Todos fueron sacados de sus mundos debido al lento frenado del automóvil, el cual se detuvo frente a una mansión cubierta de una reja oscura, tenía un camino de piedra que iba directo a una puerta hecha de madera oscura que resaltaba a la vista junto con su peculiar color gris existía además unos largos y bellos jardines dignos de un trofeo.
Apresurados bajaron Hanna, el doctor Laurence y Alicia, miraron expectantes la mansión que orgullosa se alzaba frente a sus ojos— impresionante, no?— pregunto el doctor al ver a Hanna tan asombrada por el lugar— gracias la información que saque de Attrea pude descubrir que este sitio era una especie de almacén, aquí Roberto traía todos los proyectos que eran rechazados por el consejo —explico el doctor— ¿rechazados? —pregunto preocupada Hanna— así es, cientos de máquinas y sustancias, aunque no lo parezca este lugar es una fortaleza, así que ten cuidado —finalizo el doctor, al llegar a la oscura reja una voz se escuchó por encima de los sonidos de los tranquilos grillos que tocaban una sinfonía que en otro momento hubiera sido de lo más molesta.
—vaya, vaya, por fin llegaron —dijo la voz acompañado del movimiento vigilante de la cámara de seguridad ubicada en la reja— Roberto… —dijo desafiante Alicia mientras se colocaba delante de todos, como un líder que da la cara al momento de un problema— ¿Alicia?!!! —exclamo sorprendido Roberto— así que estas viva, y aun peor te aliaste con ellos, bueno era de esperarse, después de todo, él es tu dios….—continuo el hombre del metálico altavoz, aquello sobresalto a Alicia, ¿él es tu dios? se preguntaba la muchacha mientras Roberto solo reirá energéticamente a través del altavoz— ¿dónde está Armando?!!! —exclamo Hanna, atrayendo la atención de todos— pero si eres tú!!! —exclamo el hombre— eres tú!! —Roberto gritaba dementemente a través del altavoz— ¿qué quieres decir? —interrumpió el doctor cortando la emoción del demente por completo— ¿oh?, hoy es mi noche de suerte lo que necesito viene hacia mi —anuncio Roberto con una tranquilidad inquietante que al segundo después se convirtió en risas llenas de locura , de pronto la reja se empezó a mover dejando un libre acceso hacia la casa— ¿que está pasando? —preguntaba el doctor mientras se alejaba desconfiado, movimiento que todos imitaron— pasen, pasen no sean tímidos, entren a mi humilde hogar…—decía Roberto con el mismo tono demente— ¿que es lo que planeas? —dijo Hanna desconfiada pero esto hizo que Roberto empezara a reír locamente y sin dar respuesta, simplemente se calló, dejando temerosos y atónitos a los visitantes.
Paso un minuto, antes de que alguien se decidiera a recorrer el camino que esperaba frente a ellos, pues nadie quería entrar al hogar de alguien que perdió todo juicio, fue Hanna quien encontró valor para entrar a los terrenos de la mansión, esto sorprendió en cierta medida al doctor quien veía con gran confianza el rostro seguro de la muchacha que parecía haber olvidado su antigua personalidad hace ya mucho.
Al contrario del dueño, toda la casa mantenía una tranquilidad envidiable, el relajante sonido de las fuentes dispersadas en todo el jardín abrazaba cualquier oído que se acercara a la puerta de roble oscuro.
Fue esa misma puerta la cual se abrió a escasos metros de Hanna, dando a ver un corredor muy adornado con fotografías de personas desconocidas, temerosos entraron uno tras otro dirigidos por la misma Hanna y a medida que el corredor se llenaba y cual escena tétrica, la puerta se cerró en la espalda del doctor, dejando a Alicia fuera de aquella casa.
Pero esto no fue todo, pues inmediatamente después del cierre de la puerta el doctor fue succionado por un túnel que se abrió debajo justo debajo de sus pies. Hanna apenas pudo escuchar el débil grito del doctor, junto con la acción metálica de la trampilla.
—¿doctor?!! —exclamo Hanna al escuchar el grito del hombre—¿Alicia? —continuo temerosa al ver que se encontraba sola en aquel pasillo, luego de intentar abrir la puerta y fracasar, decidió continuar, avanzo con pasos temerosos pero con una mirada energética que se dirigía a todos lados atenta a cualquier movimiento, se adentró en lo que parecía una recepción, adornada con jarrones gigantes en cada esquina y unos muebles marrones dispersados en todo el lugar iluminados con una débil luz blanca molestosa a los ojos si se le mira fijamente, existía también una escalera digna de una mansión que se elevaba en el centro del recibidor, adornada con una alfombra de un rojo intenso con bordes dorados era bella a la vista, además existía también dos puertas enfrente de los dos lados de la escalera de roble oscuro, al menos eso es lo que alcanzaba a ver Hanna, pues la luz no llegaba hasta ese lugar.
Curiosa rondo aquella zona, encontrando un interruptor de luz en una de las paredes, energética lo acciono y una tras otra, las pequeñas zonas oscuras fueron iluminadas por una luz escondida en las paredes.
La iluminación dejo ver que la cubierta de la casa era aún más blanca de lo que se imaginaria por su exterior adornado con grandes pinturas que mostraban la mirada de una mujer desconocida, por desgracia Hanna no tuvo tiempo a ver algo más pues a sus oídos llegaron el sonido de unos pasos del segundo piso, rápidamente Hanna se alejo de las escaleras y se preparo para pelear con cualquier cosa que bajara de esas escaleras.
—Bienvenida, bienvenida —se escuchó decir con gran confianza al demente— supongo que tu eres Roberto, ¿verdad? —pregunto Hanna intentando mantener la calma— ah, es verdad, jamás nos presentamos —afirmo el hombre con extraña felicidad— yo soy Roberto Altore, el….., bueno no importa —afirmo nuevamente Roberto con un rostro de desagrado— ¿donde están todos? —pregunto Hanna mientras se acercaba a las escaleras y analizaba el rostro del sujeto—¿todos?, no querrás decir ¿Armando? —soltó con maldad el hombre, Hanna pudo ver que vestía un lujoso traje negro e intento responder a la pregunta de Roberto pero fue parada debido a que de un momento a otro, las paredes dejaron de ser blancas y proyectaron de forma fantástica videos de seguridad donde se veía a Armando atado a una silla, cualquiera se daría cuenta del sufrimiento que estaba soportando gracias a sus numerosas lesiones.