Sara
Hoy es un día muy importante para mí boutique, ya que, finalmente había que entregar todos los vestidos y trajes que había diseñado, hace algunos días le había enviado el diseño a los costureros y hoy finalmente acabaron, aunque el día no comenzaba muy bien, cuando desperté por los rayos de sol y una suave brisa que entraba por la ventana, observe a David a mi lado, él estaba mirando como dormía, sin embargo cuando abrí mis ojos y observe su rostro él tenía una expresión calmada y feliz, no entendía muy bien que estaba pasando.
—Por fin despiertas cariño —dijo David, contento.
—¿David? —pregunte, confundida por la situación.
—Buenos días, mi bella durmiente —dijo David, luego de darme un dulce beso de buenos días.
Mis pensamientos se volvieron completamente locos y se llenaron de preguntas, ¿Que hacía David en casa?, ¿Porque me trata tan dulce y amable?, ¿Acaso no tiene vergüenza?, ¿Porque me beso?. Fueron muchas las preguntas que rondaban por mi cabeza, pero no tenía tiempo para responderlas.
—Buenos días, esposo mío —dije, bastante calmada.
Si algo había aprendido estos días de miseria, es a controlar mejor mis emociones y expresiones faciales, así que podía actuar bastante bien.
—Te hice el desayuno, ahora mismo lo traigo, cariño —dijo David, relajado.
David luego de eso, en verdad me trajo un desayuno que se miraba delicioso, para mí era evidente que sospechaba que no estaba comiendo en casa, y por ese motivo ahora me daba el desayuno observando que comiera todo, pero no tuve más alternativa que comerlo, cuando acabe le dije a David que tenía un trabajo importante en la boutique, así que me di un cálido baño, para luego vestir uno de mis mejores diseños que había creado para mí, un vestido azul marino bordado con flores y decorado con algunos zafiros pequeños. Cuando salí de mi casa, sentía ganas de vomitar, ya que, lo más seguro es que ese desayuno tenía veneno que me ví obligada a ingerir, era triste no poder hacer nada, solo espero no haya sido mucho veneno está vez.
Había caminado rápidamente para llegar lo antes posible a la boutique, cuando llegue mire a Diana con un joven, llevaba un traje de muy alta calidad, solo con mirarlo uno se daba cuenta de lo valioso que era, me acerque un poco más y logré escuchar la conversación de ambos.
—Puede venir por aquí señor —dijo Diana, con un tono de voz dulce y amable.
—No vengo a ver nada, solo vengo a retirar unos diseños que encargue —respondió el joven, fríamente.
—Ah, ¡claro los diseños!, ya están terminados señor —le dijo Diana, tomando al joven del brazo.
—¿Es usted la dueña de esta boutique? —Preguntó el joven, nuevamente serio.
—No lo soy, pero puedo guiarlo señor —respondió Diana, notablemente nerviosa.
Era extraño ver qué un chico no haya caído en los encantos de Diana, después de todo ella es una profesional en eso, sentí que ya no había tiempo así que simplemente entre a la boutique, cuando me dirigía a mi oficina para llamar a aquel joven y entregarle los vestidos y trajes, el me miro y como si fuera un escáner, me observó de pies a cabeza entonces se acerco a mi.
—Señorita Sara, por fin llegó —dijo el joven, amablemente.
—Ah, Un gusto, ¿Es usted quien encargó los diseños? —pregunte, demasiado confundida.
—Así es, yo los encargue señorita Sara —afirmó el joven.
—Venga conmigo a mi oficina, para charlar más cómodamente —le dije, con una ligera sonrisa.
El joven asintió con su cabeza y me siguió hacia mi oficina, antes de entrar a mi oficina pude ver la cara de Diana y pagaría por volver a ver esa expresión de derrota, me sentí muy contenta así que entré con el joven a la oficina y nos sentamos para conversar.
—Joven, ¿cómo es que conoce mi nombre? —le pregunté, extrañada.
—No me diga joven, puedo parecer bastante joven, pero solo soy un año menor que ti Sara —dijo el joven, en un tono amigable.
—¿¡Eh!?, ¿¡Solo un año menor!? —exclamé, impactada.
—Así es, puedes llamarme Henry, así que podemos hablar con más confianza Sara —dijo Henry, mientras reía dulcemente.
—Henry, entiendo, disculpa por gritar solo que en verdad te ves mucho más joven —dije, algo avergonzada.
—Suelen decirme eso con mucha frecuencia no te preocupes, Sara, por cierto ¿quién era esa joven que me atendió antes?, porque parece que quisiera robarte el puesto de dueña —dijo Henry, confiado.
—Es Diana, te pido perdón si te molesto y no te preocupes, ella es así —le dije, molesta.
—Entiendo Sara, ahora hablando del tema principal, ¿puedo ver los diseños que encargue? —preguntó Henry, bastante amable y calmado.
—Por supuesto —dije, animada mientras llamé a una empleada, para que trajera los vestidos y trajes.
Mi empleada llegó con todos los diseños, Henry observó cada uno de ellos, se miraba fascinado con los diseños y eso me puso contenta, me había esforzado mucho en crear todos esos vestidos y trajes, así que ver qué le gustaron me sentí muy aliviada.
—Sara, ¿quieres trabajar para mí? —preguntó Henry.