Nizary

Cap II: De propuestas y compromisos

Zarparon a las cinco de la mañana, desde Sibara, capital de Zirvia.

Kleia, Wendy, Cia, Lyra y la princesa estaban en el camarote real, muriendo de ansiedad e intriga sobre su próximo destino.

Las futuras guerreras estaban consientes de todas sus habilidades, de que Kleia era una hechicera, que Ciara tenía sangre y poderes de hada, y que Wendy provenía de una legendaria raza de criaturas semis-humanas con capacidades inimaginables e inigualables. Por eso mismo, Cia y Kleia habían sido educadas por los mejores magos de la Corte del Rey, mientras que Wendy había estudiado todo sobre los Wolfcang, raza que era conocida en muchos reinos, pues estaba dispersa en varios de ellos, incluyendo Zirvia. En secreto, y tras un pasadizo oculto en los muros del templo, fue entrenada desde que sus poderes florecieron por completo (a sus once años) por Henson Coombs, primo de la familia Wolfcang y experto en ella, quien falleció en el incendio, tratando de salvar a una de las niñas.

Aun sabiendo que brujos las estaban cazando, les preocupaba mucho más la ansiedad por ver a sus familias. Ninguna conocía a nadie proveniente de su linaje, más que Wendy a Henson; más allá de eso, nada. Conocían sus estatus sociales, la historia de sus familias, pero no a ellos.

 

¿Qué creen que haremos una vez en Nizary? — preguntó Cia mientras peinaba el laceo cabello de la pequeñita.

Por el momento… — respondió Kleia, sentada en la cama junto a la princesa. — responder a los nombres de Arabeth, Davina y Jennessa ¿A quién se le ocurrió eso de que debo hacerme pasar por la prometida de mi hermano?

Hermanastro... — la corrigió Wendy, centrada en pulir la hija de una de sus dagas, sentada en un banco a metros de sus amigas.

Ni siquiera eso, no es fruto de ninguno de tus dos padres. — exclamó Selin.

Y fue idea de Madre Esther. — concluyó Cia. — Nuestra primera parada será Lincey, permaneceremos allí por un tiempo, hasta poder viajar y encontrar a los padres de Cia y a mi madre y, tal vez, hermanos o hermanas. Si te consideran la prometida de Ethan Blackzade podrás estar más cerca de tus padres. Cia y yo no tenemos la misma suerte.

¡Ni siquiera sé quién es él!

Créeme, eres afortunada. Al menos no vas a casarte de verdad… — insinuó la princesa, tumbándose en la cama con algo de fastidio, intrigando a las tres jóvenes que la miraron completamente atónitas. — No creerán que nuestra partida es solo para trasladarlas a Nizary y encubrirlas para derrocar al rey ¿o sí?

 

Ninguna se atrevió a responder, pues la princesa estaba en lo cierto.

 

Mi familia está tan aferrada a su amistad con su antiguo rey que me enviaron a desposar al príncipe Luka. Así las ayudaremos a embestir el mando de Basil Sephal desde adentro. Uniríamos dos reinos, destronaríamos al enemigo, y recuperaríamos la paz nizariana; sin aludir que mi padre buscaría a los verdaderos herederos de la corona de Nizary y me desposaría con el mayor sin duda alguna.

No puedo creerlo. — exclamó Cia. — Primero que nada, porque jamás oí de un monarca tan bondadoso como el Rey César…y, en segundo lugar, porque, por más justo y benevolente que parezca, te obliga a desposar a un hombre que no amas; peor aún, con el enemigo.

¡Definitivamente odio esta vida! — insinuó Kleia.

 

La princesa sonrió con paciencia y se levantó de la cama, empezando a caminar por la habitación, mientras les explicaba la historia de alianza entre los dos reinos.

 

El Rey Alexandrus protegió la vida de mi padre en la Guerra Mágica, contra el reino de Prisilia, cuando se unieron al levantamiento del príncipe Nathaniel contra su padre. Antes de que el maleficio de un brujo impacte contra mi padre, él se interpuso y lo bloqueó con su espada. El hechizo rebotó, mató al brujo y mi padre… Zirvia, quedó en deuda con Nizary. Nuestro rencor por los Sephal es tal que hasta yo misma me ofrezco como parte de un plan que le restituya la paz a su pueblo… y salde el compromiso del mío. — hizo una pausa, y agregó: — Alexandrus Asmoth tuvo dos hijos con la reina Tamalis, su primogénito y heredero al trono: el príncipe Dimitri; y su segundo hijo: el infante Christopher, sin mencionar a una supuesta bastarda de él y su amante, Asteria de Dalfia, Lucille; esto jamás se supo del todo bien, pues el rey siempre fue muy reservado a estos temas, de hecho hasta se dudó que Asteria y él hubiesen tenido una aventura, pues ella era muy amiga de la reina, aunque la había conocido gracias a su vieja amistad con Alexandrus. Además, no concurría a todos los eventos que la corona organizaba, sólo a los que ella consideraba más significativos, pues, además, vivía en otro reino, por lo tanto, no se la veía mucho por esos lados que digamos. Después de la muerte de los reyes, encontraron el cadáver de Asteria en los bosques de Nizary, pero nada de Dimitri, de Christopher… o de la supuesta Lucille, que nadie llegó a ver, pero sí a escuchar; pues, muchos decían oír llantos de bebé en los aposentos de la dama cuando ésta estaba de visita, tiempo después de un largo período en que se había quedado en Nizary, para luego marcharse con urgencia de vuelta a Dalfia, regresando casi un año después, ya para cuando la reina Tamalis esperaba a su segundo vástago; y la voz tranquilizadora de la duquesa acallando el llanto de la criatura que alguna vez alguien escuchó llamarla “Lucille”.




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