Hanna se despierta con la temprana luz del amanecer, los débiles rayos de luminiscencia entran por la ventana que tiene justo arriba de su cama, su cuerpo se mueve débilmente, y el cálido silencio de desvanece frente al retumbante sonido de su alarma.
Con ojos saltones Hanna levanta su cara, su pelo negro le cubre parte de su rostro, con gran desesperación busca su teléfono celular, al encontrarlo desliza suavemente su dedo y el sonido ruidoso desaparece.
Se levanta con pereza, sin antes percibir una extraña sensación que no puede definir, como si se tratara de una advertencia, sin prestarle mucha atención comienza a estirarse, pasea por su habitación y tras tropezar una vez con un zapato que olvido la noche anterior, logra llegar a su baño, donde da comienzo a su rutina mañanera: aseo, comida y viaje.
Al terminar de desayunar, Hanna se dirige al pasillo y justo en el momento en que la joven se preparaba para salir, en ese preciso instante, una tremenda sensación de frio recorrió todo su cuerpo y un efecto de desorientación emergió después, provocando que su cuerpo se recueste en la pared, de pronto una impresión de frialdad y agotamiento surgió en su pecho. Tremendo fue su asombro al ver que una pequeña cabeza salía de su busto, Hanna en su sobresalto retrocede y ve a una niña de unos 15 años saliendo de su cuerpo, aquello produce una sensación de frialdad enorme.
Mientras la anonada muchacha miraba la escena, aquella niña llega a la puerta y gira hacia donde la moza se encontraba, aquella infanta levanta su mano y se despide con un beso, Hanna desconcertada la mira fijamente y se da cuenta que el beso no era para ella, se gira lentamente y ve a una señora de edad madura en la cocina, recibiendo aquel beso con mucha alegría.
Hanna no reconoce a aquella señora y una ola de terror inunda su mente y su cuerpo, confusa retrocede y se tropieza con la entrada de aquella casa ahora desconocida, la muchacha cae al suelo y distingue a la niña que ahora corre por aquella calle en dirección desconocida rodeada de rombos plateados flotantes a su alrededor, como si se tratase de un rompecabezas.
Hanna se encuentra en el suelo cubierta de algo más que polvo, se levanta con un dolor de cabeza, aquellos rombos platinos flotantes aún mantienen su presencia haciendo que su temor se eleve, no ayudo que no pudiera reconocer nada a su alrededor.
Hanna impactada comienza a girar en descontrol y cada vez, el temor entra más en su mente, haciendo que pierda el control sobre si misma.
Mientras esto ocurría un caballero que caminaba deprisa por aquel camino, atraviesa a Hanna y aquella sensación desagradable y fría vuelve a emerger. El hombre atraviesa su cuerpo como si se tratara de agua, sin ninguna dificultad, continuando con su destino ignorando completamente a la joven.
Hanna sobresaltada se aleja de aquel lugar, se aleja temerosa, hacia la carretera e ignora el peligro que se acerca por aquella transitada avenida, un automóvil viene a gran velocidad, para cuando Hanna se da cuenta del peligro es empujada junto a un joven, cayendo ambos en la acera.
El sobresalto desconcierta a Hanna, quien se encuentra ahora nuevamente en el suelo, con la novedad de que un joven se encuentra justo arriba de ella, lo que provoca que la muchacha se sonroje.
Aquel joven ignora el rubor de Hanna, en cambio solo la mira fijamente, quedando hipnotizado por los bellos ojos cafés de la señorita.
El tiempo parece detenerse para el joven, pero no para Hanna quien empuja al muchacho en cuestión de segundos, avergonzado el muchacho dice: — lo……… siento señorita —al terminar, ofrece su mano a Hanna quien la mira fijamente y con un poco de rubor acepta.
Mientras el joven la levanta, un nuevo sentimiento invade la mente de Hanna, esta vez el sentimiento le era muy familiar y cálido.
Aquel joven termina de levantar a Hanna y nuevamente ambos se miran a los ojos, quedando hipnotizados nuevamente.
El momento es interrumpido por una mujer que se encontraba caminando por ese lugar, su rostro mostraba desconcierto y temor. Aquella mujer estaba mirando fijamente al muchacho y al cabo de unos segundos pregunta preocupada: —¿se siente usted bien? —el muchacho no lograba comprender lo que la mujer le decía y con un rostro extrañado dijo:— ¿a qué se refiere? —la mujer extrañada le aclara con cierta seguridad:— a que usted se lanzó en plena calle y ahora está haciendo extraños movimientos —afirmó la señora mientras apuntaba a Hanna, aquel joven en su desconcierto señala a la muchacha quien esta aturdida por lo que escuchaba.
—¿no puede usted ver a la señorita a mi lado? —pregunta el joven con cierta jocosidad, la señora lo mira con inquietud y niega con la cabeza para luego irse del lugar, como si escapara.
Hanna no termina de comprender lo que fue aquella escena y empieza a sentir temor, recorre su mirada por todo el lugar mirando que todas las personas a su alrededor tienen la misma mirada que la mujer.
Asustada termina de nuevo con los ojos del joven:— tú me puedes ver, ¿verdad? —pregunta con un tono de miedo en su voz, intentando refugiarse en el muchacho quien responde con afirmando con la cabeza, en ese momento otra persona que caminaba por aquella calle vuelve a perforar en el cuerpo de Hanna lo que provoca una gran sorpresa en el joven quien retrocede a causa del hombre, lentamente se aleja de Hanna quien trata de detenerlo, pues es el único que le puede ver, el único.