Siento que me están apretando el cuello. Abro los ojos como tengo apagada la luz no puedo ver nada. Intento gritar por ayuda pero la voz no me sale. Con mis dos manos intento quitar las manos que me aprietan pero es imposible ya que son muy fuertes y grandes. Intento levantarme pero el gran peso que tengo encima mío me es imposible. Pataleo muchas veces cuando estoy apunto de desmayarme me suelta y se levanta de encima mío.
Me siento en la cama tratando de recuperar el aire. La tos tardo en pararme, me sobó el cuello. Mi garganta arde demaciado. Las lágrimas no paran, por más que las limpie.
— eso fue por ser una maldita zorra irresponsable.
Mis ojos casi se salen de mi cara. Es la voz de el. ¿Cómo entro si yo agarre la llave y la ventana está con seguro?. Me limpio mis lágrimas no quiero demostrarle que le tengo miedo aún que no creo que funcione mucho por qué mi cuerpo está temblando.
—¿Que quiere?— trate de que mi voz no me delatara de el miedo que sentía pero fue un total fracaso.
— el único que tiene derecho a preguntar aquí soy yo.
—¿porque, acaso usted es familiar o amigo mío?
No pasan ni dos segundos cuando estoy siendo levantada de el cuello por una de sus manos. Intento apartarla pero me es imposible por que tiene el doble de fuerza o más que yo.
—¿Acaso Jaime es algo mas tuyo, aparte de amigos? — quisiera. Niego con la cabeza.
— pues lo parecía, estaban bien pegaditos y agarraditos de la mano,solo les faltó besarse en la boca. — su mano aprieta mas mi cuello — no lo voy a permitir. — con las pocas fuerzas que me quedan grito. Estoy por desmayarme antes de que lo haga me suelta. La puerta se abre unos segundos después. Encienden la luz.
—hija— escucho la voz de papá. Parpadeo un poco me está costando acostumbrarme a la luz. En mi campo de visión aparece mi papá. — cielito ¿Te sientes bien?— niego con la cabeza. Empiezo a toser. Mi papá me da unas palmaditas en la espalda. mi tos para. — ¿gritaste?— asiento —creí que era mi imaginación ya que el grito fue muy bajo. ¿Tuviste una pesadilla?— eso espero. Mi papá frunce su ceño— cariño no debes dejar la ventana abierta, no hay buen clima, te puedes enfermar si no es que ya lo hiciste. — el se levanta y cierra la ventana. Frunzo mi ceño estoy muy segura de que la cerré. — mi papá toca mi frente. Frunce su ceño. — está helada. ¿Quieres que te prepare un vaso de leche? — asiento. No tengo hambre ni ganas de beber leche pero me encanta que papá cuide de mi. Me hace recordar que el si me ama.
El se levanta y se va a la cocina yo me levanto para ir al baño ya que me dieron ganas. Nada más doy un paso y siento un mareo. Me agarró de la mesita de noche. Unos segundos después se me pasa. Entro al baño. Estando allí mi mirada va al espejo donde veo mi cara demaciado pálida. Pero no solo eso llama mi atención tengo algunas marcas rojas y algunas moradas en el cuello.
Toda esperanza de que haya sido una pesadilla desvaneció cuando papá noto que la ventana estaba abierta pero aún así quería que fuera una pesadilla lastimosamente fue muy real, los moretones lo dicen. Tengo que hacer que no se me noten. Recuerdo que no le e entregado los abrigos entre ellos la bufanda así que me la voy a poner. Busque la bufanda y me la puse.
— cariño ya está lista. — camino hasta la cocina, me siento en la silla de el comedor. Papá pone el vaso lleno de leche calientita cerca mío. Pongo mis manos alrededor de el vaso para calentar mis manos. Me gusta.
Papá se sienta al lado mío tomado de su vaso de leche. yo también tomo de el mío no sin antes soplarle para no quemarme. Papá hace una mueca de dolor. Lo volteo a ver. Se a quemado con la leche por no soplarle. Ruedo los ojos. Siempre que bebemos leche juntos se le olvida. Miro que tiene un bigote de leche. Me río. Le pasó una servilleta. El se limpia. Yo me sigo riendo.
Mi papá es el único que siempre me a hecho sentir cómoda. Los recuerdos de el pasado vienen a mi mente, cuando el siempre hacia lo mismo en un mal momento es como un deja vú. Lastimosamente siempre tiene que pasar cuando algo malo acaba de ocurrir. Aún así me hace sentir mejor. Papá es el primero en terminar su vaso de leche. Cuando pasa por mi lado me acaricia el cabello,aún que solo son unos segundos me gustan. Sonrío.
— gracias papá. — el sonríe.
— de nada cielo— el sonríe. Es extraño que el lo haga. Se va a su habitación. Cuando terminó de tomar mi leche lavo los dos vasos sucios. Camino hasta mi habitación. Me acuesto boca arriba. Día que no me ocurra algo horrible a mi sería rarisimo. Agarró mi cobija y me duermo.
Me di una ducha de apenas un minuto. Me cambié en menos,eso si no se me olvidó ponerme la bufanda para que nadie note mis marcas y me subí al auto de papá. Papá tiene el ceño fruncido.
— te has levantado una hora y media más tarde.
— perdón.
— voy una hora tarde al trabajo. Creí que eras un tronco por qué por más que te gritaba y movía no abrías los ojos.
—perdón— es lo único que me limito a decir.
— tendré que dejarte cerca más no adentro de la escuela.
—esta bien — no,no está bien se me da muy mal correr — gracias — papá estaciona. Yo bajo de el auto con mi mochila. Cierro la puerta de el auto. Corro, casi me caigo como tres veces pero al fin logro llegar. Para encontrarme con el portón cerrado. Mierda.
No sé por qué pero mi mirada sube encontrándomelo a el arriba de el portón. Si arriba. El portón es muy alto, de un material muy fuerte. Espero que se caiga. Lo hace pero termina en pie. Mis días cada vez van peor. ¿Cómo se atreve a mirarme a los ojos después de lo que hecho? Semejante idiota desvergonzado. Saca unas llaves de su largo y negro abrigo. Abre el portón. Se hace a un lado. No dice nada solo se queda allí parado. Mucho mejor que no se atreva a decir nada. Corro hasta llegar a el aula a la que me toca, lo mejor fue que no me caí ni tropecé.
Las clases fueron avanzando aún que yo las entí eternas ¿Por qué? Por cada regañada que me daban por no haber hecho las tarea. Que vergüenza. Camino hasta el estacionamiento, me subo al auto de papá.