No Eres Lo Que CreÍ

8

Sí, Laura tenía razón, había mentido. Pero ¿qué se supone que debía decirle? Que nunca ninguna chica se me ha acercado, que ninguna me ha gustado, que me huyen. O mejor aún, que la mayoría en el instituto me consideran tan poca cosa que me ignoran. No pensé que me fuera a descubrír tan rápido y fácil así que preferí mentir. A demás era ella quién me gustaba y si soy completamente sincero, siempre lo hizo. Solo que antes era un niño y no preste atención a las pequeñas cosquillitas que sentía.

Me acosté y la imagen de esa rubia no salió de mi cabeza en toda la noche. Esto me estaba enloqueciendo, pero lo prefería antes que decirle mis sentimientos. Odiaría verla incómoda a mi alrededor.

El Lunes temprano estábamos en los pasillos y al voltear Vianca venía con las suyas, todos se apartaron dándole vía libre, nadie se interponía en su camino jamás. Pero, al otro extremo venía entrando Laura. Iban ellas frente a frente y Vianca no parecía querer ceder. Cuando faltaba poco para que estar cara a cara, Laura se apartó y siguió caminando.

–Así me gusta. Que tengas bien claro que no debes meterte en mi camino –dijo Vianca girándose hacia Laura.

Esta se giró también algo confundida.

–¿Te diriges a mi? –preguntó señalandose a si misma.

–Claro, ¿quién acaba de apartarse? –dijo Vianca orgullosa. Sin embargo, Laura estalló en risas.

–Perdona, no sabía que no querer tropezar con una persona era una estúpida competencia –dijo burlona dejando a Vianca en ridículo.

–Te estoy dando tregua, nueva, no me hagas enojar –amenazó acercándose pero Laura también se acercó.

–Nadie te ha pedido que lo hagas –dijo Laura en el mismo tono.

En ese momento llego Liam poniéndose en medio.

–Venga ya, dejen esto para después. Vamos a clases –dijo él.

–Tienes razón, ¿en la cancha a la salida, nueva? –reto Vianca.

–Hecho –dijo Laura con una sonrisa dando media vuelta yendose como si nada.

¡Joder!

***

–Dije que iré –me decía Laura por milésima vez ante mis intentos por convencerla de que no fuera.

–Esto es completamente innecesario, preciosa –me apoyaba Ángel.

–Lo fuera si ella no me hubiese molestado tanto desde lo de la cafetería –dijo y tenía razón. Vianca la había estado molestando aquella semana pero Laura la había ignorado. Supongo que ya se había cansado.

Se empezó a encaminar a la cancha con nosotros y otros más detrás, al llegar divisamos a Vianca con su gente también.

–Vaya...pensé que no vendrías –dijo Vianca cuando la tenía de frente y en ese instante llego Liam y su grupito también. Laura se quitó la mochila y respondió;

–¿Y por eso viniste tú? –preguntó Laura burlona.

–Creí que serías como esas gallinas a las que les hablas –dijo y Laura sonrió.

–Cariño, no vine aquí a hablar.

Y tan rápido como un pestañeo, un puñetazo en la cara hizo que Vianca retrocediera sorprendida. Laura se cuadro para pelear cubriendo su rostro mientras sonreía. Al recuperar la compostura, Vianca fue hacia Laura con un puño alzado, pero Laura lo esquivo con éxito. Los intentos de Vianca por lastimar a Laura eran en vano, pues ella seguía esquivandolos. Hasta que tomó su cabello rubio y lo jaloneo con fuerza, me asuste. Pero entonces Laura le dió un rodillazo en el estómago y la tumbó al suelo. Dio un puñetazo más rompiendo los labios de Vianca y cuando estaba alzando el puño para dar el siguiente, Vianca grito "A ella chicas" la mano de Laura fue agarrada apartándola del cuerpo de Vianca y de repente, un hilo de sangre salía de su nariz. Todo pasó demasiado rápido, dos de las amigas de Vianca la habían agarrado mientras otra golpeo su rostro. Todos nos alteramos, Liam y yo intervenimos tomando a las chicas que la habían agarrado pero cuando Laura tocó la sangre en su cara. Su expresión cambio e igual de rápido, tomo a la causante del daño en su nariz golpeándola con fuerza, rompiéndole el labio y nariz y estampandola en el suelo igual.

–Esto es un golpe sucio Vianca –gritó Liam deteniendo la pelea y yo solté a la chica también.

–¿Y desde cuando tu y yo jugamos limpio? –dijo esta desde el suelo.

Liam y yo fuimos hasta Laura y él tomó con cuidado su barbilla para ver el daño en su nariz. Ahí confirme algo, él pertenecía a la misma mitad del instituto que yo.

 




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