No quería que esto se descubriera así. Mi nombre es Valeria Ruiz, y no soy niñera. Vine aquí para negociar la venta del terreno con Mateo, pero... pero todo se complicó.
Sus palabras me impactaron más de lo que había imaginado. Mi mente procesaba la información a un ritmo frenético. Valeria no solo había mentido, sino que también había entrado en mi mundo, mezclándose con personas que realmente apreciaba. Me sentí traicionada, pero también comprendí que ella había estado atrapada en su propia red de mentiras.
—¿Por qué mentiste? —pregunté, la decepción palpable en mi voz—. ¿No confiabas en nosotros? ¿En Mateo?
Valeria se tomó un momento para respirar hondo, su mirada bajando hacia el suelo antes de volver a mirarme.
—No era mi intención hacer daño a nadie —dijo—. Simplemente no sabía cómo enfrentar la verdad una vez que empecé a sentirme cercana a ustedes. Mi misión era conseguir el terreno, pero ahora... me doy cuenta de cuánto he llegado a valorar este lugar, y a las personas que he conocido aquí.
Mi mente seguía girando, pero el tono de su voz y la sinceridad en sus ojos me hicieron cuestionar mis propios sentimientos hacia ella. Me sentía atrapada entre la necesidad de revelar su verdad a Mateo y el deseo de darle una oportunidad para explicarse.
—Entiendo que te hayas encariñado —dije con cautela—, pero esto no cambia el hecho de que estuviste engañándonos. Mateo tiene derecho a saber la verdad. ¿Qué piensas hacer al respecto?
Valeria asintió lentamente, sus ojos reflejando una mezcla de culpa y tristeza.
—Lo sé —admitió—. Solo espero que haya una manera de enmendar las cosas antes de que sea demasiado tarde.
El peso de sus palabras cayó sobre mí. Aunque sentía una profunda decepción, también sabía que tenía que encontrar una manera de resolver esta situación. La verdad estaba en el aire, lista para ser revelada, y el tiempo para enfrentar las consecuencias estaba cerca.
Mientras salía del establo, mi mente estaba llena de emociones encontradas. La verdad sobre Valeria había salido a la luz, pero el futuro de las relaciones entre ella, Mateo y yo estaba aún por definirse. Me preguntaba si habría una manera de reparar el daño hecho, o si la revelación de su verdadera identidad había marcado un punto de no retorno.
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Editado: 31.08.2024