El sábado pasó sin ningún inconveniente mientras mi madre me daba pequeñas instrucciones de cómo comportarme con los humanos, tomé sus consejos en serio pues quería estar preparada para mi misión.
El domingo me desperté antes de que amaneciera pues tenía que preparar mi maleta, ya que me olvidé de hacerlo el día anterior, bañarme y vestirme para el viaje. No tenía idea del tiempo climático en Massachusetts y mucho menos en esa época del año así que había guardado ropa para todos los tipos de climas.
Miré a mi familia, estaba a unos minutos de subir al vehículo que me llevaría lejos de ellos. Debía sentir nervios de ir a una ciudad que no conocía y más aún de tener contacto con los humanos, sin embargo, me sentía en calma y emocionada por dar un paso que me acercaba al concejo. Aunque si tenía el temor de meter la pata y revelar quien realmente era.
─Cuídate ─dijo mi madre abrazándome y trayéndome al presente.
─Lo haré, mamá ─besé su mejilla.
─Haznos sentir orgullosos de ti ─dijo mi padre besando mi frente.
─Si, papá.
Abracé con fuerza a mi hermano, a mi cuñada y a mi sobrino ya que los iba a extrañar demasiado. De mi hermana y de mi cuñado solo me despedí con la mano pues a ellos no los extrañaría mucho, no teníamos una de las mejores relaciones aunque éramos corteses el uno con el otro. Bajé las escaleras del porche para ir al vehículo y entrar en el asiento trasero del mismo, el chofer cerró la puerta y miré por la ventana lateral para agitar mi mano en despedida. El motor fue traído a la vida y me coloqué el cinturón de seguridad lista para empezar con el viaje.
Mi familia solo sabía que tenía que trasladarme a otra ciudad por mi misión y que el concejo los mantendría al tanto de mi bienestar ya que yo tenía prohibido comunicarme con ellos. Saqué mi reproductor de música de mi mochila, un regalo de mi hermano y mi cuñada, para dejarme llevar por la música de relajación que había comprado para el viaje. Cerré mis ojos y me acomodé en el asiento tomando una fuerte respiración, iba a extrañar el aire fresco del bosque y el sonido de las hojas al moverse con el viento. Extrañaría todo lo relacionado con mi búho interior.
🦉🦉🦉🦉🦉
Fueron seis horas de viaje en avión desde mi ciudad a Nueva York para de ahí partir a Massachusetts. Nunca pensé que algún día atravesaría casi todo el país para cumplir una misión. Cuando llegamos a Cambridge, la ciudad donde estaba ubicada la universidad, era demasiado tarde y mi estómago gruñía del hambre ya que apenas había probado bocado en todo el día.
El chofer estacionó frente a un edificio de ladrillos rojos, miré por la ventana y quedé asombrada por la estructura que estaba frente a mí, pues no me esperaba una arquitectura tan moderna y desafiante, parecía uno de los edificios que había visto en las películas, todo elegante y costoso.
El chofer abrió la puerta y cuadré mis hombros antes de salir al frío aire de Cambridge, el cual se coló rápidamente en mis huesos. Subí ambas cejas esperando que el hombre dijera algo pero solo hizo un ademán hacia el edificio dándome a entender que ahí era donde iba a vivir. Caminé con largos pasos hacia la puerta pues mis dientes ya estaban castañeando del frío. Un hombre de edad avanzada abrió la puerta y entré al interior caliente del edificio mientras sobaba mis manos juntas, estaba acostumbrada a este tipo de clima pero los nervios estaban haciendo todo peor.
─¿Le puedo ayudar en algo? ─preguntó el hombre mayor.
─No lo sé ─balbuceé.
─¿Viene a visitar a alguien? ─caminó a un escritorio para revisar un libro rojo que se encontraba ahí.
─No lo creo ─acomodé mejor la mochila sobre mi hombro─. Creo que voy a vivir aquí.
─¿Usted es la señorita Owl? ─alzó la cabeza y me miró con curiosidad.
─Sí, soy yo.
─Su padre está esperándola en el tercer piso. Departamento 6ª.
─Gracias ─sonreí
Giré hacia donde estaba los ascensores y sentí al chofer detrás de mí llevando mis dos maletas. Entramos a la caja metálica y fruncí el ceño por mentirle al pobre hombre, no quería crear una idea de quien no era pero eso era parte de mi misión. Tenía que actuar como una humana normal que iba a estudiar la universidad y todo lo que eso conllevaba. El ascensor sonó y las puertas se abrieron en el tercer piso, caminé por el pasillo hasta llegar al departamento 6A. El chofer colocó las maletas en el suelo para poder tocar la puerta y esperar que alguien nos abriera, había estado esperando a Wilmer o Ramsés pero no a Cedric, estaba sorprendida de verlo.
─Hola Nival ─saludó sonriendo.
─Hola ─respondí pasando a su lado y colocando mi máscara de frialdad. No emociones, Nival, murmuró mi mente.
─Veo que has llegado sana y salva ─dijo Wilmer al verme.
Asentí parándome frente a ellos. Escuché un fuerte gemido proveniente del piso de arriba y llevé mis manos a mis oídos intentando no escuchar el sonido de piel chocando con piel. Los hombres entornaron sus ojos hacia mí sin entender porque actuaba de esa manera y después de algunos segundos se dieron cuenta del ruido e hicieron una mueca. Ellos debían estar acostumbrados a ese tipo de sonido, pensé.