KONOHA
Karin Uzumaki estaba en el despacho del Hokage esa mañana frente a Kakashi y Tsunade.
Había sido llamada por ellos. La joven pudo dejar atrás su vida criminal y ahora buscaba un nuevo inicio lejos de Orochimaru y los demás. Siempre la fascinó la medicina por lo cual seguía su perfección para ser una ninja médico.
No obstante en Konoha nadie la hablaba y todos la menospreciaban. No podía sacarse el estigma de haber pertenecido a los criminales que en el pasado quisieron destruir Konoha.
Y si a eso le agregaba la mala suerte en el amor podía decirse que su vida era un desastre. Ya no seguia insistiendo con Sasuke, supo que eso jamás funcionaría y al fin fue capaz de liberarse de menuda obseción.
Ahora lo único que buscaba era otra oportunidad en Konoha para vivir tranquila y formar una familia.
La pelirroja se acomodó los anteojos para disimular sus nervios. No sabía por qué había sido llamada solo que era con carácter de urgencia.
Quizás hayan decidido expulsarla de la aldea. Y si esa era su situación ¿Qué haría? ¿Volver con Orochimaru? No le gustaba nada la idea. El Hokage la vió entrar en silencio.
Luego empezó a leer unos papeles que tenía allí. Tsunade la miraba detenidamente. Ella ocultó su mano derecha detrás para que no vieran que empezaba a temblar.
Esa mañana en particular era gris y fría. Finalmente Kakashi dejó los papeles sobre su escritorio y apoyándose en el respaldo de la silla la observó antes de decirle:
— Te daremos otra oportunidad Karin, se qué quieres vivir aquí en paz. Estamos dispuestos a aceptarlo.
— ¿Pero?
— Tendrás que trabajar para nosotros y mantener la confidencialidad.
—¿D-De q-qué se trata?
— Eres una ninja médico ¿Verdad? — dijo Tsunade y Karin asintió con la cabeza.
— Perfecto — siguió Kakashi
EN UNA SALA DEL HOSPITAL
La.conciencia volvía a él con los últimos recuerdos. Había intentado obligar a la ninja médico a curarlo para poder salir de ahí.
Pero no lo pudo conseguir y quién lo diría, aquel en quien supuestamente debía confiar era uno de los que lo obligó a recordar a sus padres.
Recordar lo que tuvo y perdió. Abrió sus ojos para ver que estaba en una habitación de hospital. Fuera la luz era pálida y el viento al parecer se tornaba frío.
Respiraba con normalidad pero seguía sintiendo ese horrendo decaimiento. Maldita sea. Intentó incorporarse y el mareo casi lo tira fuera de la cama.
Era lógico, como ninja médico que era sabía que tenía los síntomas característicos después de haber estado tanto tiempo encerrado en un laboratorio siendo objeto de estudio y torturas de ese psicópata de Danzou.
Se sujetó de la cama apoyando ambas manos detrás suyo mientras respiraba bocanadas de aire.
Necesitaba cierto tipo de medicina que no sabía si tendrían ahí. Sus rojos cabellos cayeron hacia adelante cubriéndole la cara.
Libertad era lo único que había deseado desde que Danzou lo encerró en raíz. Su maldita suerte hizo que fuese encontrado esa noche, luego de haber enterrado a sus padres por ese tipo.
Las imágenes agolpaban su mente forzándolo a revivir esos oscuros momentos de nuevo. La furia se adueñó de su persona y nuevamente los intensos dolores invadieron su cuerpo al punto de caer en la cama semi inconciente.
Miró que segundos después la puerta se abría para dar paso a una hermosa joven de rojos cabellos y lentes. Se le acercó a él.
Parecía preocupada. Por más que le hablaba él no podía oírla ya que casi estaba en manos de la inconsciencia.
Respirando entrecortado para poder soportar los intensos dolores que ese maldito sello le provocaba cada vez que lo invadía una fuerte emoción. Pero ella insistía.
— Muerdeme — pudo entender que le decía al tiempo que le ofrecía su brazo derecho. Menma la miró sin comprender pero ella insistía. — Anda, hazlo de una vez — Él al borde de la inconsciencia abrió la boca para sentir cómo ella le acercaba su brazo.
Apretó sus dientes suavemente en su brazo e inmediatamente comenzó a sentir que su cabeza se despejaba de ese abotagamiento infernal. Su fuerza regresaba al menos para mantener la conciencia.
Y los dolores se volvían soportables. Volvió a respirar bocanadas de aire mientras se incorporaba otra vez. Ella sonrió.
— Menos mal que vine. Ya estás mejor ¿Verdad?
— Si, gracias — él desvío la mirada. ¿Qué fue eso? ¿Qué tipo de poder tenía esta chica?
Ella empezó a atenderlo como si fuese su enfermera. Le tomó el pulso, la presión, lo hizo recostar para seguir revisándolo. Al ver el sello frunció el ceño pero no parecía sorprendida.
Como si ya conociera aquello. ¿Sería una cómplice de Danzou? Procurando mantener sus emociones a raya la sujetó con fuerza de la muñeca derecha y obligándola a mirarlo y dijo:
—Dime ¿Por qué no te sorprendiste al ver el sello que llevo en mi cuerpo? ¿Acaso fuiste su cómplice?
— ¿Eh? ¿C-Complice? ¿De qué hablas?
— Dime la verdad — empezaba a desesperarse y fue cuando los dolores lo invadieron de nuevo. Ella pareció percatarse de eso ya que sujeto su mano.
— Detente — le susurró suavemente — No voy a hacerte daño.
— ¿Quién eres?
— Karin es mi nombre y soy una ninja médico.
— ¿Por qué? ¿Por qué...?
Ella acarició su mano intentando serenarlo, conocía perfectamente ese tipo de sello que él tenía. No era novedoso ya que junto a Orochimaru había aprendido bastantes cosas.
— Tengo amplios conocimientos de sellos pero nada tengo que ver con quién lo usó en tí. Ahora relájate y controlate. Solo así los dolores desaparecerán.
Menma la soltó e hizo lo que ella le aconsejó. Sabía que solo así escaparía de aquellos dolores infernales. Colocó su indeferenfe expresión al tiempo que la palidez de su rostro era mayor.
Se dedicó a observar a Karin en silencio, prefería no hablar. Ella tenía buenos conocimientos de medicina ya que al cabo de unos momentos supo el tipo de remedio que necesitaba. Y hasta le contó la forma en que podría liberarlo del sello.