No es una historia de

24

Gabriela

Sobra decir que los próximos días al domingo fueron todo un asco, para el martes ya parecía un zombi andante con ojeras de mapache y los ojos hinchados, cosa que no me gusto.

Al día siguiente fuimos con Mia al spa, la relajación que me merecía la tuve y por lo menos sirvió para dejar de pensar en leonardo unas horas.

Tenia en mente el hecho de que tendría que volver al trabajo, no iba a dejarlo si el quiere que me vaya pues que me despida.

Las frecuentes llamadas de Ashley preguntándome si estábamos en unas minis vacaciones no faltaron, porque leonardo tampoco habia ido a la editorial en varios días.

Eso me agrado, si no lo veo el trabajo se me hará más fácil y solo tendré que dejar los manuscritos en su escritorio hasta que regrese.

-Yo sigo creyendo que deberías hablar con el —me dice Mia—

-No quiero hablar de eso.

-Lo que no quieres es darme la razón, si no hablan terminaran mal los dos por algo que no tiene sentido.

- ¿Crees que tacharme de infiel es una tontería? —le digo mirándola de frente—

-No estoy diciendo eso, la tontería seria no hablarlo y solucionarlo de una vez por todas, además si el y Max ya lo superaron deberían hacer lo mismo.

- Si, pero…

-Si, pero nada —me interrumpe— el hecho de que el pensara que su novia y su mejor amiga estuvieran cogiendo porque le estaban ocultando cosas es entendible y no tengo ningún lado, pero leonardo estaba en su derecho de creerlo, aunque estuvo mal que no lo hablara contigo.

- Aquí vamos con tus argumentos que son imposibles de evitar.

-La próxima vez que lo veas, hablaras con él, ¿de acuerdo?

-Está bien.

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Eso no paso, llego el lunes y olvidándome de todo lo que paso la semana anterior llegué a la editorial como es costumbre, una enloquecida Ashley me recibió preguntándome que carajos hice toda la semana a lo que yo respondí que estaba enferma.

Tomé los manuscritos que tenia atrasados y me puse en ello, pero claro Gabriela no puede tener mas mala suerte, minutos después de sentarme en el escritorio entro Leonardo.

¡La madre que lo pario! De camino a su oficina cruzamos miradas como por 3 segundos y no me atreví a decirle ni buenos días.

Para las dos de la tarde ya tenia 3 de los manuscritos terminados con su respectivo análisis y con el cuarto en mano, fuera fácil solo levantarme y llevarlos hasta la oficina para dejarlos encima de la mesa, pero claro Leonardo aun no salía.

Ni siquiera se si comió, cosa que no me importa, pero es que no ha salido desde que llego.

-Ash, ash, ¡ASH! —le grito cuando no me escucha— ¿puedes venir?

- ¿Qué paso?

- ¿Puedes llevarle esto a leonardo? Por favor.

- ¿Porque no los llevas tu?

-Es que me duele una pierna.

- ¿Están peleados, ¿verdad?

-No, solo me duele una pierna.

-No tienes que mentirme Gabriela se nota el ambiente super tenso desde que el llego.

-No quiero cotilleos.

-Bueno, no sabes disimular para nada, dame que ya se los llevo.

¿De verdad no se disimular? Yo pensaba que lo estaba haciendo bien.

-Que rápido saliste —le digo a Ash—

-Solo era entrar y dárselos, no un desfile.

-Tu tan linda como siempre, el…mmm… ¿está bien?

-No esta acurrucado en una esquina si es lo que quieres saber.

-No me hace gracia.

-El esta bien, se le nota rígido, pero si están peleados es mejor que hablen y lo arreglen, no puede ser tan difícil.

-SI bueno, no eres la única que lo dice. —le digo antes de que se vaya—

Creo que la hora de salida fue lo más sencillo, lo único que tenía que hacer era salir sin quedar con el en el ascensor o el parqueo y creo que lo logre muy bien porque llegue a casa sin verlo otra vez.

- ¿Cómo te fue? —pregunta mía apenas abro la puerta—

-Normal, ¿Cómo se supone que me iría?

- ¿Te encontraste con leonardo?, ¿pudieron hablar? ¿ya se arreglaron?

-Si…bueno, nada de eso paso.

- ¿No fue a la editorial?

-Eso sí, pero no nos encontramos.

-Eres una mentirosa, ni siquiera te le acercaste.

- ¡No fue fácil!

- Prometiste hacerlo.

-No pensé que sería tan difícil, le quería hablar, te lo juro, pero recordé la manera en la que miro ese día, fue con más decepción que desprecio y luego solo fue dolor, no me atreví.

-Lamento presionarte.

-Entiendo que solo quieres que este feliz, créeme que si hubiera sabido que un regalo me causaría tantos problemas nunca se me hubiera ocurrido.

-Bueno —respondo cuando suena mi celular—

- ¿Cómo estás?

-Sigo viva si es lo que quieres saber, ¿Cómo estas tu?

-Mejor que ambos sin duda, ¿Cuándo van a hablar?

- ¿Podrían dejar de hacerme esa pregunta? No solo depende de mí.

-Lo siento, pero Leonardo de verdad esta mal, nunca lo habia visto así, se siente triste, arrepentido y muy avergonzado.

-Y un poco engañado, ¿no?

-Se que también estas mal y lo siento.

-intentare hacerlo pronto, ¿conforme?

- ¿Estás hablando con ella? —escucho a leonardo de fondo lo que me hace tragar hondo—debo dejarte.



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En el texto hay: romance, secretos, amorlaboral

Editado: 18.09.2021

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